La burbuja del petróleo estalla en Puerto Gaitán
El auge y caída de un municipio pobre del interior de Colombia ilustra la crisis provocada por el descenso en los precios del crudo
Las toninas son unos delfines rosados que, se supone, uno puede avistar en el río Meta. Hasta 2007, una réplica de estos cetáceos sobre una fuente saludaba a la entrada de Puerto Gaitán. Todo terminó cuando el petróleo empezó a permear la vida del último núcleo urbano previo a Campo Rubiales, el mayor complejo petrolero de Colombia. Hoy, un inmenso arco por el que se pagó más de un millón y medio de euros y decorado con coloridas flores inexistentes en la zona da la bienvenida al visitante con un pequeño letrero en el que se lee: Puerta al paraíso.
Hace 10 años Puerto Gaitán contaba con 18.000 habitantes y era el municipio más pobre del departamento del Meta, en el interior del país. Con la bonanza petrolera, las tornas se invirtieron y la localidad alcanzó los 45.000 vecinos en 2014. Pasó a ser la más rica y su gente disfrutaba de una de las mejores rentas per cápita del país. Campo Rubiales, a poco más de 160 kilómetros, tuvo la culpa. En 2007 apenas producía 25.000 barriles de crudo diario. Bajo la gestión de Pacific Rubiales, dirigida por el venezolano Ronald Pantin, trabajador durante más de 20 años de PDVSA, la producción superó los 230.000 barriles diarios, el 25% de la producción de Colombia.
La repercusión en la vida de Puerto Gaitán fue inmediata. De apenas dos calles pavimentadas se ha pasado a calzadas asfaltadas y a partir de las dos pequeñas plazas han crecido negocios de telefonía, ferreterías, restaurantes... En siete años se crearon 120 hospedajes. La entrada de millones de pesos en las arcas públicas permitió celebrar un festival de música en enero. Durante tres días, más de 65.000 personas mueven la economía local de tres o cuatro meses. Por su escenario han desfilado artistas internacionales como Marc Anthony, Juan Luis Guerra o Daddy Yankee. El patrocinio del sector petrolero, en algunos casos de hasta mil millones de pesos (300.000 euros), cubría las actuaciones.
El tiempo verbal, sin embargo, debería ser ya el pretérito. Desde el pasado verano, muchos establecimientos han tenido que cerrar y en otros cuelga el cartel de "se alquila" o "se vende". Donde hace años se pagaban 450.000 pesos (143 euros) por una habitación hoy son 150.000 (50 dólares). Entre 2009 y 2013, las licencias de construcción oscilaban entre las 180 y las 200 al año; en 2014, eran de 132. En estos siete meses, se han firmado 32.
Industria en horas bajas
La crisis mundial del crudo ha golpeado de lleno Colombia. Según la Asociación Colombiana del Petróleo, para este año estaban programadas las perforaciones de 47 pozos. En mayo solo se habían iniciado nueve. El Estado colombiano dejará de recibir en 2016 entre 15 y 20 billones de pesos por ingresos del petróleo. Entre directos e indirectos, el sector generaba 120.000 empleos, de los que 20.000 se podrían ver afectados.
Wilson Romero, propietario de una droguería y de una clínica por la que solían pasar 50 o 60 personas al día, se da con un canto en los dientes cuando atiende a cinco personas. "Casi tenemos que hacer fiesta, lo normal es recibir a dos o tres al día", se resigna Romero, un hombre de 60 años que se desenvuelve por el pueblo como si fuese el alcalde. En dos años tuvo que despedir a cuatro de sus 14 empleados y no descarta prescindir de dos más en los próximos meses.
La mayoría de sus clientes eran trabajadores de Campo Rubiales. Como los que acudían a Juan Pablo Posso, director del Instituto Petróleo HSEQ, uno de los encargados de capacitarlos en labores de altura y primeros auxilios. De una media de 200 personas se ha pasado en menos de un año a 80, la mayoría de ellas dedicadas a la construcción.
Con la caída de sol, los camiones cisterna pernoctan a las afueras de Puerto Gaitán. Los aparcamientos, desiertos, se asemejan a un cementerio de vehículos. Hace solo un día que Natalia Leyva, hoy aspirante a alcaldesa, ha decidido cerrar el suyo. En sus terrenos llegó a alojar a 330 camiones cada noche. Los últimos meses, no pasaba de tres. Los lugareños viven inmersos en la añoranza. Los hay quienes, como Wilson Romero, apuran alguna cerveza en la terraza de un bar antes de moda. Es viernes por la noche y apenas hay sillas ocupadas en el local donde aún cuelgan carteles promocionando el Mundial del año pasado. Enfrente, el delirante arco sigue dando la bienvenida a un paraíso que ha resultado efímero.
El crecimiento económico se frena en América Latina
El horizonte económico no es halagüeño para Colombia, como tampoco para el resto de la región latinoamericana. Si la última revisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) recortaba la previsión de crecimiento en América Latina para 2015 en cuatro décimas, hasta el 0,5% (1,7% para 2016), sólo en Colombia, el retroceso es de medio punto, hasta el 3%. La caída de precios de las materias primas es uno de los principales lastres de las economías, sumado a la falta de inversión y la pérdida de confianza.
De la revisión del FMI solo saca la cabeza Argentina, con un pronóstico del 0,1% para el presente año, cuatro décimas por encima de lo esperado. Junto a Colombia, el Fondo redujo la estimación de crecimiento de Perú, hasta el 3,2%, y Chile, al 2,5%. Brasil caerá un 1,5% y México avanzará un 2,4%, por debajo de lo previsto.
Las exportaciones de hidrocarburos en Colombia representan el 54% del total del país, el 40% de la inversión extranjera proviene de la industria petrolera y la quinta parte de los ingresos fiscales del país los genera este sector. Pese a ello, las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) mantienen una estela de crecimiento sostenible para el país en un momento en que, si algo necesita, son unas boyantes arcas para afrontar, llegado el caso, el posconflicto tras más de cinco décadas de guerra.
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