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La alianza de Repsol y Pemex, en el alero

La ruptura obligaría al grupo mexicano a retirar su representante en el Consejo de Administración de la petrolera española, que se reúne el próximo miércoles

Antonio Brufau, presidente de Repsol
Antonio Brufau, presidente de Repsol Luis Sevillano

Las explosivas declaraciones que el director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya, realizó el pasado miércoles ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados de su país han puesto al borde del abismo la Alianza Industrial Estratégica que la empresa firmó con Repsol en enero del pasado año. Lozoya arremetió contra el presidente de la petrolera española, Antonio Brufau, al que responsabilizó de la que él considera negativa evolución de las acciones del grupo. Asimismo, criticó las “altas remuneraciones” de este y dejó clara su oposición a que continúe en el cargo.

Estas afirmaciones de Lozoya, por sí solas y al hacerse en sede parlamentaria, serían motivo suficiente para romper la citada alianza e, incluso, a que el representante de Pemex en el consejo de administración de Repsol tuviera que abandonar ese puesto. La alianza, que ponía fin al conflicto que había provocado el intento de Sacyr con el apoyo de Pemex de desbancar a Brufau, se formalizó, precisamente, para facilitar la presencia de una empresa competidora en el consejo de otra, como es el caso.

Pemex se comprometió a apoyar el liderazgo de Repsol

Las dos empresas firmaron unos acuerdos por los que salvaban las reglas de competencia. Entre ellos, Pemex se comprometía a no bajar del 5% y no superar el 10% de Repsol, a “apoyar la estructura de gobierno y liderazgo de Repsol y su actual composición” y a contar con la empresa española “para evaluar y promover las oportunidades de negocio que puedan resultar de interés mutuo”. En ese sentido, se ha suspendido la colaboración en uno de los proyectos que tenían más avanzados.

Asimismo, se constituyeron varios comités con funciones consultivas e informativas en las distintas áreas funcionales (exploración, producción, comercialización...) y en condiciones paritarias. Si cualquiera de estos acuerdos se incumple, se aplicaría la regla general que veta el acceso al consejo a competidores.

La desconfianza que han generado las declaraciones y la animadversión de Lozoya contra Brufau no invitan precisamente a avanzar en la alianza. Sin embargo, el presidente de Repsol prefiere calmar las aguas y reconducir la situación para volver a la normalidad. En caso contrario, la empresa tendría que convocar junta general extraordinaria para que lo aprobase la mayoría de los accionistas.

Reunión clave el próximo miércoles

El asunto se pondrá sobre la mesa el próximo miércoles en la reunión mensual que celebrará el máximo órgano de administración de la petrolera. El consejo lo forman 16 miembros, de los cuales seis se los reparten los socios del núcleo duro de accionistas (dos corresponden a CaixaBank, otros dos a Sacyr, uno a Temasek y otro a Pemex), otros ocho son independientes (Paulina Beato, Artur Carulla, Luis Carlos Croissier, Ángel Durández, Javier Echenique, Mario Fernández, Isabel Gabarró y Henri Philippe Reichstul) y dos ejecutivos (Brufau y el secretario, Luis Suárez de Lezo).

Será la primera oportunidad para medir la temperatura que hay en el seno de la empresa. Todo dependerá de la actitud que mantenga Pemex antes y después del consejo. Su representante, Arturo Henríquez, tendrá la ocasión de explicar la postura del grupo mexicano en el citado consejo. También podrá explicar el objetivo de la reunión que mantuvieron en Houston (Texas, EE UU) Lozoya y el director de Pemex en España, José Manuel Carrera, y él con representantes del bufete Cuatrecasas, del banco Crédit Agricole y de una firma especializada en aglutinar votos de inversores (proxy).

Ese encuentro se enmarca en la ofensiva lanzada contra Brufau desde México y, según algunas fuentes consultadas, perseguiría la preparación de una solicitud para convocar una junta general extraordinaria y plantear en ella la sustitución de Brufau al frente de Repsol. Para convocar una junta es necesario un 5% del capital, que Pemex supera de sobra (tiene el 9,34%) y para sustituir al presidente se precisa superar el 50%. Según todos los indicios, esta posibilidad se antoja bastante remota, toda vez que el resto de accionistas del núcleo duro (La Caixa, con 12,02%; Sacyr, con el 9,52%, y Temasek, con el 6%) se han desmarcado de la operación. Es decir, necesitaría arrancar al menos un 41% del 63% del capital que está en manos de minoritarios o de fondos de inversión.

El objetivo prioritario del pretendido cambio sería hacer un nuevo intento de acuerdo con YPF para cerrar el conflicto por la expropiación del 51% hecha a Repsol. Precisamente, el inicio de la ofensiva de Pemex fue la oferta de YPF llevada por Lozoya al consejo de Repsol. Esta oferta —consistente en la creación de una sociedad en la que participaría Pemex y el pago de 5.000 millones de dólares (unos 3.500 millones de euros) mediante en bonos de 1.500 millones y activos sin explorar del orden de 42.300 dólares el acre— fue rechazada por el consejo, incluido el consejero de Pemex. El grupo español ha exigido una compensación de justamente el doble, aunque está dispuesta a negociar un acuerdo sobre cifras y activos reales, según han subrayado sus responsables reiteradamente.

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