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La hora de la quita oficial en Grecia

Los esfuerzos para estabilizar el nivel de deuda pasan por una nueva reestructuración

Alicia González
Funcionarios en una protesta en Atenas el pasado día 10
Funcionarios en una protesta en Atenas el pasado día 10Orestis Panagiotou (Efe)

En Grecia, los números siguen sin cuadrar. Apenas ocho meses después de aprobado el segundo programa rescate de la economía griega, con un nuevo Gobierno de coalición en el poder y la aprobación de un severo programa de ajustes y reformas, el escenario diseñado para la salida de la crisis sigue sin parecer realista. Incluso ahora, que las autoridades europeas barajan dar dos años extra para que el país alcance los objetivos de consolidación fiscal del programa de rescate, pocos confían en que para 2020 la deuda pública pueda estabilizarse en el 120% del PIB. Un nivel que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha fijado como la línea roja del plan y que le ha enfrentado a la Comisión Europea.

Mientras, Atenas sigue esperando el desembolso de 31.500 millones de euros pendientes desde junio para evitar un impago en los próximos vencimientos de su deuda y que, previsiblemente, será aprobado el próximo martes en una reunión extraordinaria de la troika —Banco Central Europeo (BCE), FMI y Eurogrupo—. “Los planes de austeridad están empujando a Grecia a un círculo vicioso, en el que las medidas para reducir el déficit provocan, de hecho, un aumento del nivel de deuda”, asegura Björn Hacker, responsable de política económica y social europea de la fundación alemana Friedrich Ebert Stiftung.

El nuevo escenario de crecimiento que acaba de hacer público la Comisión Europea asume que el stock de deuda de este año es 16 puntos mayor que el que había previsto en primavera y lo sitúa en el 182,1% del PIB para finales de este ejercicio. Según los cálculos de JP Morgan, si a eso se le añade el retraso en la consecución de los objetivos fiscales, el ratio de deuda sobre el PIB se dispara al 156% para 2020. Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff apuntan en su libro Esta vez es diferente. Ocho siglos de necedad financiera que, a partir de un nivel de deuda del 90% del PIB, el crecimiento se ve afectado significativamente, un factor que agrava el círculo vicioso en el que se encuentra Grecia.

Pero las autoridades europeas siguen alzando la bandera de la austeridad, con ligeras concesiones, como receta para afrontar esta crisis. Y en ello trabajan. En una nota a clientes, los analistas de JP Morgan subrayaban esta semana que “si el Eurogrupo está trabajando con los nuevos números de la Comisión, es difícil entrever cómo los nuevos objetivos de consolidación fiscal pueden alcanzarse sin la implicación del sector público”, una forma de evitar llamarlo por su verdadero nombre: una quita de la deuda en manos del sector público.

El 70% de la deuda pública griega está en manos oficiales

Y ahí el consenso entre los analistas está creciendo. Básicamente, porque el 70% de la deuda griega está en manos del sector público y el sector privado ya aceptó en marzo una quita para condonar hasta el 70% del valor de los títulos en su poder. “Parece que en el caso de Grecia una nueva quita será inevitable y, por supuesto, deberá contar con la participación del sector público”, admite Hacker, desde Berlín. “La sostenibilidad de la deuda griega: la necesaria reestructuración de los títulos en manos del sector público”, titulaba Goldman Sachs uno de sus últimos informes. Es lo que algunos expertos financieros asimilan a la iniciativa de condonación de deuda que los países ricos pusieron en marcha a finales de los años noventa bajo el paraguas del FMI y el Banco Mundial para los países en vías de desarrollo (HIPC, por sus siglas en inglés). “Es un HIPC para Grecia”, apuntan.

