Pescadores ‘gourmet’
La cofradía catalana de Roses decide dar valor añadido a las capturas y produce un caldo que ya vende en toda España y Oceanía
En Roses, localidad costera del norte de la provincia de Girona y cercana a la frontera francesa, Antoni Abad, presidente de la Confederación de Cofradías de la provincia, sale a faenar y una red se enreda en la hélice de su pesquero. Tiene que volver a puerto. Resignado, comenta que “es algo a lo que siempre estás expuesto en este trabajo”. Para tratar de paliar los daños que se producen en situaciones imprevistas, los pescadores de esta localidad decidieron constituir la empresa Pescadors de Roses, donde la cofradía tiene un 51% de las acciones y la empresa Peixos Gotanegra el 49% restante.
La asociación se constituyó para que los pescadores no dejaran de tener ingresos por incidentes por la actividad pesquera mediante la diversificación de la actividad y un valor añadido al producto. Así nacieron diversos negocios, entre los que destaca la elaboración y comercialización de un fumet (caldo de pescado y marisco elaborado artesanalmente). Al caldo lo comenzaron a producir con “especies que no eran vendibles” y para su propio consumo. Ahora el producto lo venden en toda España, y también en Australia y Nueva Zelanda. La empresa produce unos 2.600 litros semanales de caldo. “Lo envasamos en formatos de 900 mililitros, de cuatro litros y de 20 litros para los restaurantes. Ha ido tan bien, que ya no tenemos pescado suficiente para hacer el fumet con nuestras capturas y tenemos que comprarlo en otros puertos”, afirma Abad.
Perfil y proyectos
Perfil. Antoni Abad es patrón mayor de la Cofradía de Roses y propietario de un pesquero, además de miembro de una larga estirpe de pescadores. Es partidario de que las restricciones en las cuotas de atún rojo se mantengan un poco más porque "subsiste la pesca ilegal".
Proyecto. La cofradía busca consolidar la marca y vender con ella otros productos de pescado y llegar a nuevos mercados, además de aumentar las ventas por Internet.
Antoni Abad y sus compañeros son conscientes de que para consolidar su presencia en el mercado tienen que tener una marca sólida. El fumet es, de momento, ese producto estrella que puede impulsar Pescadors de Roses. “El pescador tiene todo el derecho, jugando con las mismas cartas que todo el mundo, comprando en subasta como todo el mundo, a darle un valor añadido al producto” que conoce tan bien.
10 millones al año
“Nuestro negocio va bien, el año pasado facturamos 10 millones de euros”, dice Abada, que recuerda lo difíciles que fueron los comienzos. “Normalmente, los sectores productivos y de comercialización no tienen intereses comunes. Y en el caso de pescadores y pescaderos no existe una excepción. Después de todo el día en la mar, resultaba complicado llegar a tierra y ocuparse de la comercialización. Así que le planteamos a una familia de pescaderos de toda la vida, Peixos Gotanegra, que comercializaran el pescado que capturábamos. Esto tampoco fue fácil de aceptar por los otros pescadores de la cofradía”, relata el patrón.
Visión de futuro
La Cofradía de Roses dejó de ser una cofradía de pescadores al uso ya hace casi 20 años. “Nosotros veníamos de una época en la que podíamos ganarnos la vida a una situación en la que, por los bajos precios, teníamos que tomar decisiones importantes y, sobretodo, cambiar de mentalidad”, relata. “Una de las primeras decisiones fue construir una piscifactoría. No verás muchas cofradías que tengan una. Nuestros pescadores tuvieron que entender que la pesca extractiva tenía que ir en paralelo a la de cultivo. Pero funcionó y la piscifactoría es una importante fuente de ingresos para nosotros. Aunque el coste es alto, nos ayuda a mantener nuestra infraestructura”.
Pero si asociarse con el pescadero no fue algo fácil de asumir por el pescador… ¿Qué decir de abrir la puerta a científicos y ONG? Sin embargo, se abrieron. “Comprendimos que, si queríamos conservar los caladeros, tener un futuro, teníamos que hacer una gestión muy cuidada, con cabeza; y los científicos nos ayudaron a ello. Lo mismo puede decirse de la ONG Fondo de Vida Salvaje (WWF). “Están especializados en pesca sostenible, además de ser gente muy seria que te convence con argumentos. Al pescador no le puedes ir con un hacha”. se defiende Abad.
El atún más valioso
Las cofradías de pescadores de bajura de prácticamente todo el Mediterráneo tienen una queja común: lo que llaman “la sobreprotección del atún rojo”. En palabras de Antoni Abad, presidente de la Confederación de Cofradías de Girona “el atún se alimenta de sardina, anchoa, caballa… justo las especies que pescamos nosotros. Si cada vez hay más atunes, cada vez habrá menos capturas para nosotros. Además, el atún es un monopolio de unas pocas empresas a las que se les permite su captura y se está rompiendo el equilibrio. Hay que preservar unas especies pero sin olvidarse de otras, buscando la sostenibilidad”, dice.
La buena salud de la especie se certifica con las cuotas aprobadas por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT). Este organismo, al que pertenece España, acordó el pasado mes de agosto un aumento del 20% anual durante los próximos tres años del cupo del atún rojo, hasta alcanzar las 23.155 toneladas en 2017.
Juan Serrano, director general del grupo Balfegó, una de las principales empresas españolas comercializadoras del pez, dice que “la especie está recuperada; la prueba es que, el año pasado, agotamos nuestra cuota de capturas, que era de 1.500 toneladas, en 24 horas”. Sin embargo, José Luis García Varas, responsable del programa marino de WWF, es partidario de que las restricciones a las cuotas se mantengan un poco más “a pesar de la recuperación de la especie porque aún es difícil controlar la pesca ilegal para que no llegue a los mercados internacionales”.
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