Caja Madrid pierde 5.455 millones de euros con el fiasco de Bankia
El auditor de las cuentas anuales dice no tener información suficiente para emitir conclusiones Deloitte advierte de la “incertidumbre” sobre el futuro de la entidad
El informe de las cuentas anuales recuerda que Caja Madrid se fundó hace 310 años. Y en el mismo documento se admite —sin verbalizarlo— el final de la entidad financiera. La debacle provocada por la creación del Banco Financiero y de Ahorros (BFA) y su filial Bankia, le ha supuesto a Caja Madrid la pérdida de casi todo su patrimonio, acumulado durante más de tres siglos. La burbuja inmobiliaria y los gravísimos errores de gestión han pasado a la entidad una factura propia de la peor pesadilla de sus expresidentes, Rodrigo Rato y José Luis Olivas.
Según el informe anual de Caja Madrid, la entidad hizo frente a las pérdidas con dos partidas: 1.404,8 millones cargados contra el patrimonio y 4.050,5 millones de pérdidas en la cuenta de resultados. En total, 5.455 millones. La entidad fundada por el sacerdote Francisco Piquer en 1702, va camino de convertirse en una fundación. Durante 2011, su patrimonio o fondos propios pasó de los 5.712 millones de comienzos de año a 257 millones, de los que 151 millones corresponden al fondo de la obra social. El año pasado, la acción social se dotó con 40 millones, por lo que, a este ritmo, podría seguir funcionando casi cuatro años, aunque ya están reduciendo la dotación anual.
El Consejo de Caja Madrid analizó este informe el 2 de julio pasado. En el documento se admite que la caja valora en cero su participación del 52,06% en el Banco Financiero y de Ahorros. Sin embargo, el Consejo cuestionó el cálculo patrimonial que hizo el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), y que leyó José Ignacio Goirigolzarri, presidente de BFA-Bankia, a todos los consejeros antes de invitarles a dimitir. Según los bancos de inversión que realizaron el estudio, el grupo BFA-Bankia tenía un valor económico negativo de 13.635 millones. Los consejeros pidieron realizar una nueva valoración del patrimonio que aportó Caja Madrid a la fusión, convencidos de que sus activos no se han volatilizado.
Falta de información
En medio de esta situación, Deloitte ha emitido su informe. La auditora que se negó a firmar las cuentas del grupo de 2011 y precipitó la caída de Rato, afirma: “No hemos obtenido suficiente información, la cual se indica en la Nota 1.1.2 de la memoria, para poder concluir sobre la justificación del criterio aplicado en la parte de la corrección del coste de la participación registrada con cargo a reservas”.
Posteriormente, tras esta críptica frase, explican que los administradores han formulado, con fecha 2 de julio, una “nuevas cuentas anuales del ejercicio 2011” que recojan el impacto de la valoración de su participación (la de Caja Madrid) en BFA, que se ha puesto a cero en las cuentas de la caja tras la nacionalización.
En el prolijo documento de Deloitte sobre Caja Madrid también se advierte de que “existe una incertidumbre significativa sobre la capacidad de la entidad para continuar con sus actividades, lo que tendrá entre otras posibles consecuencias, la transformación de la caja en fundación de carácter especial”.
La propiedad de la marca, a debate
Posteriormente, se detalla que Caja Madrid, al tener menos de un 25% del BFA (pasa a tener el 0%), “perderá su condición de entidad de crédito”. El Consejo del 2 de julio también discutió el futuro de la marca “Caja Madrid”. Según el contrato de segregación de activos, Bankia tiene el derecho de uso, pero no la propiedad sobre la marca. Algunos consejeros son partidarios de intentar alcanzar un acuerdo con los actuales gestores de Bankia para venderles la marca. Lo cierto es que después de los escándalos que han rodeado al grupo (salida a Bolsa, preferentes y sueldos), está más depreciado el nombre de Bankia que el de Caja Madrid, Bancaja o los de las otras cinco entidades que conforman el grupo.
Mientras tanto, los miembros de la asamblea esperan ser convocados. En el último Consejo de Administración no se convocó la asamblea general que deberá aprobar las cuentas y que podría ser polémica, dado la gravedad la situación.
Por lo avanzado de las fechas, la asamblea no se podrá realizar hasta septiembre, es decir, después de que el presidente de la entidad, Rodrigo Rato, haya realizado su declaración en el Congreso de los Diputados.
El informe de Caja Madrid también desvela que la antigua entidad financiera todavía tiene un volumen de activos de 437 millones, de los que 92 millones son los créditos otorgados en el Monte de Piedad. También cuenta con un patrimonio de 93 millones en inmovilizado material, ajeno a la obra social y una pequeña estructura de personal y gastos generales que gastan 9,3 millones. Cifras propias de una pyme. Poco más ha quedado de lo que fue la segunda caja española y una de las grandes de Europa, tras la debacle vivida.
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