Pero la solución no resulta tan sencilla. Los analistas del fondo de inversión Exane BNP Paribas admitían esta semana que, dada la situación, parece inevitable que “los Gobiernos tendrán que pagar esta vez por la deuda de Grecia, lo que puede ser visto como una mutualización de la deuda hecho por la puerta de atrás”. El BCE ya ha advertido que el tratado de la UE “prohíbe una quita sobre la deuda en manos del banco central”. Sin embargo, Jens Weidman, uno de los halcones del BCE y presidente del Bundesbank, cree que una quita de parte de la deuda griega “solo tendría sentido como recompensa por la aplicación de un profundo programa de reformas que ponga a las finanzas griegas en una senda sostenible”. Algo es algo.

Los expertos barajan diversas opciones para la quita. En Exane BNP Paribas creen que la solución podría pasar por menores tipos de interés, o una moratoria en el pago de los intereses de la deuda y, quizás, un alargamiento de los vencimientos. “Esto tiene la ventaja política de que hace el alivio de la deuda menos evidente para los ciudadanos de los países acreedores, sin tocar, además, el valor teórico de los mismos”.

El BCE recuerda que el tratado prohíbe una quita de la deuda en su poder

Para Zsolt Darvas, investigador del think tank europeo Bruegel, “una estrategia creíble debería incluir tipos de interés cero para los préstamos oficiales hasta 2020 y la indexación de los préstamos a la evolución del PIB”. Esa estrategia supondría en la práctica, según Darvas, una quita de la deuda “pero podría ser políticamente más aceptable” y permitiría que los acreedores se beneficiaran de una posible recuperación de la economía. Darvas incluso cree que se pueden superar los obstáculos que impiden la participación del BCE: los beneficios que el BCE recibe de la deuda griega serían transferidos en última instancia a los países de la eurozona, que deberían garantizar a su vez esos ingresos a Grecia. Según cálculos del sector privado esa medida podría suponer entre 6.000 y 7.000 millones de ahorro al año para Grecia, una cifra nada desdeñable para un país que afronta su sexto año en recesión.

De nuevo, los riesgos políticos

Cuentan que en una de las múltiples reuniones en las que la canciller Angela Merkel exigió mayores ajustes y reformas al gobierno griego, el primer ministro Antoni Samaras le espetó: "¿No se da cuenta de que somos la mejor opción política posible para todos, que si el actual Gobierno de coalición cae será el caos en Grecia?". Aunque la apelación de Samaras tuviera poco efecto sobre Merkel, lo cierto es que la amenaza de inestabilidad política es un factor que mantiene en vilo a muchos analistas y que podría echar por tierra cualquier intento de estabilizar las finanzas del país. Desde las elecciones del pasado mes de junio el gobierno griego está formado por una coalición del partido conservador Nueva Democracia, los socialistas del PASOK y los diputados de Izquierda Democrática. En la reciente votación del nuevo paquete de recortes presupuestarios, uno de los diputados de Nueva Democracia votó en contra de la ley y fue inmediatamente expulsado del partido nada más terminar la votación parlamentaria. Samaras quiere evitar fisuras en su formación como las que en su día provocaron la caída de su antecesor, el socialista Giorgos Papandreu.

Según uno de los grupos de análisis político con más eco entre los inversores de Londres, la mayor amenaza al actual gobierno de coalición procede de la situación interna de PASOK. Tanto que solo se atreven a garantizar la pervivencia de la coalición gubernamental para los próximos seis meses. "El riesgo principal para la estabilidad del gobierno no procede de los partidos de la oposición o del creciente descontento social, sino del PASOK", señalan en su nota. La pérdida de popularidad de los líderes socialistas está cuestionando el liderazgo de Evangelos Venizelos y los analistas temen que "si hay más bajas o una división profunda en el partido puedan reducir a la mínima la mayoría parlamentaria del Gobierno". Este grupo de análisis culpa, en buena medida, a la troika de su miopía a la hora de lidiar con Grecia. "Al ejercer tanta dureza con el Gobierno, la fragilidad de la coalición ha aumentado y puede ser el mayor riesgo político de todo 2013 junto a las elecciones en Alemania".

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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