La sequía amenaza la cosecha de cereales

Los cereales sembrados en otoño e invierno, no nacen o lo hacen de forma muy deficiente; no hay pastos ni se les espera a corto plazo para las cabañas ganaderas extensivas. Por si esto fuera poco, las reservas de agua siguen cayendo. Este es el panorama al que se enfrenta la mayoría del sector agrario por la falta de lluvias de octubre.

Las precipitaciones entre noviembre y enero cayeron un 30%, situación que se ha prolongado en febrero. La falta de lluvias fue positiva para los trabajos de recolección de producciones como el algodón, la remolacha o la aceituna. Sin embargo, está siendo gravemente negativa para las cabañas ganaderas extensivas y para los cereales de invierno. Las superficies de cereal ascienden a unos cinco millones de hectáreas, de las que el 80% se concentran en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Aragón.

Según los datos de las organizaciones agrarias, la falta de agua, agravada además por los vientos, han resecado el terreno e impide el brote de las semillas. La posibilidad de la pérdida total de la siembra crece a medida que pasan las semanas sin agua. En caso de confirmarse esta posibilidad, obligaría a resembrar con semillas de cereales de ciclo corto y, en última instancia, a abandonar el cultivo y apostar por la siembra de girasol como último recurso. UPA (Unión de Pequeños Agricultores) estima los costes de cultivo por hectárea para un cereal de secano en unos 300 euros.

La situación es igualmente negativa para las cabañas ganaderas extensivas o semintensivas desde el vacuno, de carne y de leche, al ovino o el caprino pasando por el cerdo ibérico. En este último caso, la sequía ha provocado una rebaja de la producción de bellota con problemas para las cabañas de cerdos ibéricos de dehesa.

Para Asaja, el coste medio en alimentación de las cabañas de vacuno por la utilización de piensos ante la inexistencia de pastos se eleva a una media de seis euros por cabeza y día. El problema es generalizado y afecta tanto a los pastos de la zona centro y sur de la península, como a la zona de la cornisa y Galicia. En ovino y caprino, ese coste sería de una sexta parte del total y puede provocar además una menor fecundidad.