De las páginas de la Biblia al árbol de las bolsas de té
La papelera Miquel y Costas se implanta en Brasil y Filipinas
Papel de libro, de escribir, de fumar, de envolver naranjas, madalenas, para filtros de aspiradora, para baterías de automóvil, para cintas adhesivas, para monodosis de café, bolsas de té, apósitos sanitarios o telas sin tejer… Son algunos de los productos que fabrica Miquel y Costas, el grupo papelero que en 2025 cumplirá 300 años. El año pasado facturó 190 millones de euros (un 4,4% menos que el ejercicio anterior) y ganó 27 (un 1,1%), unas caídas que la compañía atribuye a la subida del precio de las materias primas y de la energía.
Pese al difícil momento del sector, el grupo apuesta por investigar nuevos productos de alto valor añadido y se dispone a invertir 30 millones de euros en los próximos dos años. Miquel y Costas exporta el 82% de la producción y durante este ejercicio dará el salto a Brasil y Filipinas. Por razones bien distintas.
En Brasil el grupo vende “desde hace tiempo”. A centros de impresión, que son un referente en las publicaciones religiosas; a industrias y a fabricantes del sector alimentario que consumen y demandarán cada vez más bolsas de té o café monodosis. “Pero queremos hacer un esfuerzo de proximidad con los clientes, de no ser solo exportadores, abriremos algo más que una oficina comercial, más parecido a una sociedad anónima”, explicaba esta semana Jordi Mercader, el presidente. “No descartamos una implantación industrial en el futuro”, acababa anunciando. “Pero no nos marcamos fecha”, aclaraba ante el revuelo creado y tras recordar que la llegada del grupo a Brasil se producirá “en un momento de menor excitación, de más tranquilidad” económica.
En el caso de Filipinas, el desembarco tiene que ver con la importancia del país para el abastecimiento de la materia prima con la que se elaboran las bolsas de té. La materia prima de las bolsas se extrae de una planta que se llama abacá, cuyo tronco tiene un filamento textil. De su recolección se suelen encargar las familias de las zonas rurales como complemento a sus ingresos. Las bolsas van del bosque a la fábrica de Tortosa (Tarragona), de ahí a la filial Terranova Papers, en La Pobla de Claramunt (Barcelona) para volver en algunos casos a Filipinas. “Queremos estar al lado de los industriales locales”, defiende Mercader. A punto para ofrecerles sus bolsitas el día que la población asiática comience a consumir en monodosis las infusiones que ahora consume a granel. Además, explica el presidente sobre la región, Filipinas e Indonesia son líderes en la impresión de biblias y coranes.
La casi tricentenaria empresa apuesta por productos de alto valor añadido y se dispone a invertir 30 millones en los próximos dos años
Mercader suele decir que el grupo que preside no se asienta en cifras de volumen, sino “en nichos y en la calidad”. “La decisión de tamaño es determinante. No quisiera tener el doble de cuota sino mantener el balance, ha costado 20 años”. En los últimos tres años Miquel y Costas ha obtenido un flujo de caja después de impuestos en torno a los 40 millones de euros y ha proporcionado una rentabilidad a los accionistas del 20%. En 2013, además, cerraron sin deuda y con un excedente de tesorería de 7,4 millones.
En el conjunto de las ventas el papel relacionado con la industria del tabaco —como los libritos de papel de fumar Smoking— todavía supone el 70% del total, pero en toneladas producidas el porcentaje en 2013 fue de solo el 57%. Y va a la baja, porque en 2012 fue del 62%, aunque la compañía es la tercera del sector a nivel mundial. En cambio, aumenta la fabricación de papeles para la industria (del 19% al 24% en 2013) y se estabilizan los destinados a la industria gráfica en un 19%.
En conjunto, el grupo tiene siete fábricas (en las provincias de Barcelona, Tarragona y Valencia y en Argentina) y una octava participada en Sevilla. La última en incorporarse al conglomerado ha sido la de La Pobla de Claramunt (Barcelona), que opera desde finales del año pasado y por ahora solo al 15%. Su construcción supuso una inversión de 45 millones de euros y creó 80 puestos de trabajo. En conjunto, la compañía tiene una plantilla de 302 empleados tras ejecutar un ERE en la planta de Tortosa el año pasado que supuso el despido de 12 personas.
Sobre los 30 millones de inversiones anunciados para este ejercicio y el próximo, Mercader desglosó que un 70% se destinará a mejoras en las plantas de producción, un 20% a inversiones corporativas y un 10% a la expansión internacional.
Con un accionariado formado en un 37% por los miembros del consejo y familias; un 24% por capital extranjero y un 38% nacional, la capitalización bursátil es de 360 millones de euros, una cifra que contrasta con el patrimonio neto de la compañía, de 211 millones. Este año ha repartido un dividendo de dos millones, un 6% más que en 2012.
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