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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La nueva clase: los vulnerables

Hay un nuevo grupo social que oscila entre los pobres y la clase media

Joaquín Estefanía

Tanto en la propia Cumbre Iberoamericana de Cádiz como en las distintas reuniones previas y paralelas, se llegaba a las mismas conclusiones sobre política económica: los antiguos ortodoxos habían devenido en heterodoxos, y viceversa. Unos habían aprendido las principales lecciones del pasado y otros están cometiendo idénticos errores. Como ha escrito alguien, la historia económica tiene a menudo la nitidez engañosa de un informe de autopsia.

Los países latinoamericanos, en general, están creciendo y han visto disminuir la pobreza y la desigualdad (aunque siguen persistiendo ambas en amplios porcentajes de la población), mientras los europeos (España y Portugal, presentes en Cádiz) sobreviven sumidos en una profunda recesión, con crecimientos exponenciales del paro, empobrecimiento de las clases medias y aumento dramático de la mortandad de empresas, sobre todo pequeñas y medianas.

Los datos de la zona son espectaculares. Según el informe La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, publicado recientemente por un grupo de investigadores del Banco Mundial (BM), después de una década marcada por un crecimiento económico sostenido (a pesar de la crisis financiera global de 2008 y 2009) y por la disminución de la desigualdad en numerosos países, la pobreza moderada disminuyó en AL en más de 10 puntos: de más del 40% de la población total en 2000 a menos del 30% en 2010, lo que supone que unos 50 millones de personas salieron de la misma a lo largo de este decenio.

La pobreza moderada disminuyó en América Latina en más de 10 puntos entre 2000 y 2010

Hasan Tuluy, vicepresidente del BM para la región, calcula que al menos el 40% de los hogares de la región han ascendido de “clase socioeconómica” entre 1995 y 2010. La mayoría de los pobres que ascendieron no se registraron directamente en la clase media, sino que pasaron a formar parte de un grupo intermedio situado entre los pobres y la clase media que se denomina la clase de los vulnerables (personas con ingresos mayores a cuatro dólares diarios y menores a 10) y que constituye en la actualidad el grupo social más numeroso de toda la región. Aun así, la clase media creció de manera notable: de 100 millones de personas en 2000 a 150 millones en 2010.

¿Por qué esta aceleración tan grande de la movilidad social? Hay una combinación de factores entre los que se encuentran políticas macroeconómicas muy pragmáticas y bien elaboradas; muchos países están inmersos en políticas heterodoxas y semiestatalistas, que combinan la estabilidad macroeconómica con aumentos de la liquidez, gastos en infraestructuras, reducción del superávit primario, políticas sociales, etcétera. Han dejado de lado los aspectos más fundamentalistas del Consenso de Washington como la estabilidad presupuestaria como única prioridad y a costa de lo que sea, incluso del crecimiento económico.

AL ha conservado un sistema financiero básicamente sano, a diferencia de otras crisis

Por otra parte, AL ha conservado un sistema financiero básicamente sano, a diferencia de otras crisis recurrentes anteriores. Además, en esta ocasión su verdadero problema diferencial no ha sido el paro (como sí ha ocurrido en Europa), sino que como consecuencia de esas políticas macroeconómicas contracíclicas y de la existencia de programas sociales de mayor magnitud y calidad se ha creado empleo y en muchos casos dentro del sector formal de la economía, no solo —como antaño— en la economía sumergida. Ello es lo que establece la diferencia de tendencias entre el Latinobarómetro y el Eurobarómetro: mientras que en el primero los ciudadanos se muestran mayoritariamente esperanzados en que sus hijos vivan mejor que ellos, en el viejo continente sucede lo contrario.

Es por ello por lo que las palabras que aparecen en la Declaración de Cádiz (“participar en un proceso de crecimiento conjunto y desarrollo sostenible centrado en el bienestar, para satisfacer las necesidades concretas de nuestros pueblos (…), la reducción de la pobreza, el incremento de la cobertura, la mejora de la calidad y el acceso equitativo a los servicios públicos y a la Seguridad Social, la creación de trabajo decente y de calidad, la protección de los grupos más vulnerables…) no son solo palabras, sino que manifiestan toda una declaración de intenciones. El “prestigio intelectual del pesimismo” (concepto desarrollado por José Juan Ruiz, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo) ha cambiado de escenario: ahora no está en AL, sino en Europa.

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