Al campo no le salen las cuentas
El valor de la producción se estanca, mientras los costes crecen un 50% en una década
La renta agraria española ascendió hasta 22.442 millones de euros en 2011, un incremento del 1,1% sobre el ejercicio anterior, según los datos estadísticos provisionales manejados por el Ministerio de Agricultura. Sin ser un año malo, hay que tener en cuenta que se trata de una cifra inferior a la renta agraria de hace una década. Hay más datos que consolidan una evolución negativa del sector. Agricultores y ganaderos han ganado en productividad y competitividad, pero no aumenta el valor de la producció y, sobre todo, cada año crecen los costes de producción.
En líneas generales se puede hablar de un mal año en el volumen de las producciones agrícolas por la sequía y las heladas —especialmente en los cereales, patatas, frutas, girasol o algodón— y récord en siniestralidad, con casi 150.000 incidencias y unas indemnizaciones de 800 millones de euros. Por el contrario, ha sido un año bueno en los precios, con unas cotizaciones que han alcanzado unas cifras récord, especialmente en uva, en zonas excedentarias, pasando de 0,12 a 0,30 euros kilo, y para los cereales, con subidas de hasta un 40% que han seguido a precios ruinosos para los ganaderos.
En el caso de las cabañas ganaderas, el año supuso una estabilidad en las producciones y también subidas moderadas de los precios en una media del 9,6%. En la parte negativa destacan la leche y el ovino, que siguen en caída libre de precios. En la positiva, el incremento del 44% en los precios de los huevos tras el recorte de censos por la aplicación de las normas obligatorias sobre bienestar animal. Fue un buen año para el porcino —España es el segundo país productor de la UE— y para el vacuno de carne, con precios altos por las elevadas exportaciones a los países árabes.
La morosidad ha pasado en tres años del 3% a superar el 7%
A pesar de ese incremento oficial de las rentas agrarias, la realidad es que al sector no le salen las cuentas, tanto en las producciones que han experimentado estabilidad o caídas de los precios como la leche, pero tampoco a otras producciones que han tenido unas cotizaciones récord.
Además de la renta agraria, hay otros tres datos que reflejan con más claridad la realidad del sector: los niveles de endeudamiento, el valor de la producción final y los costes de producción. El endeudamiento se ha movido en los últimos meses entre los 22.000 y 23.000 millones de euros. No es una cifra elevada si se compara con el volumen de la renta. Pero lo preocupante —y que refleja fielmente la situación del sector— es que el porcentaje de morosidad ha pasado en tres años del 3% a superar el 7% en un contexto donde pagar lo que se debe a costa de quitárselo de otra cosa es una filosofía arraigada.
El valor de la producción final agraria —al margen de años de buenas y malas cosechas, con cotizaciones al alza o a la baja— ha oscilado en la última década entre los 38.000 y los 42.000 millones de euros. Y no cabe asociar esa situación a la existencia de un sector carente de estructuras productivas o de una actividad y unos profesionales poco competitivos. Al margen de las limitaciones que suponen las condiciones climatológicas, el agua, las sequías o la calidad de los suelos, el sector agrario es una actividad eficiente en la producción de frutas y hortalizas en volumen y precios frente a otros países comunitarios e incluso ante terceros países. Clima y agua condicionan los rendimientos del cereal en una parte del país, pero las cosechas son similares a las comunitarias allí donde se dispone de riegos, aunque ello supone elevar los costes de producción. Una situación similar se repite en la remolacha, donde los rendimientos medios en las ultimas campañas se han situado en 105 toneladas por hectárea, una cifra de las más elevadas de la UE, pero con el hándicap del mayor coste de la energía para el riego.
Los productores exigen un mayor papel en la fijación de los precios
La ganadería es un sector eficiente en la producción de vacuno de carne, hoy ganando mercados en los países árabes; en huevos, en porcino —cuyas exportaciones suponen el 35% de la producción— o en pollos. Están cambiando las estructuras en las explotaciones lecheras, con elevados rendimientos y un coste añadido por una alimentación basada más en piensos importados que en recursos propios
Finalmente, con datos de la última década, el valor de los costes de producción ha crecido un 50%, pasando de 14.000 a 21.000 millones. Mientras esos medios de producción suponían hace cinco o seis años entre un 30% y un 40% del valor de la producción total agraria, en 2012 ya han supuesto el 50% consecuencia de los incrementos de los precios de abonos —con el poder dominante de Fertiberia—, las semillas, la energía, seguros o piensos. Es el gran agujero negro.
Con todas esas cifras por delante, cada día salen peor las cuentas, con riesgo de llegarse “lo comido por lo servido” si no se incurre en pérdidas.
Frente a esta situación, el sector agrario y la Administración coinciden, ahora más que nunca, en la necesidad de resolver definitivamente problemas históricos y otros advenidos como el poder de la gran distribución.
Isabel García Tejerina, secretaria general de Agricultura, está convencida de que se puede hacer mucha política agraria con escasos recursos, compaginados con una buena defensa de los intereses españoles en Bruselas y desde el diálogo con el sector productor. En esta línea se hallan las iniciativas legislativas para ordenar y concentrar la oferta agraria y los medios de producción a través de una mayor integración cooperativa, así como el desarrollo de una cadena alimentaria equilibrada donde los productores en origen tengan una mayor participación en la fijación del precio final de sus productos. García Tejerina considera fundamental la puesta en marcha de estructuras a pie de campo que ofrezcan asesoramiento, información y servicios para que agricultores y ganaderos tengan siempre a mano la mejor opción a la hora de tomar una decisión en la gestión de sus explotaciones, y recuperar las extintas Agencias de Extensión Agraria, con más prestaciones, utilizando las nuevas tecnologías
Para el responsable de los servicios técnicos de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), Javier Alejandre, es importante producir más y con más eficiencia desde la información, el conocimiento, el asesoramiento, una mejor organización en la gestión y reducir el peso de los costes de producción, en muchos casos en manos de oligopolios o sin el apoyo o control necesario desde la Administración. Pero, en otra dirección, se ve inaplazable lograr un mayor equilibrio entre los intereses de la cadena alimentaria para que el sector agrario obtenga una parte más importante del valor final de sus productos. Todo para que salgan las cuentas al margen de las subvenciones comunitarias y haya razones para seguir en la actividad agraria y vivir en el medio rural, aunque se sigan desmantelando todo tipo de servicios.
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