La edad como inconveniente
Muchas empresas diseñan su política de personal en función del coste. Quieren reducir la antigüedad. Solo el 35% de la plantilla de lleva más de diez años
En el mercado laboral, la edad sí que importa. Para fichar personal y para despedirlo. La crisis y el enorme paro al que se enfrenta España han puesto aún más de relieve esta situación, sacando del mercado al personal más joven y precario y al más maduro y caro por su antigüedad en el puesto. Gran parte de las empresas diseñan sus políticas de personal en función del coste y, en opinión de José Urquiza, socio de la consultora de recursos humanos Mercer, “ni siquiera en momentos de crisis está justificada la gestión por el precio porque el activo más grande que tiene una compañía son sus recursos humanos. Las empresas que actúan así corren el riesgo de perder su identidad”.
Pero, como asegura el director de la oficina de trabajo de la Universidad Oberta de Catalunya, Josep Ginesta, “las reformas que se están acometiendo en el mercado de trabajo van precisamente en la dirección del low cost. Y nunca vamos a poder competir por esta vía con otros países que son mucho más baratos como los asiáticos”.
Pese a esa conclusión, las direcciones de las organizaciones lo tienen claro: “Si tengo que contratar a alguien mañana, quiero a un profesional de 35 años, que es suficientemente barato, tiene experiencia y capacidad de aprender”, asegura un alto ejecutivo de una multinacional que pide anonimato. Sin embargo, a la hora de despedir se está recurriendo a los mayores de 50 años de forma generalizada. “Aunque esté de moda decir que se valora la experiencia y la gente experimentada, es una moda que no tiene nada que ver con lo que se hace en las empresas en realidad. La edad es un inconveniente cuando superas los 45 años”, agrega contrariado por semejante descapitalización este ejecutivo, que acaba de acometer un expediente de regulación de empleo.
“Las empresas están trazando una raya a partir de los 50 años. Se están desprendiendo del personal más caro y de mayor antigüedad. Lo están haciendo muy mal porque abandonan las organizaciones talentos sénior muy necesarios en unos momentos en que no se sabe muy bien hacia dónde se va”, critica el director general de la Asociación para el Prograso de la Dirección (APD), Enrique Sánchez de León.
Los mayores de 50 años son los primeros en salir de las compañías
Esa afición de las empresas a mirar los costes laborales para confeccionar o redimensionar sus plantillas implica que, como reconoce el director de recursos humanos de General Dynamics, Enrique Novella, “estamos sacando muy poco partido al personal de 45 a 65 años en las empresas, pese a ser quienes mayor rendimiento ofrecen. Es el rango de edad al que primero se despide porque la antigüedad y los complementos asociados la hacen mucho más cara. Por eso, las empresas han focalizado en estas edades, algo que va a cambiar con el aumento de la edad de jubilación anticipada. Ahora las organizaciones mirarán hacia la gente más joven de la plantilla al redimensionar sus equipos”.
Pongamos el ejemplo de las indemnizaciones ofrecidas en el ERE realizado por el directivo de la multinacional financiera que prefiere no ser citado. El expediente, que tilda de generoso y responsable, se ha saldado con unas indemnizaciones medias superiores a los 300.000 euros para los trabajadores de más de 55 años prejubilados. Y de 225.000 euros para aquellos trabajadores que se han apuntado a las bajas voluntarias (con 39 años de edad de media), que estaban limitadas y eso le ha permitido a la organización “un ahorro de costes muy importante por el personal más antiguo”.
Por eso, la antigüedad del personal en las empresas desciende. Según el barómetro internacional que realiza Randstad, el 35% de los españoles lleva más de 10 años en su puesto de trabajo, algo por encima de Reino Unido (31%), aunque muy por debajo de Alemania e Italia (con un porcentaje superior al 44% del total). Solo el 18% de los trabajadores tiene una experiencia menor a los dos años, un porcentaje que ha caído dos puntos respecto a 2011, como los demás. Únicamente aumenta la antigüedad de quienes llevan entre tres y cinco años en las organizaciones, del 19% del total al 23% registrado por la firma de recursos humanos en 2012.
María de la O Sánchez, directora legal de Randstad, considera que la normativa europea y las reformas emprendidas por el Gobierno pretenden poner freno a las salidas del personal de mayor edad de las empresas, no por la descapitalización que supone de las mismas, sino para reducir los costes a la Seguridad Social. “Quienes despidan al personal de mayor edad van a tener problemas ahora que lo que se favorece es la ampliación de la edad de jubilación”, asegura.
Solo crece la permanencia de
Desde la aprobación de la reforma laboral, indica, las indemnizaciones por despido están limitadas para aquellos que llevan más de 22 años en la empresa, cuando anteriormente eran las personas que llevaban más de 28 años en la organización a las que no les servía para nada acumular más años en la empresa. Para un despido improcedente de un trabajador con un sueldo de 25.000 euros, pasan de 11.000 a 22.000 euros dependiendo de si lleva cinco o diez años en la organización. A los veinte años se eleva a 45.000 euros y a los 23 ya se pierde dinero respecto a la regulación anterior a la reforma laboral, añade Sánchez.
“Los costes del despido no son lineales, aumentan conforme pasa el tiempo. Y no se corresponden en absoluto con la productividad del trabajador, que crece de forma cóncava, cada vez menos. Sería bueno que se alineasen”, considera el profesor de IE Business School Daniel Fernández Kranz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.