El Santander renuncia a la compra de 318 oficinas del banco escocés RBS
La entidad británica tenía previsto ingresar 2.000 millones de euros en la operación El banco que preside Botín aduce incumplimientos en la segregación de sucursales La venta de la red era parte de las condiciones de Bruselas para dar luz verde a la nacionalización
El Santander ha dado marcha atrás en su compromiso de adquirir 318 oficinas de la red británica del Royal Bank of Scotland (RBS). El acuerdo, cerrado en agosto de 2010, iba a permitir al banco escocés el ingreso de 1.650 millones de libras (algo más de 2.000 millones de euros al cambio actual). Fuentes de la entidad española comentaron que la marcha atrás debe a “problemas de ejecución de la operación” y, en concreto, al hecho de que “había ciertas cosas que no se estaban cumpliendo”.
En particular, aludieron al hecho de que no se estaban segregando las oficinas adquiridas por el Santander antes de que estas pasaran efectivamente a estar bajo control de la filial británica del banco español, tal y como se había pactado. Una de las consecuencias de ello es que generaba dificultades para aplicar a esas oficinas del RBS los sistemas tecnológicos con los que opera el Santander. Las mismas fuentes desmintieron que la ruptura haya sido una consecuencia del deseo del banco que preside Emilio Botín de rebajar el precio de la operación. “Eso no es verdad”, aseguraron las fuentes de la entidad española.
El principal objetivo del banco español con la adquisición de esas oficinas era potenciar su presencia en el segmento de negocio de las pequeñas y medianas empresas británicas.
El primer banco español entró con fuerza en el mercado británico con la adquisición en 2004 del Abbey National por 9.000 millones de libras (11.150 millones de euros). La crisis financiera le permitió en 2008 incrementar su presencia con la adquisición del Alliance and Leicester y muy poco después se quedó con el nacionalizado Bradford and Bingley. En enero de 2010 unificó todo el negocio bajo la marca comercial Santander.
Tras el fracaso de la operación, el RBS tiene hasta finales de 2013 para lograr otro acuerdo
El fracaso de la operación supone un fuerte revés para el RBS porque la venta de esas oficinas forma parte de las condiciones que le impuso en su día la Comisión Europea para autorizar la nacionalización del banco durante la crisis financiera y la inyección de 45.000 millones de libras (55.760 millones de euros) de dinero de los contribuyentes británicos.
El banco escocés tiene de plazo hasta el final de 2013 para completar la venta de parte de su red y el fracaso del acuerdo con el Santander puede suponer que tenga que hacer frente a esas desinversiones a un precio inferior al pactado en agosto de 2010 o arriesgarse a ser sancionado con una fuerte multa por las autoridades europeas de la Competencia.
El acuerdo entre los dos bancos estaba previsto que acabara de completarse a principios de 2012 pero se ha ido retrasando hasta acabar, ahora, en una operación fracasada.
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