Klaus Regling, influencia en la sombra
El alemán lleva desde 2010 al frente del fondo provisional EFSF y ahora dirigirá el permanente ESM
El Eurogrupo ha apostado por una doble continuidad: en la jefatura, donde permanecerá 6 meses más el luxemburgués Jean Claude Juncker, y en sus multimillonarios mecanismos de rescate. El alemán Klaus Regling lleva desde 2010 al frente del fondo provisional EFSF. Ahora dirigirá el mecanismo permanente ESM, con el que Europa rescatará a los países y a los bancos con problemas presupuestarios. Con la crisis de la deuda arreciando, el de Regling es uno de los puestos clave para el futuro del euro. Hace apenas unos meses, este funcionario independiente reconocía que “nunca habría imaginado que el euro necesitaría un mecanismo permanente de rescate”. A sus 61 años, Regling ha visto muy de cerca los errores de construcción de la Moneda Única.
Tenía 44 años cuando pasó varios meses limando y ajustando los detalles del Pacto de Estabilidad europeo que debía haber evitado crisis como la actual. “Dimos poca importancia a algunos factores que sí la tenían”, admitió en 2011. Si bien no fue un error “poner la coordinación presupuestaria en el primer plano” de los criterios de estabilidad europeos, “deberíamos haber incluido más aspectos, como la competitividad o las burbujas económicas”.
Nacido en Lübeck (norte de Alemania) en 1950, Regling es hijo del ebanista y parlamentario socialdemócrata Karl Regling (SPD). Él es liberal-conservador, próximo a la Unión Demócrata Cristiana de la canciller Angela Merkel. Su carrera comenzó en los 70, en el Fondo Monetario Internacional. Desde allí pasó al Ministerio de Hacienda del canciller democristiano Helmut Kohl. Tras la Unificación de Alemania en 1990, Regling fue uno de los encargados de allanar el camino hacia el euro. Sus jefes eran el socialcristiano Theo Weigel (CSU), que llevaba la cartera de Hacienda, y el a la sazón secretario de Estado Jürgen Stark. Con el célebre halcón Stark se entendió tan bien, se dice, que estuvo a punto de heredar su puesto. Pero el Gobierno cambió en 1998 y Regling dimitió. Los nuevos gobernantes socialdemócratas “planeaban estimular la economía adquiriendo más deuda”, recuerda Regling en el semanario Die Zeit. Pecado en lo que él “no podía participar”. Así que pasó al sector privado, a un fondo de capital-riesgo en la city de Londres. Pronto volvería a la política, esta vez en Bruselas.
Allí fue director general de Asuntos Económicos y Financieros. Desde esta grada privilegiada pudo ver cómo Alemania y Francia se saltaban a la torera el Pacto de Estabilidad que él había contribuido a redactar. Luego se ha dicho que aquella vulneración de 2002 y 2003 fue una “derrota personal” del funcionario. Pero Regling, que era el encargado de evitar estos desmanes, no dimitió. Asegura que “el euro merecía la pena”.
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