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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La crisis bancaria nos cuesta tres facturas

Xavier Vidal-Folch

¿Es bueno el banco malo dibujado ayer por Luis de Guindos? Empecemos por lo menor. Hay cuatro detalles que pueden chirriar.

Uno, la exclusión del menudeo, pisos y créditos de precio inferior a 100.000 / 250.000 euros netos, puede ser peligrosa, por abultada: la autoridad debería decir qué porción suponen de lo dañado.

Dos, de mayor calado: se asegura que la fijación de los precios de venta de los inmuebles de la banca traspasados al banco malo o Sociedad de Gestión de Activos (SGA) estará “ligado al valor económico real de los activos”. La formación de precios es siempre ardua cuestión; más aun en este mercado tan atribulado. Si del banco malo salen luego caros, la operación de sanear fracasa. Si salen demasiado baratos, puede malear aún más los otros inmuebles y créditos hoy sanos.

Pagaremos por la ayuda pasada, por el “banco malo” y por el rescate

Tres, ¿cómo rebatir ahora a las promotoras e inmobiliarias en su queja contra el trato preferencial a la banca (casi la mitad de la SGA la financiará el FROB, el Estado) cuando adolecen de similares problemas? Ya se sabe que la banca al cabo es sistémica, pero...

Cuatro, el banco malo llega con retraso, respecto a la primera reforma financiera de febrero. Nada trágico, eso puede recuperarse, y crearlo en el plazo pactado con la UE, hasta diciembre. Lo preocupante es que el retraso denota que fue resultado de la negociación para el rescate bancario de julio, y no iniciativa del Gobierno, ni de la gran banca —que deberá financiar la mitad larga del instrumento—, que recelan de él. Un recelo de pastoso augurio.

En cualquier caso, con esta nueva pieza en el tablero, ya puede otearse la cuestión mayor, si los objetivos de las reformas financieras de 2012 cumplirán sus objetivos. También eran cuatro:

1.- Sanear el sistema financiero. Parece que esta vez se toca ya suelo. La limpieza de activos dudosos debiera ser impecable, a no ser que las entidades continúen con atajos como el de la refinanciación de créditos morosos ocultando la incapacidad de impago de sus deudores. Asevera el Banco de España que lo vigilará.

La reforma sanea a la banca pero no aumenta, por sí sola, el crédito

2.- Dinamizar el mercado de la vivienda. Entre las provisiones hechas y las nuevas rebajas de precio que traerá el nuevo banco malo, puede suceder, pues hay demanda, aunque sea débil, pero no a los precios a los que se oferta.

3.- Estimular la concesión de crédito. Esta reforma será una condición necesaria para eliminar una causa del estrangulamiento crediticio. Pero no es suficiente, porque la principal es el exceso de endeudamiento de familias y empresas: hasta que no se reduzca, no surgirá nueva demanda solvente.

4.- Coste cero para el contribuyente. Lo más probable es lo contrario: que el coste sea muy alto. El sector público pagará una triple factura: por el banco malo, por los costes ya incurridos, por el rescate bancario desde la UE.

No sabemos aún cuántos créditos dañados irán al banco malo. Alguna estimación apunta que totalizarán unos 80.000 millones. La experiencia pasada (UVI bancaria...) demuestra que, aún con largos plazos, solo se recupera una parte de la inversión pública. Y ahora el riesgo público español tiene aquí varias vertientes: aporta el 45% del capital del banco malo a través del FROB; el Estado garantiza el 100%; y el BCE, en cuyo capital España supone en torno a un 8%, admite la deuda emitida por la SGA como “colateral” (prenda, garantía).

A esta partida de difícil estimación, se le suma otra: los cerca de 20.000 millones ya vencidos, prácticamente irrecuperables, otorgados sobre todo a las cajas a través del FROB. De ellos, el sector bancario solo aportó unos 5.000 millones. El resto, ustedes, queridos lectores.

Y al total se le añade el importe del coste del rescate europeo. Como engrosará la deuda española —hasta que no pueda ir directamente a la banca, lo que obstaculizan Alemania, Finlandia y Holanda—, será tirando por lo bajo el coste de financiar 40.000 millones del rescate, a un tipo medio del 5%, 2.000 millones anuales.

La cuantía final dependerá de la rapidez de las ventas de los pisos, de la coyuntura, del formato final del rescate europeo... Lo que es seguro es que, contra lo prometido, el contribuyente pagará de su bolsillo buena parte de la crisis de la banca. ¿No debería ésta aumentar su contribución, por ejemplo a través del Fondo de Garantía de Depósitos? En concepto, digamos, de autoayuda del sector.

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