_
_
_
_
Contenido patrocinado por Banca March
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La divisa como arma comercial

En lo que va de año 16 países han recortado los tipos de intervención

Una divisa débil aumenta la competitividad de una economía, ya que le resulta más fácil exportar y más caro importar, lo que fomenta la actividad interna. Otro efecto es que activa el empuje inflacionista puesto que, aparte de impulsar el crecimiento, aumenta el coste de las importaciones, lo que presiona los precios interiores.

Desde la crisis de 2006, hemos vivido una política de dólar débil, lo que ha ayudado a relanzar el crecimiento de la economía de Estados Unidos. Igualmente, desde 2007 la libra esterlina se ha mantenido muy baja en relación con otras monedas desde el punto de vista histórico.

El mecanismo para conseguir la depreciación de la divisa ha sido el mantenimiento de unos tipos de interés muy bajos. Pero, sobre todo, la activación de los programas de expansión monetaria tan agresivos que han llevado a cabo los principales bancos centrales, lo que coloquialmente se conoce como darle a la maquinita de hacer billetes (todos tenemos en la mente la caricatura del expresidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, tirando billetes sobre la economía).

A esta política se apuntó Japón tras más de una década de deflación. En 2013 decidió reflacionar su economía y anunció un plan que contemplaba la emisión de entre 65 y 70 billones de yenes anuales. El efecto fue inmediato: el yen se depreció un 50% en los meses siguientes y la economía volvió a registrar inflación, aunque lo del crecimiento todavía no está tan claro.

Con la caída del precio de las materias primas y del petróleo, en muchos países han desaparecido las presiones inflacionistas y sus bancos centrales han podido bajar los tipos de interés. De hecho, en lo que va de año 16 países han recortado los tipos de intervención. Detrás de estas políticas, además de reactivar la economía abaratando la financiación de empresas y particulares, también hay una intención de debilitar la moneda para lograr una mayor competitividad exterior.

En el caso de la Eurozona, hemos visto cómo, ante la expectativa de crecimientos cercanos a 0% y el miedo a un proceso deflacionista, el BCE anunciaba el pasado enero una expansión cuantitativa de 60.000 millones de euros mensuales hasta septiembre de 2016. En el caso del dólar, moneda que más nos interesa como inversores, esta expansión estaba parcialmente descontada: ya en 2014 la relación euro-dólar experimentó una depreciación del 14%, pero el anuncio de la medida ha provocado un descenso adicional del 6% en 2015.

Cuando se trata con divisas es difícil hacer predicciones y determinar cuánto debe valer una moneda frente a otra. El método más aceptado es el de la Paridad del Poder de Compra, tipo de cambio que iguala el poder adquisitivo de los ciudadanos de un país respecto a otro. Esta paridad, en el caso del dólar, se sitúa en 1,15 y, tras el anuncio de la expansión cuantitativa del BCE, nos encontramos cerca de este nivel. No obstante, consideramos que va a haber un debilitamiento adicional y lo situamos en los próximos meses en 1,10 dólares por euro.

Esta situación seguirá mejorando la competitividad de la zona euro y permitirá a las empresas aumentar las exportaciones. Además, los beneficios de las filiales extranjeras valdrán sensiblemente más al trasladarlos a euros. Esperemos que todo ello se transforme en crecimiento sostenido y sirva para aumentar los precios, evitando un proceso deflacionista.

Miguel Ángel García Muñoz es director de Estrategia de Mercados de Banca March

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_