Draghi prepara las compras masivas de deuda para principios de 2015
El banco central rebaja la previsión de crecimiento e inflación de la eurozona
En medio de una crisis lo que quiere la gente es que alguien dé un paso adelante y se haga cargo de la situación. Ben Bernanke, el ya expresidente de la Reserva Federal, lo hizo en EE UU. Mario Draghi es lo más parecido a este lado del Atlántico: el jefe del Banco Central Europeo anunció este jueves —a su manera— las compras masivas de deuda pública para los primeros meses de 2015.
La economía de la zona euro está a punto de estrellarse por tercera vez contra las rocas de la recesión. Y los precios se asoman peligrosamente a zona de deflación. Consciente de los serios riesgos asociados a ese panorama, Draghi dio un puñetazo en la mesa: subrayó que está dispuesto a apretar el botón nuclear de las compras de bonos “a principios del año próximo” incluso sin el plácet del Bundesbank, el banco central alemán.
“No vamos a tolerar desviaciones sobre el objetivo de precios”, avisa
Draghi no necesita a Alemania. “No somos políticos”, espetó a preguntas de los periodistas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, en Fráncfort. “Tenemos un mandato: la estabilidad de precios. Ya en otras ocasiones hemos tomado decisiones importantes sin unanimidad. Y no vamos a tolerar desviaciones prolongadas sobre el objetivo de precios [el 2%], no vamos a permitir el endurecimiento de la política monetaria que llegaría si el Eurobanco no hiciera nada”, si continuara de brazos cruzados viendo cómo los índices de precios siguen su andadura inexorable hacia territorio negativo.
Paso a paso, el BCE sigue acercándose al quantitative easing (QE), los programas de compras de activos públicos y privados que han activado EE UU, Reino Unido y Japón. Se arrima un poco más cada vez que comprueba que las medidas extraordinarias aprobadas hasta ahora —y han sido muchas— no surten efecto. Estamos ante un mundo nuevo: las políticas económicas no funcionan igual con los tipos de interés en el 0%. Consciente de eso, Draghi puso a su equipo a trabajar hace un mes para tenerlo todo preparado. Y este jueves anunció que apretará el gatillo de las compras de deuda en la reunión del 22 de enero o, como muy tarde, en marzo. La falta de decisiones concretas en esta reunión llevó a las Bolsas europeas a perder entre el 1% y 2%.
No puede ir más deprisa: el BCE está pendiente de la decisión del Tribunal de la UE sobre el anterior programa de compra de bonos, que llegará a mediados de enero. A partir de 2015 se darán a conocer las actas de las reuniones, y Alemania podrá dejar constancia por escrito de sus desavenencias. Draghi, además, debe esperar a que se compruebe que ni las subastas de liquidez ni las actuales compras de activos privados tienen el impacto esperado. Finalmente, el goteo de pésimos datos económicos juega a favor del QE. Las previsiones del propio Eurobanco van de mal en peor. La eurozona crecerá solo el 0,8% este año, y un magro 1,5% en 2015. La inflación será del 0,5% en el conjunto del año, y del 0,7% en 2015: y esos cálculos parten de un precio del petróleo de 85 dólares por barril, cuando la cotización está ya por debajo de esas cifras.
Las balas se acaban. En tiempos normales, el BCE combatiría esa enfermedad económica con rebajas de los tipos de interés, pero el precio del dinero está en el 0% desde hace tiempo. Estos no son tiempos normales: el consejo del BCE “es unánime en su compromiso de usar nuevos instrumentos no convencionales. Eso implicaría alterar a principio del año próximo el tamaño, el ritmo y la composición del balance” del Eurobanco, según Draghi.
Ante el rechazo alemán, recuerda que no es necesaria la unanimidad
La bala de plata que le queda a Draghi tendrá una potencia de medio billón de euros. El BCE tiene un balance de dos billones, y espera elevarlo hasta tres en un plazo de dos años con subastas de liquidez y compras de cédulas y títulos. Con eso, el mercado espera que el BCE eleve en 500.000 millones el tamaño del balance. Quedan otros 500.000 millones para el quantitative easing. Con las proyecciones de inflación por los suelos, a Draghi ni siquiera le importa ya lo que diga Alemania. El IPC lleva más de un año con alzas inferiores al 1%, cuando el objetivo es del 2%: el BCE incumple su propio mandato. De ahí que la frase del día sea ese “no somos políticos” que Draghi lanzó en referencia a los desacuerdos con el muy ortodoxo y tantas veces desacertado Bundesbank.
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