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La joya y la migraña de Monasterio

Una casa rural municipal que costó más de 400.000 euros hace de un pueblo de Burgos con 48 vecinos el más endeudado por habitante de España

Thiago Ferrer Morini
José Luis María, alcalde de Monasterio de la Sierra (Burgos), frente a la casa rural municipal.
José Luis María, alcalde de Monasterio de la Sierra (Burgos), frente a la casa rural municipal.ÁLVARO GARCÍA

Por la ventana, tras los tejados del pueblo, se ven los miles de robles, aún sin hojas, que cubren el valle del Valladares. José Luis María (PP), alcalde de Monasterio de la Sierra (Burgos) desde julio de 2011, asegura: “Esto, con los colores del otoño, es una maravilla”. El panorama se ve desde una de las habitaciones de la casa rural La Casa del Toro. Inaugurada el 26 de septiembre de 2011 y propiedad del Ayuntamiento, tiene una placa en la puerta que indica el coste de su construcción: 408.000 euros.

Esta cifra ha convertido a este municipio en el más endeudado de España por habitante: 8.891 euros por cada uno de los 46 vecinos. Esa cifra representa casi 12 veces la deuda media por habitante de los ayuntamientos de España, que asciende a 744 euros.

Los monasterianos no se han tenido que hacer cargo de todo el coste de la obra. Un 29,7% se ha financiado con ayudas: de la UE, del Gobierno central y de la Junta de Castilla y León. Pero el resto ha salido íntegramente de un crédito ICO suscrito por el Ayuntamiento, que en 2012 presentó unos presupuestos de 105.000 euros, de los que casi la mitad proceden de la Diputación. La mayor fuente de ingresos del consistorio es la explotación de montes comunales.

La casa rural, de cerca de 600 metros cuadrados y seis habitaciones dobles, recibe huéspedes desde marzo de 2012, a pesar de no estar del todo terminada. El ático, con las paredes sin pintar y el suelo cubierto de cartones, contrasta con el olor a nuevo y a la limpieza del resto del edificio. “Queremos montar aquí un salón”, afirma el alcalde. A pesar del coste, está orgulloso de La Casa del Toro. “Esta casa es nuestra joya y nuestro dolor de cabeza”, dice con una sonrisa.

La casa recibe huéspedes desde marzo de 2012, pese a no estar del todo terminada

Pero al alcalde, un ebanista de 58 años con los ojos muy azules, esa migraña no le quita el sueño. “Tenemos toda esa deuda, sí”, afirma, “pero no es real”. Y enumera las condiciones del acuerdo: 15 años para pagar, cinco de carencia y un 0,5% de interés anual. “Yo no me siento endeudado. Y estoy bastante tranquilo”.

Por ahora, la casa solo se ha arrendado “a personas que conocemos”, según el alcalde. El edificio solo se alquila entero, por 200 euros la noche. El año pasado el Ayuntamiento cobró 5.000 euros en concepto de pernoctaciones. Pero no es rentable. “Creo que ninguna casa rural es rentable ahora mismo”, afirma el regidor. La subvención obliga a tener un empleado cuidando del edificio, “haya gente o no”. La paga es simbólica. “Afortunadamente, tiene una explotación ganadera, por lo que puede compatibilizar”, indica María.

La esperanza de Monasterio está unos cuantos kilómetros río Valladares abajo. Allí, un inmenso teleférico industrial cruza el valle y señala el lugar de la obra de la presa de Castrovido, planeada desde los años 60 y donde se cruzan dos intereses contrapuestos: por un lado, la necesidad de evitar las inundaciones en la cuenca del Arlanza, y por otro, proteger el espacio natural de la sierra de la Demanda. Tras décadas de debate, las obras se pusieron en marcha.

Para Jesús María, alcalde de Monasterio entre 2003 y 2011 (sin parentesco con el alcalde actual) era el momento para intentar atraer el turismo: “El Gobierno regional nos dijo que el embalse aumentaría el atractivo de la zona”, además de pagar impuestos por las zonas inundadas. El exalcalde, también del PP, decidió construir la casa rural con financiación municipal al ver que no atraía inversores pese a que “el pueblo siempre ha estado abierto”. Según el anterior regidor, de 48 años, la obra era necesaria para que el pueblo siguiera vivo: “Los jóvenes no quieren seguir cuidando del ganado. Y hay que dar continuidad a Monasterio”.

Pero el plan se torció. Diez días después de la inauguración de la casa, un accidente en el tajo de la presa mató a cuatro trabajadores. Las obras se paralizaron y todavía no se han reanudado.

“La Junta nos dijo que el embalse de Castrovido aumentaría el atractivo de la zona”, afirma el exalcalde

Paradójicamente, las lluvias de este invierno pueden haber sido la salvación del proyecto: el Arlanza se ha desbordado dos veces y, según el presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero, José Valín, las obras “proseguirán, dependiendo de la disponibilidad presupuestaria”. En todo caso, afirma, es “imposible” que el proyecto esté terminado antes de 2016, fecha en la que el ayuntamiento de Monasterio ya deberá haber pagado la primera cuota de 42.000 euros. “Lo lógico es que se acabe a principios de 2017”, pronostica Valín.

El municipio no cobrará hasta que el embalse esté lleno, pero eso no preocupa al alcalde de Monasterio. “Tenemos 200.000 euros que nos servirán para tirar adelante si la presa se retrasa. Y también contamos con la ayuda de la Diputación”.

Para Rafael Bañón, director del máster en Gobernanza y Administración Local de la UCM, esta clase de endeudamiento es “una barbaridad”. Pero, señala, común en España. “Hay poca capacidad de control de los gobiernos locales”, afirma. Bañón considera que la atomización de los 8.116 municipios españoles les convierte, en la mayoría de los casos, en económicamente inviables. “Un municipio de 50 habitantes no tiene capacidad de inversión y, muchas veces, ni siquiera de prestar servicios”, dice.

Si los vecinos de Monasterio tienen, o tuvieron, dudas acerca de si construir la casa fue una buena idea, se las reservan para sí. Lo único en lo que coinciden todos es en elogiar la obra. “Lo importante ahora es que nos ayuden a pagar la deuda”, afirma Nicolás García. “Las crónicas del pasado no sirven para nada”.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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