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Voto de confianza para Chipre

Pese a la mejora de la calificación, la economía se contraerá un 8% este año

Alicia González
Una sucursal del Banco de Chipre en Nicosia
Una sucursal del Banco de Chipre en NicosiaPATRICK BAZ (AFP)

Apenas siete meses después de acceder a un programa de rescate financiero, Chipre acaba de recibir el primer voto de confianza a su gestión. El pasado 29 de noviembre, la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s revisaba al alza la calificación de Chipre en una nota, de CCC+ a B-, al considerar que “los riesgos de implementación del programa financiero y, por tanto, del pago del servicio de la deuda han retrocedido” y al comprobar que la recesión “será menos severa de lo que habíamos estimado inicialmente”.

En el fondo, la nota de S&P no cambia casi nada del difícil escenario al que se enfrenta la pequeña isla mediterránea, pero es la primera buena noticia que recibe de una agencia de calificación en los tres últimos años. El mayor mérito es lograr esa mejora en un entorno en el que la economía se contraerá, según S&P, un 8% este año y un 6% en 2014. La previsión inicial era de una caída del 14% este ejercicio.

El Gobierno está decidido a cumplir el programa impuesto por la troika para recuperar, cuanto antes, la confianza de los mercados, uno de los grandes activos para un país donde todavía todo gira en torno al sistema financiero, que llegó a representar el 110% del PIB antes de la crisis.

“En los próximos años tenemos que hacer todas las reformas y los ajustes que deberían haberse hecho en los últimos 10 o 15 años”, aseguraba el ministro de Finanzas, Harris Georgiades, en el cuarto Foro Económico de Limassol, la reunión económica más importante del país. “La austeridad y los recortes presupuestarios no han sido una opción para este Gobierno”, admitía.

Tampoco ha sido una opción la penalización a los ahorradores chipriotas. El Gobierno y la troika acordaron el pasado mes de julio, por primera vez en la historia de la Unión Monetaria, imponer una quita del 47,5% a los depósitos de más de 100.000 euros del Bank of Cyprus y, desde marzo pasado, el sistema financiero opera en medio de controles de capital, que restringen la transferencia de depósitos al exterior. El objetivo de la quita era evitar que un rescate con dinero de los contribuyentes europeos pudiera acabar protegiendo a las grandes fortunas rusas asentadas en la isla, dijeron los dirigentes europeos. Pero quienes conocen cómo se hacen estas operaciones lo desmienten. “Los grandes capitales de Rusia sacaron su dinero mucho antes de los controles de capital. Los perjudicados son los ahorradores chipriotas”, aseguraban en las terrazas del Four Seasons de Limassol algunos de los asesores fiscales más reconocidos del país, bajo condición de anonimato. El Gobierno está decidido a levantar los controles de capitales en la primavera de 2014, pero pocos fuera del país creen que eso vaya a ser posible. “No veo cómo van a poder hacer frente a una retirada masiva de depósitos si se levantan las restricciones. De los controles de capitales se sabe cuando se imponen, pero siempre hay que retrasar su retirada”, apuntaba Guillermo Nielsen, presidente de Strategic Investments y antiguo secretario de Hacienda de Argentina, tras intervenir en el Foro. El grifo de la financiación está cerrado y la deuda de las empresas ronda el 160% del PIB.

Los expertos ven muy difícil levantar los controles de capital en 2014

Los expertos convocados al encuentro aplaudían las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo y pero discrepaban del optimismo de las previsiones oficiales. “La reducción del sistema financiero era inevitable y necesaria y la recapitalización de las entidades avanza a buen ritmo. Pero no acabo de ver qué actividad va a suplir el ajuste que se está llevando a cabo en el sistema bancario, cuál va a ser el motor de crecimiento que lo sustituya”, admitía Guntram Wolff, director del think tank europeo Bruegel, en una pausa para el café.

“Si los chipriotas dicen que van a salir, es que van a salir. Tienen una determinación muy fuerte y son capaces de vender arena del desierto”, aseguraba Eugenia Ortiz, una española afincada en Limassol y abogada de la firma Neocleous. Los empresarios de la zona confían en el negocio derivado de un nuevo proyecto portuario en Limassol y la explotación de los yacimientos de gas y petróleo de la costa chipriota representan la eterna promesa, condicionada por factores geopolíticos. El turismo es otra de las apuestas del país y ya representa el 10% del valor añadido. De nuevo, los chipriotas confían en el mercado ruso —el segundo en importancia para la isla tras el Reino Unido— y esperan que el número de turistas de aquel país ronde en 2014 los 800.000 visitantes, un 20% más que este año.

La única resistencia del Gobierno chipriota a las exigencias de la troika ha sido a aplicar nuevos impuestos, un mensaje que el ejecutivo repite sin cesar. “Lo que puedo garantizar es que no habrá nuevos impuestos”, aseguró Georgiades a los numerosos empresarios que acudieron al Foro Limassol. Chipre tiene el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades más bajo de toda la Unión Europea, un 10%, y esa ventaja le ha permitido ser la sede fiscal de muchas grandes empresas europeas, como el grupo Louis Vuitton Moet Hennessy. Tampoco tiene impuestos sobre la vivienda ni tasas a nivel municipal. De ahí que el plan de privatizaciones que ha presentado esta semana sea un eje fundamental de su plan de ajuste.

El Ejecutivo prevé recaudar 1.400 millones de euros de la venta de empresas públicas entre 2016 y 2018 y afecta a la compañía de telecomunicaciones CyTA; la empresa de electricidad EAC; los puertos de Larna y Limassol y muchas pequeñas participaciones del sector público en compañías madereras, la Bolsa, o incluso panaderías. Las protestas de los empleados públicos no se han hecho esperar, pero nada comparado con las demostraciones de sus homólogos griegos.

De hecho, y pese a la dureza del último año, los chipriotas mantienen la confianza en su futuro. Los cafés, que concentran la vida social del país, bullen a la caída de la tarde y ni la elevada tasa de paro ni las rebajas de salarios que están sufriendo quienes aún mantienen su empleo impiden compartir una charla relajada con los amigos con una taza humeante entre medias. Los ciudadanos están tirando de sus ahorros y la vida sigue aparentemente igual, pero eso tiene un límite y el consumo se empieza a resentir. Las tiendas que jalonan la céntrica calle de Lidras están llenas de carteles de descuentos y rebajas, que explican que por quinto mes consecutivo la inflación se adentra en territorio negativo y aceleran el descenso en noviembre hasta el 2,1%. 2014 despejará las dudas definitivamente: si los chipriotas tienen razón para su optimismo o si, por el contrario, eran los otros los que tenían razón.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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