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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Crédito programado

Mario Draghi ha dado una vuelta más de tuerca a su apuesta por el euro

Santiago Carbó Valverde

Este jueves 18 de septiembre tendrá lugar el primer episodio de las “operaciones de refinanciación a largo plazo con objetivo específico” del Banco Central Europeo, los TLTRO (Targeted Long-Term Refinancing Operations). Dejando los rimbombantes tecnicismos aparte, se trata de proveer liquidez a los bancos bajo el compromiso de que estos darán más préstamos. Junto con el desempleo, la falta de financiación a la economía real es una de las manifestaciones más claras de la escasez de estímulos para una Europa que lucha por evitar la deflación y una tercera recesión que sería ya el estoconazo mortal.

Como he tenido ocasión de explicar desde esta tribuna en otras ocasiones, para que un mecanismo de este tipo tenga éxito son precisas, como poco, tres cosas. La primera, que la liquidez llegue en buenas condiciones a los bancos. La segunda, que exista un vínculo entre esa liquidez y el crédito para que se destine a empresas solventes con problemas de financiación. La tercera, que exista un reparto adecuado de los riesgos asumidos. Los TLTRO cumplen la primera de las condiciones de forma clara y la segunda hasta donde buenamente se puede. Respecto a la tercera, quedan más dudas porque la demanda solvente no es abundante y los bancos pueden sentirse aún retraídos para prestar. En parte por simple prudencia y, en parte, también, por la enorme presión regulatoria para elevar su solvencia. De hecho, el BCE es estos días palo y zanahoria todo en uno. Asume el papel de supervisor único, responsable de velar por la calidad de los balances bancarios y, al mismo tiempo, se convierte en el sustituto de los Gobiernos para arbitrar estímulos que aceleren el crédito y la inversión.

Sin embargo, Draghi ha dado ahora una vuelta más de tuerca a su apuesta por el euro y pide a los Gobiernos europeos algo así como un “ayudadme a ayudaros”. Uno de los problemas del TLTRO —y, sobre todo, de la compra de activos titulizados que se pondrá en marcha en octubre— es que redistribuye el riesgo de forma acelerada por Europa. Por eso, el BCE pide a los Gobiernos que asuman parte del riesgo ofreciendo, por ejemplo, garantías estatales a las titulizaciones de créditos a empresas. Y así parece que España lo hará, sobre todo si lo hacen otros.

Cabe esperar que el experimento funcione. Si las estimaciones del BCE y de la mayor parte de los analistas son certeras, la primera tanda de TLTRO —el de este jueves y el de diciembre— podrían aportar liquidez por valor de 400.000 millones de euros. Se espera que España pueda acaparar un 10% de la misma, aproximadamente. Como poco, sumará para confirmar un punto de inflexión en la financiación al sector privado que se afianzará en 2015. ¿Cómo hacerlo compatible con el reforzamiento de la solvencia bancaria? Los análisis más recientes sugieren que aquellos países que más rápido han progresado en términos de reestructuración y recapitalización de sus entidades financieras comienzan a tener más margen para prestar y a hacerlo a tipos más cercanos a quienes lo hacen más barato (como Alemania). El caso español aparece ya entre los principales ejemplos. Si a eso se suma su elevada participación en la titulización europea y que este mercado puede volver a tomar aire, cabe esperar también algo positivo.

Los problemas de los mecanismos de financiación bancarios son uno de los múltiples atascos de las dañadas arterias del crecimiento europeo y el TLTRO, el primer dilatador.

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