Quién gana y quién pierde con la apreciación del dólar
La escalada penaliza a los emergentes con inflación y deuda externa. España, beneficiada
La apreciación del dólar en la segunda mitad de 2014 había atraído mucha menos atención que el descenso del precio del petróleo. Entre otras cosas, porque el derrumbe de la cotización del brent ha sido mucho más notorio que la pérdida de valor del euro frente al dólar, la referencia que centraba los análisis. La zona euro, otra vez estancada, era la que centraba la preocupación. Y la moderada pérdida de valor del euro suponía un cierto alivio. Pero en el caso de varias divisas emergentes, la depreciación ha sido abrupta y, como ejemplifica Rusia, descontrolada.
Emergentes en problemas. La cotización de las materias primas, y singularmente del petróleo, suele ir en sentido contrario a la del dólar, la moneda en la que se intercambia. Si el movimiento es simétrico, el efecto para los exportadores e importadores de petróleo, en sus monedas de origen, es neutro. Pero ni el movimiento es simétrico, ni es tan simple: hay muchos más factores que inciden en el mercado de divisas, como son muchas más las consecuencias que puede desatar. Es, además, un gigante financiero –el mayor mercado descentralizado del mundo, con una negociación diaria superior a los cuatro billones de euros-, en el que grandes inversores internacionales intentan, de vez en vez, pastorear a la manada y provocar rentables estampidas. Y la debilidad de algunas economías emergentes da argumentos.
El retrato robot de las economías más vulnerables incluye países exportadores de petróleo –u otras materias primas-, y muy dependiente de sus ingresos externos, con altos niveles de inflación, deuda externa al alza y crecimiento estancado, o en retroceso. Los organismos internacionales añaden aquí a los países que no han aprovechado la etapa de bonanza por el alto precio de las materias primas para hacer reformas estructurales de su economía. Rusia, que además debe lidiar con el coste del conflicto con Ucrania, pero también Venezuela, Brasil o Argentina son algunos de los principales damnificados. Pero el examen se ha extendido a buena parte de los emergentes: la lira turca o la rupia de Indonesia también están en niveles mínimos frente al dólar y las divisas del Este europeo caen a rebufo del rublo.
La depreciación de todas estas monedas tiene un efecto favorable en las exportaciones, al abaratarlas respecto al dólar, pero en el caso de las ventas de petróleo ese efecto se ve compensado por la súbita pérdida de valor de la materia prima. Por el contrario, las importaciones se encarecen, lo que tiene un claro efecto inflacionista. Pero las implicaciones financieras pueden acabar siendo más determinantes: la deuda externa en dólares aumenta, lo que multiplica el riesgo de suspensiones de pagos, públicas o privadas, y muchos inversores se van del país, ante la pérdida de rentabilidad de su apuesta.
Alivio para Europa. La depreciación del euro ha sido, en los últimos años, una petición insistente de varias capitales europeas, que veían como la moneda única se mantenía en niveles elevados pese al débil tono de la economía. La paulatina pérdida de valor se ha producido al fin este año, conforme las estrategias de los bancos centrales de ambos bloques se cruzan: mientras el BCE ha dejado los tipos al 0% y prepara una compra masiva de activos en los mercados para reactivar los precios, la Reserva Federal cierra su programa de adquisición de bonos ante la mejora de la economía estadounidense y los analistas husmean cuándo será la primera subida de tipos.
Algunos expertos, como los de Goldman Sachs, creen que la depreciación del euro se prolongará, al menos, dos años, y que la divisa europea puede empezar 2017 en paridad con el dólar, algo que no ocurría desde el inicio de la zona euro. La consecuencia más obvia es el impulso a las exportaciones de mercancías, que se abaratan frente al dólar. Además, la contrapartida –importaciones más caras y más inflación- cuando el riesgo es entrar en deflación, es en este caso también positiva.
Un reciente informe de la Comisión Europea concluye además que son precisamente Italia y Francia, dos grandes economías en problemas, las que más se beneficiarían de una depreciación sostenida del euro al repercutir en un mayor aumento de sus exportaciones. En el caso alemán, sus ventas industriales al exterior están más integradas en cadenas globales de valor añadido, y su ganancia depende de si el aumento de las exportaciones supera el aumento del coste de las importaciones que se reutilizan en exportar.
Más recuperación en España. El Gobierno ha sugerido que su previsión de crecimiento para 2015, un avance del 2%, será superada. Y algunos analistas privados, como los expertos de la Fundación de Cajas de Ahorros o los del Instituto de Estudios Económicos, la sitúan ya en el 2,5%. Hace meses se especulaba con una revisión a la baja del pronóstico oficial –de hecho, el FMI, la Comisión Europea y la OCDE limitan el crecimiento al 1,7%-, pero la bajada del petróleo y la depreciación del euro han dado la vuelta a las estimaciones.
En el caso de la depreciación del euro, el Ministerio de Economía calcula que puede sumar 0,4 puntos al crecimiento del PIB si se mantiene la caída del 10%, ya registrada. El servicio de estudios del BBVA estira ese cálculo a 0,5 puntos.
La principal fuente de crecimiento adicional sería el aumento de las exportaciones, aunque está por ver si el factor precio es tan determinante y, además, más de la mitad de las ventas se dirigen a la zona euro, y por tanto, no se benefician del factor euro. El encarecimiento de las importaciones tendrá una incidencia muy menor en una economía con el índice de precios en territorio negativo. Y Economía sostiene, aunque de esto no hay evidencia sólida aún, que puede propiciar una mayor actividad empresarial interna al favorecer la sustitución de importaciones.
El otro sector que saldrá claramente ganador es el turismo, al abaratar los precios para los visitantes de fuera de la zona euro, singularmente para los que vengan de Estados Unidos, Reino Unido (la libra también se ha apreciado) e incluso de la pujante China. A cambio, el turismo ruso, el que más creció en el periodo de crisis, se verá muy perjudicado por la depreciación del rublo.
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