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Bruselas apremia a España para acelerar también las cuentas de 2013

Los socios comunitarios no quieren que Rajoy vuelva a repetir los retrasos de este año

Claudi Pérez

Los Presupuestos más duros de la democracia pasarán por el Parlamento a toda velocidad por imperativo europeo. El Banco Central Europeo (BCE), la institución clave en la lucha contra la crisis fiscal y financiera, quiere que los recortes se apliquen por la vía rápida. No solo el BCE: la Comisión Europea apoya ese procedimiento de emergencia para que los recortes se apliquen antes de junio, explicaron fuentes de Bruselas. Y la presión no se detiene ahí. Con los Presupuestos recién salidos del horno, el Gobierno se verá obligado a apresurarse también con las cuentas de 2013. “España no puede permitirse el lujo de repetir los retrasos de este año; el Gobierno debe acelerar ya con los Presupuestos de 2013. Cuanto antes se conozcan los recortes para cumplir con el déficit de 2013, mejor”, según las mismas fuentes.

 España preocupa. La economía española resistió bien los primeros embates de la crisis: los bancos aguantaban, el colchón del superávit daba margen para aplicar estímulos, el PIB cayó menos que en la mayor parte de Europa. Cuando aparecieron de veras los problemas, España fue víctima del contagio de la crisis, a pesar de que ya empezaba a mostrar sus propias debilidades: el paro y el reventón de la burbuja inmobiliaria. Ese rol ha cambiado. Ahora es España el potencial foco de contagio. El Ecofin informal de Copenhague constata el nerviosismo, la desconfianza de los socios europeos: “España es ahora el país que puede arrastrar al resto”, explicaron fuentes financieras en Washington. “De ahí las presiones y la vigilancia de la Comisión, y ahora del BCE, y pronto del FMI”.

Se especulaba en Bruselas con la posibilidad de que el Gobierno presentara un presupuesto bianual 2012-2013. El Ejecutivo no quiso, pero los apremios que llegan desde Fráncfort y Bruselas provocan que las cuentas públicas de esos dos años vayan prácticamente en paralelo. El tiempo apremia: junto con las cuentas de 2012, en apenas tres semanas el Gobierno debe presentar el programa de estabilidad, un plan multianual hasta 2015 que incluye todo el cuadro macroeconómico: déficit, deuda, crecimiento y demás. Y sin solución de continuidad La Moncloa deberá aprobar el techo de gasto de 2013. “España debe anunciar sin ambigüedades, y pronto, cómo va a alcanzar el 3% del déficit en 2013”, señalaron fuentes comunitarias. “El Gobierno tiene que entender que, fuera del ámbito institucional, hay inversores que toman decisiones a diario: las cuentas de 2012 van por el buen camino, pero también hay que ir más aprisa con las de 2013 y demostrar que el desliz del año pasado no va a repetirse”.

Schäuble: “La huelga no ha tenido tanto apoyo como para frenar las reformas”

Bruselas y Fráncfort no se fían. Quieren evitar desviaciones como la del año pasado. Quieren que los recortes del Presupuesto de este año no sean coyunturales, sino estructurales y en capítulos importantes: sanidad, subsidios, los pilares del Estado de bienestar. Y lo quieren ya, incluso en el caso de lo que se cocina para 2013. Fue el propio Rajoy quien argumentó que el déficit de 2012 no era lo fundamental frente al “compromiso absoluto” de España con el 3% en 2013. “Si ese compromiso absoluto sigue en pie, España tiene que informar ya de los recortes. Si no es así, debería haberse ahorrado la bravata”, según fuentes diplomáticas.

Cien días después de la llegada de Rajoy a La Moncloa, a la huelga general y el revés en las urnas andaluzas se suma ahora la vigilancia de la Comisión y, más preocupante aún, la presión del BCE. Su presidente, Mario Draghi, dio muestras de preocupación con España antes y después del Ecofin de Copenhague. La veda está abierta: a las declaraciones del consejero del BCE Jorg Asmussen, que el viernes reclamó a España que apruebe los recortes presupuestarios con “legislación de emergencia”, se sumó ayer el presidente del Bundesbank, Jens Weidman: “Me preocupa que España revisara su objetivo de déficit tras firmar el pacto fiscal”. Además de querer los Presupuestos prácticamente por decreto ley, el BCE presiona para que España dé respuesta con rapidez a los problemas de la banca, que han llevado a una alta fuente de Bruselas a recomendar que no descarte la posibilidad de usar el fondo de rescate para las entidades con problemas.

No se fían. Quieren que los recortes del Presupuesto de este año no sean coyunturales, sino estructurales

El BCE, y varios de los principales socios europeos, interpretan que el desafío de Rajoy con el déficit ha recibido el castigo de los mercados. Tras el pecado, la penitencia: la UE considera que el tijeretazo presupuestario es “muy adecuado” para suavizar la tensión, explicó el ministro sueco Anders Borg, que después de esa carantoña disparó donde más duele: “Si la incertidumbre creciera y se percibiese que España no va en la dirección correcta, eso nos llevaría donde estábamos hace dos meses”, a un nuevo capítulo de la crisis del euro. La política española, la banca, la recesión y los desvelos del Tesoro han dejado de ser una preocupación meramente nacional. España se cuela en las ruedas de prensa de todos los países del euro: “La huelga general no ha recibido tanto apoyo como para frenar las reformas esperadas y necesarias”, advirtió ayer el ministro alemán Wolfgang Schäuble. ¿España es ahora la gran amenaza? “No pensamos en esos términos”, apuntó el francés François Baroin. Tras el revés del penúltimo Eurogrupo, las declaraciones de los socios europeos de España han sido conciliadoras. Pero eso es en público. Sobre Copenhague, durante los últimos días, ha sobrevolado una frase redonda: “España está dando a toda Europa motivos de gran preocupación”. Su autor, el primer ministro italiano, Mario Monti, se ha disculpado varias veces por esas palabras. Con toda la intención, y toda la finezza, Monti dio a entender que en el centro de la diana ya no figura Roma, sino Madrid. Y ese es el sentir en toda Europa.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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