“A los bancos les asustan Google o PayPal. Defendemos sus intereses”
Nicolas Huss (Niza, Francia, 1964) habla español como uno imagina que un francés pronuncia las palabras de Quevedo, con un timbre suave y reposado. Auténtico contraste frente al negocio y la compañía de la que, desde octubre de 2013, es consejero delegado: Visa Europe. La empresa de medios de pago exhibe poder financiero (ingresa 1.200 millones de euros) y una fuerte capacidad de lobby en Bruselas, que está usando para que la nueva directiva de tasas de intercambio —propone limitar las comisiones que el banco del establecimiento comercial paga por cada transacción al banco del titular de la tarjeta— sea benigna. Porque la competencia no hace prisioneros. Google, PayPal e incluso bitcoin son una nueva amenaza para la compañía que representa a esta industria desde hace 50 años.
La exigencia es máxima y la respuesta está siendo tecnológica (pagos sin contacto, o sea, acercando el plástico a un terminal lector, y monedero digital) y económica (los españoles gastaron 146.899 millones de euros con sus tarjetas en 2013, un 2,6% más). Mientras, al fondo, suena un antiguo mantra. “La economía sumergida se erradicaría si todo se pagase con tarjeta de crédito”. Esta idea les llevará a proponer al Gobierno que rebaje el límite máximo de pago en efectivo, ahora en 2.500 euros.
Pregunta. Solo lleva cuatro meses en la compañía, ¿dónde querría verla en cuatro años?
Respuesta. Lo más valioso para nosotros es continuar siendo el actor europeo más importante. Es innegociable.
P. El sistema financiero se dirige hacia una mayor regulación. ¿Cómo les afecta?
R. No voy a hablar de la banca porque es un mundo muy regulado. En cuanto a los medios de pago, vamos a una mayor regulación debido a la gran importancia que tiene el pago con tarjetas. La perspectiva de mayor control existe y tendremos que prepararnos.
P. ¿Considera que el sector está demasiado regulado?
R. La regulación es buena hasta un límite. Si llega a poner en peligro el modelo económico, entonces alcanzamos la frontera.
P. ¿Estamos cerca de ella?
R. En la parte económica bordeamos el límite. Siempre lo hemos dicho de forma clara: las tasas de intercambio no tienen lógica económica.
P. ¿Pero afectarán a su cuenta de resultados?
“Las tasas de intercambio
R. No. Nuestro modelo económico no se basa en esas tasas. Facturamos unos tres céntimos de euro por cada 100 de gasto con nuestras tarjetas. Es una media muy baja, y es la mayor parte de nuestros ingresos. La tarjeta tiene un valor increíble para el consumidor. Entonces, ¿por qué tener una tarjeta de coste cero cuando el efectivo sí lo tiene?
P. Pero parece que la tendencia es esa. En un escenario con las tasas de intercambio a la baja, el pago cada vez tiene menos valor.
R. El pago por tarjeta siempre tendrá valor, y será muy difícil remplazarlo. De hecho, los pagos electrónicos crecen constantemente. En 2020, el 50% de ellos se harán a través de dispositivos móviles. Será muy difícil sustituir este medio, salvo que haya una revolución tecnológica, que no veo.
P. Es conocido el poder de lobby de Visa en Bruselas. ¿Ha recurrido a toda su capacidad de influencia para que las tasas no fueran contrarias a sus intereses?
R. Tenemos un diálogo abierto y regular con la Comisión Europea. Conocen nuestros argumentos de primera mano y saben que queremos las mismas condiciones de juego para todos, y por eso pensamos que la legislación ayudará a aclarar los temas. Pero se trata de un proceso muy largo, probablemente la norma no entre en vigor hasta finales de 2015.
P. ¿No hay un desajuste en su negocio? Son muy activos en incorporar nuevas tecnologías, pero el consumidor parece que no tiene tanta prisa en adoptarlas.
R. El consumidor se adapta muy rápidamente. Hay cosas que tiene muy integradas, como el móvil. Es lo último que ve cuando se acuesta y lo primero cuando se levanta. Dicho esto, siempre dejamos la capacidad de acceder o no a la tecnología a nivel local, según las prioridades del negocio. Hay países en los que no hablamos de tecnología sin contacto (contactless) porque lo principal es el uso tradicional de la tarjeta.
P. El año pasado los terminales en los que se instaló tecnología sin contacto aumentaron en Europa un 177%, y las transacciones el 277%. Son cifras elevadas, pero también parten desde abajo.
R. La tarjeta está en el centro de la vida del consumidor y cualquier cambio requiere tiempo. Para cambiar las tarjetas sin contacto hay que hacer lo propio con todas las existentes y después adaptar los terminales. También es necesario modificar la mentalidad del consumidor.
P. ¿Cómo explica que en España el consumo esté desmoronado y el gasto con sus tarjetas suba?
R. Hay una mayor confianza del consumidor en el uso de los medios de pago electrónicos y cala el mensaje de que la tarjeta resulta más cómoda que el efectivo.
P. Comentaba que en 2020 la mitad de las transacciones de Visa se harán con dispositivos móviles. ¿No es demasiado optimista?
R. Ya estamos en un 17%. El pago móvil crece y el comportamiento del consumidor cambia.
P. Repiten mucho el mensaje de que más del 60% de los pagos en Europa se hace en metálico. ¿Es una evidencia del margen del negocio?
R. Personalmente me parece increíble que sea un porcentaje tan alto. Pero nos da bastante espacio de crecimiento.
P. ¿Crecen de manera orgánica o inorgánica?
“El pago por tarjeta siempre tendrá valor, y será muy difícil remplazarlo”
R. Es un sector de muchísima inversión, poco margen unitario y grandes volúmenes. Hasta ahora nuestro crecimiento ha sido orgánico. Pero no descartamos invertir directamente o crear participadas. Lo tenemos en mente.
P. ¿Y qué les interesaría?
R. La parte de processing (procesamiento de transacciones) y de nuevas tecnologías.
P. El sector es muy competitivo. Amazon y PayPal, junto con otros grandes de Internet, desarrollan sus propios sistemas de pago. Y Google, que ya tiene un monedero virtual, pergeña una alianza con MasterCard para emitir una tarjeta de débito de prepago.
R. Es muy competitivo, lo que es bueno para el consumidor. No hay que tener miedo a la competencia, ya que es la manera de obligarse a seguir evolucionando.
P. ¿Pero son conscientes de que si propuestas como bitcoin funcionaran sería el final de Visa?
R. Es algo que ocurre en muchos sectores. Vemos empresas que fueron importantes que se han quedado casi sin negocio. La transformación del mundo provoca que los retos crezcan. Pero desde hace 50 años Visa es la referencia mundial. Ahora bien, los bancos europeos son los dueños de la empresa [en su Consejo de Administración se sientan BNP Paribas, Lloyd’s y Royal Bank of Scotland, entre otros] y todas estas soluciones les asustan porque son competencia y también pueden desintermediar. Siempre hemos sido una extensión del negocio de los bancos y de alguna manera protegemos sus intereses. Soluciones como Google o PayPal están muy bien, pero tenemos que seguir defendiendo nuestra parcela. La última palabra la tiene el consumidor.
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