España lidia con las humedades
Casi un 60% de las viviendas del país carece de aislamiento térmico
Seis de cada diez viviendas en España carecen de aislamiento térmico. Son muchas, tantas como 15 millones, y todas son susceptibles de padecer humedades. De hecho, crece el número de casas que las soportan. En 2013 se repararon 2.556 edificios a causa de la humedad estructural, según los datos del observatorio que realiza la empresa Murprotec cada año.
Las obras ejecutadas para solventar estas patologías se han duplicado respecto al año anterior. "Estimamos que alrededor de 22.000 hogares españoles se verán afectados en 2014", dice la compañía, que además de viviendas ha trabajado en las humedades de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid, la Iglesia Santa María la Blanca de Sevilla o el Edificio Avenida Libertad de San Sebastián.
No es hasta el año 1979 cuando se firma la primera norma básica moderna que exige incorporar el aislamiento térmico como elemento constructivo. Casi un 60% de las viviendas existentes son anteriores a este año.
"Aun así, los niveles exigidos no garantizaban la ausencia total de humedades y condensaciones. La Ley de Ordenación de la Edificación de 1999 regula dicho sector y lleva a incorporar una normativa técnica (Código Técnico de la Edificación del 2006) que garantiza las exigencias de seguridad y habitabilidad", explica Javier Méndez, director del Gabinete Técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid.
La forma y rapidez con la que se ha construido en España años atrás están detrás de la proliferación de humedades. "Si aparecen, quiere decir que la vivienda o la finca carecen de aislamientos térmicos adecuados, de una correcta transpiración y humedad ambiental interior, y de materiales de construcción impermeables a la humedad exterior y del terreno", indican desde Murprotec.
No obstante, si la construcción está bien ejecutada con sus correspondientes aislamientos no deberían aparecer estas deficiencias que, de hecho, no son comunes a todas.
Algunas pistas que evidencian que existen humedades: manchas negras de moho y hongos, así como descascarille de las pinturas en paredes y techos; mal olor a humedad en la casa y en la ropa; abombamiento de muebles de madera, tarimas o parqué; vaho constante en cristales, azulejos, ventanas y paredes; corrientes de aire frío en las habitaciones; ahuecamiento de los alicatados; y descuadre de las hojas de las puertas y ventanas.
Mano dura con las filtraciones
El tratamiento para erradicar la humedad por capilaridad consiste en crear una barrera en los muros mediante un sistema de inyecciones que obstruya los poros por los que asciende el agua. El material inyectado son emulsiones de resina siliconada específicas para cada soporte, cuentan en Murprotec.
Contrarrestar los efectos de las infiltraciones laterales es más complicado. El tratamiento, llamado sistema de encubado, utiliza varias capas de resinas hidro-epoxy de última generación (usadas para realizar los cascos de barco) y, una vez secas, se vuelven completamente impermeables y forman una cortina de estanqueidad absoluta.
Pocos son los propietarios que toman medidas drásticas. Suelen recurrir a la opción más económica, como es el uso de pinturas antihumedad, reparaciones de albañilería superficiales o limpiar o secar la zona para quitar la mancha. Son parches que sirven de poco, puesto que la humedad se propaga con el paso del tiempo. Si no se detecta el origen, no desaparecerá.
Además, "casi nunca un problema de humedad se produce por una única causa. Detrás de toda patología se encuentran problemas físico-químicos", puntualiza Méndez.
El presupuesto medio en España para terminar con este problema es de unos 4.500 euros, aunque los precios son tan variados como las deficiencias. Desde 1.200 euros un propietario podría perder de vista para siempre las indeseables humedades.
No todas son iguales ni ocasionan los mismos problemas. Unas son más peligrosas y graves que otras. Las más comunes en las viviendas españolas son las humedades por condensación, que se producen cuando la temperatura superficial de una pared es inferior al punto de rocío del ambiente.
Aparecen por un aislamiento térmico deficiente. También, por el exceso de humedad ambiental provocado por una excesiva impermeabilización —actualmente las viviendas son muy estancas para evitar las pérdidas de calefacción—, por la cantidad de vapor de agua que se produce a diario (ducha, plancha y cocina), o por la falta de una ventilación adecuada. En este caso, el vapor de agua se acumula en las paredes y ventanas y en las zonas con mayor diferencia térmica entre el interior y el exterior. La consecuencia inmediata es la aparición de moho, desconchones en la pintura, en los marcos y en el alicatado de las paredes.
En muchas ocasiones, una buena ventilación bastaría. Pero, en otras, no es suficiente. Una posible solución son unos pequeños aparatos llamados "centrales inteligentes de tratamiento del aire", sistemas de ventilación forzada que eliminan el exceso de humedad ambiental interior, el moho, el vaho y los olores, y mantienen el nivel óptimo y saludable del aire.
Otra opción es meterse en obras e incorporar el aislamiento térmico que falta (unos 25 euros por metros cuadrado).
"Un problema de condensación en una pintura es más sencillo de resolver que una humedad en el interior de un cerramiento o la penetración de agua líquida que deteriore más rápidamente los materiales y pueda incluso acabar afectando a elementos estructurales", indica el director del Gabinete Técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid.
Las humedades que ponen en riesgo los cimientos son las que se producen por capilaridad y por infiltración lateral, ya que ambas proceden de la tierra sobre la que se levanta la construcción o que la rodea.
Las de capilaridad ocurren cuando el agua acumulada en la tierra penetra en los cimientos y asciende a través de los muros y paredes de las viviendas. "El efecto que se produce es conocido como terrón de azúcar, debido a este efecto ascendente. Al filtrarse la humedad y entrar en contacto con los materiales porosos de construcción, se produce la oxidación y descomposición de los revestimientos y el resto de materiales. Una situación que puede poner en peligro el poder de carga de los edificios", explican en Murprotec.
Las infiltraciones laterales suelen darse en garajes, sótanos, bodegas y zonas bajo rasante. Aunque los muros estén impermeabilizados, los niveles freáticos del agua acumulada en el terreno pueden derivar en la aparición de humedad y provocar un bucle de oxidación de los revestimientos de paredes y techos y un desgaste acelerado de los materiales de construcción y de las juntas, con la consecuente posibilidad de disminuir la resistencia estructural de la finca.
No existe enemigo pequeño y este en concreto puede provocar problemas de salubridad, empeoramiento de enfermedades respiratorias (asma, sinusitis o rinitis), aumento de alergias dermatológicas, agravamiento del dolor en enfermos de fibromialgia, artritis y otras dolencias reumáticas, deterioro de los materiales, pérdida de propiedades térmicas de los cerramientos y reducción de la vida útil de la vivienda. Incluso, casos límite en los que el edificio podría ceder.
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