Los grandes bancos preveían triplicar las tasas con la ‘guerra de los cajeros’
Cuando un cliente acude al cajero de un banco ajeno, éste cobra alrededor de 0,65 euros al emisor de la tarjeta, que ahora serían dos euros.
La decisión unilateral de CaixaBank de cobrar dos euros a los no clientes que acudan a sus cajeros —que BBVA y Santander han secundado aunque han aplazado su ejecución—, supone triplicar los ingresos establecidos hasta ahora. Cuando un cliente acude al cajero de un banco ajeno, éste cobra alrededor de 0,65 euros al emisor de la tarjeta, que ahora serían dos euros. Además, con el nuevo sistema, se sacaría del mercado a muchos bancos 'on line' sin oficinas, que asumen las comisiones de los clientes, ya que no podrían afrontar el triple de gastos.
Pocas cosas irritan tanto a los clientes como las comisiones bancarias, ha admitido María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter. Las tasas por sacar dinero de los cajeros automáticos lo demuestran al convertirse en el último caballo de batalla del sector. Esta pelea ha supuesto el enfrentamiento de la banca con el supervisor y con los consumidores, por lo que grande debe ser el botín.
Han pasado seis meses desde que CaixaBank (con el 21% de las máquinas) decidió romper la baraja y empezar a cobrar dos euros a los no clientes que acudieran a sus cajeros. El BBVA y el Santander prometieron seguirle (lo que hubiera supuesto que la mitad de los cajeros de España fueran de pago), pero tras el escándalo formado, han pospuesto su decisión.
En la práctica, en los cajeros de la entidad catalana se cobran dos tasas a los no clientes por un servicio: además de los dos euros que carga el propietario del cajero, los bancos dueños de las tarjetas también aplican otra tarifa (en muchos casos), a sus clientes por extraer dinero en otra entidad, pese a que CaixaBank no les repercute ni un céntimo por esta operación.
El Banco de España trató de prohibir este caos en julio, pero nadie le hizo caso, algo que le ha hecho perder reputación. Seis meses después de que se rompieran las reglas, el organismo dirigido por Luis Linde ha pedido ayuda al Ministerio de Economía, que prepara una norma para las próximas semanas. Según fuentes consultadas, este texto puede establecer que cobrarán el dueño del cajero y el de la tarjeta, pero en una sola comisión y de cuantía menor a los dos euros, aunque todo sigue en negociación.
La dureza de esta guerra se explica porque hay mucho en juego. Las grandes entidades quieren hacer de los cajeros una fuente de recaudación y un elemento de castigo a las entidades on line que no tienen máquinas. Uno de los datos clave de esta batalla es el coste real de una operación de extracción de efectivo en un cajero. Para averiguarlo, se puede tomar como referencia lo declarado por Bankia, una de las entidades que más máquinas posee. Invierte 56 millones de euros al año en sus 5.500 máquinas, por lo que todo el sector (con más de 46.000 aparatos), puede destinar unos 450 millones anuales aproximadamente. Es cierto que algunos cajeros, como los de CaixaBank, son muy sofisticados, y probablemente más caros, pero también es verdad que realizan otras operaciones (como vender entradas) por las que también cobran otras comisiones.
Si el sector gasta 450 millones al año y se producen 840 millones de extracciones de efectivo al año (según el Banco de España), cada una de ellas cuesta en torno a 0,53 euros. Esta cifra es similar a lo que se cobran entre sí los bancos de una misma red: 0,65 euros en el caso de Servired y 4B, y 0,45 para Euro 6000. Este importe es el que se cargan los bancos cuando el cliente va a un cajero que no es de su entidad, pero sí de la misma red. Si va a una red distinta de la de su banco, la tarifa sube hasta los 0,75 euros.
Maná caído del cielo
Estos datos indican que si se generalizara la comisión de dos euros, los bancos triplicarían los ingresos actuales por tener cajeros. El sector se queja de que sus márgenes están por los suelos por lo que este dinero es como maná del cielo. Si se comparan estas tasas internas con las tarifas aplicadas (ver cuadro), se perciben esos márgenes.
El otro objetivo de la batalla es reducir la fuerza de los competidores sin oficinas. Los bancos más grandes acusan a estas entidades (ING, Evo y Mediolanum) de actuar como parásitos que se aprovechan de los 46.000 cajeros que ellos costean con fuertes inversiones. Sin embargo, estos bancos sin sucursales —como el resto— pagan las tarifas estipuladas de mutuo acuerdo entre todos, aunque luego no las cobren a sus clientes.
En privado, las grandes entidades como los expertos consultados, coinciden en que ING Direct es uno de los principales objetivos por la relevancia que ha tomado. La entidad holandesa cuenta con 3,21 millones de clientes tras 15 años de trabajo en España. Se basa en ofrecer productos sencillos y sin comisiones, lo que ha metido tensión a todas las tarifas de la banca.
Según fuentes de ING Direct, cada año abona 24 millones al resto de bancos españoles por el uso que hacen sus clientes de los cajeros ajenos. ¿Es mucho o poco esta cantidad? Según los cálculos de Bankia, “lo que aporta ING Direct es el 5,3% del coste total, una elevada contribución para un banco con una cuota de mercado del 1% sobre el balance total del sistema”, comentan en la entidad. A los demás bancos sin oficinas —EVO y Mediolanum— también les puede salir cara la nueva estrategia de los dos euros porque devolverían la comisión, con alguna condición. Si tienen que triplicar sus costes, quedarían fuera del sistema, y habrá menos competencia, perjudicando al consumidor.
Competencia prefiere mantener el sistema actual
Economía consultará a la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) antes de sacar la norma. En agosto de 2007, Competencia ya se posicionó sobre la metodología de costes de las redes de cajeros: "Desde el punto de vista del beneficio del consumidor, es preferible repercutir los costes a través de una tasa de intercambio", es decir, como ha funcionado hasta ahora. Fuentes próximas a Competencia se ratifican ahora en estos principios y creen una vuelta atrás que cobre el dueño del cajero. Entienden que se perjudica al consumidor porque el usuario ocasional del cajero no tiene capacidad de negociación con el dueño de la máquina. Sin embargo, sí la tiene con su banco, el emisor de la tarjeta, al que puede presionar para que le baje las tarifas.
Almudena Román, directora general de ING Direct, añade más razones negativas del nuevo sistema. "El cobro directo del propietario del cajero provoca ineficiencia en el sistema al fomentar la instalación de redes propias y limita la competencia al convertirse en barrera de entrada de nuevas entidades". Adicae pidió una investigación a la CNMC por posible concertación de precios entre CaixaBank, BBVA y Santander. Competencia ha pedido que los bancos le informen de si hubo reuniones sobre esta materia, así como una justificación del coste de los dos euros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.