¿Vale Facebook 100.000 millones?
Zuckerberg intenta convencer a Wall Street de que la red social es una máquina de hacer dinero
A Mark Zuckerberg parece no preocuparle con exceso el dinero. Cuando se le pregunta por cuánto vale Facebook, dice ser incapaz de poner precio a la red social que creó el 4 de febrero de 2004 con sus amigos en la Universidad de Harvard. Sin embargo, con el estreno bursátil de la compañía, anunciado esta semana, pasará a la historia como otro multimillonario accidental. Y sacar tajada de ese éxito es lo que mueve a inversores desesperados por hacerse con sus acciones antes incluso de que empiecen a cotizar en Nueva York.
La oferta de venta de acciones de Facebook era inevitable, a pesar de que la compañía tenga tan corta vida y vaya sobrada de liquidez. El valor de la tecnológica se acercaba a los cien millones de dólares a finales de 2005, dos años después de nacer. Al año siguiente, tomando como referencia el precio de la acción en el mercado secundario, la cifra se multiplicó por cinco. Ahora su capital equivale a la mitad de los de Walmart, General Electric o Google, y casi el doble que los de HP o Goldman Sachs.
La legislación estadounidense obliga a las empresas con más de diez millones en activos y 500 accionistas a registrarse ante el regulador bursátil y a ser más transparente sobre sus finanzas. En el caso de Facebook, el registro debía hacerse antes de finales de abril. Eso explica en gran parte por qué da el salto, aun disponiendo de un colchón de capital de 3.900 millones de dólares.
Es algo similar a lo que pasó con Google en 2004. Forzado o no por su éxito, el de Facebook es el estreno bursátil más esperado desde el debut del buscador, líder indiscutible del negocio publicitario en Internet. La puntocom fundada por Sergey Brin y Larry Page recaudó entonces 1.900 millones. Empezó su andadura con un precio de 85 dólares la acción; ahora ronda los 585.
Es el debut más esperado desde el estreno bursátil
Algunos analistas lo ven incluso tan importante como el estreno de Nestcape en 1995, que marcó el inicio de la primera burbuja tecnológica en Wall Street y que acabaría estallando cinco años después. De hecho, el salto de Facebook servirá, entre otras cosas, para comprobar si es cierto que hay una segunda burbuja tecnológica en marcha y para medir el apetito de los inversores por el riesgo.
La regla no falla. Siempre que hay un producto deslumbrante, la gente se lanza en tromba a comprar sus acciones. Facebook llega al parqué bajo el símbolo FB con una valoración en el mercado secundario de 83.500 millones de dólares, cuatro veces superior a la de Google cuando dio el mismo salto. TheFacebook, nombre con el que se conocía a la empresa cuando fue creada para el uso interno de los estudiantes de Harvard, logró cinco millones de usuarios en solo dos años. Ahora lo usan el 40% de los internautas y espera llegar a los mil millones de usuarios en agosto. Google+, la red social de su más peligroso rival, tiene 60 millones. Por detrás del buscador de Google, Facebook es el espacio más visitado en Internet.
Zuckerberg no sabrá ponerle precio a su empresa, pero sí fue lo suficientemente hábil como para rechazar ofertas de compra de Yahoo! y Microsoft, que consideró demasiado baratas. También se interesaron por Facebook, con la misma suerte, NBC Universal, Washington Post y Viacom. Si las valoraciones que se manejan son acertadas, Zuckerberg tendría una fortuna de 28.400 millones de dólares, con lo que sería uno de 10 hombres más ricos del mundo, por delante de los creadores de Google. Su control sobre la empresa es cercano al de un dictador todopoderoso. Tiene el 28,2% del capital y el 57% de los derechos de voto. “Desde el momento en que salió de Harvard, Mark Zuckerberg se ha centrado en dos objetivos: Facebook y seguir siendo el jefe de Facebook”, decía esta semana The New York Times en un perfil del joven empresario.
Antes de Facebook, el actor dominante en el patio de las redes sociales era MySpace, que fue adquirida por News Corporation, de Rupert Murdoch, y recientemente vendida por un precio inferior. Zuckerberg, entre tanto, se hizo multimillonario y fue elevado por la revista Time a la figura de personaje del año en 2010, con solo 26 años. Su fortuna se estima en 28.000 millones de dólares, superior a la de Larry Page y Sergey Brin, de Google, y próxima a la de Larry Ellison, de Oracle.
El resultado ayudará a saber si hay una segunda burbuja tecnológica
La demanda por las acciones de Facebook se ha disparado. El inversor medio conoce y es seguramente usuario de la red social, y sabe que puede hacer mucho dinero si entra en el lote antes de la oferta. Pero otra cosa muy distinta es tener acceso a esa pequeña porción de acciones, por lo que al final es casi irrelevante el interés que el inversor común pueda tener.
El volumen y el precio de la colocación, con la que espera recaudar 5.000 millones, se definirá en abril o mayo. La documentación entregada al regulador sirve para tener más claras tres cosas, sobre las que se lleva tiempo especulando. Primero, saber quién controla la red social. Segundo, de dónde viene el dinero y cómo se utiliza. Y tercero, cuál es la estrategia y dónde ve los riesgos potenciales para el negocio.
Para empezar, y siguiendo la filosofía de Google, el fundador de Facebook quiere que sus cientos de millones de seguidores sean protagonistas de la operación. “Facebook fue construido para cumplir una misión social: convertir el mundo en un lugar abierto y conectado. Es importante que los que invierten en Facebook comprendan esto”, dice en la carta que acompaña el folleto.
Sheryl Sandberg, la encargada del día a día de Facebook, daba en el Foro de Davos otra pincelada a esa misión de la red social al decir que esta ha ayudado a crear más de 450.000 empleos en EEUU y Europa. “Creemos que un mundo más abierto y conectado ayudará a crear una economía fuerte, con negocios más auténticos que crean mejores productos y servicios”, añade la carta de Facebook al regulador bursátil estadounidense.
La red social espera llegar este año a los mil millones de usuarios
Pero al mismo tiempo, Zuckerberg está obligado a jugar sus cartas con los grandes inversores institucionales que tienen que respaldar la colocación. Como cualquier otra empresa, Facebook busca que su capital esté en manos de inversores expertos que sepan valorar los números. Los bancos encargados de vender la operación suelen asegurarse de que el precio de salida sea lo suficientemente bajo como para cubrirse las espaldas con el entusiasmo del primer día de cotización.
Lo natural es que la operación en curso se compare con lo que hizo Google en 2004. Sus acciones valen ahora un 440% más que cuando empezó a cotizar en el Nasdaq. Eso equivale a un rendimiento ocho veces superior al ofrecido por el índice del mercado en este periodo de tiempo. Pero el momento era muy diferente. Facebook anuncia su colocación cuando el Nasdaq, el mercado habitualmente elegido por las empresas tecnológicas, está un 120% por encima del mínimo que marcó durante la crisis financiera, hace cuatro años. Es decir, está más lejos del fondo. Pero al mismo tiempo, la recuperación está siendo mucho más lenta y hay más cautela por asumir riesgos. Por no dejar de mencionar la incertidumbre dominante en Europa.
Facebook gana dinero sin necesidad de cobrar al usuario por entrar en su red social, como sucede con Google y su buscador. Y como Google, su principal generador de ingresos es la publicidad. El folleto entregado al regulador revela que no tiene presencia en el móvil. La clave, mirando al futuro, estará en la consistencia de la compañía a la hora de generar dinero.
La red social tuvo unos ingresos el pasado ejercicio de 3.700 millones de dólares, un 88% más que en 2010. La publicidad representó el 85%, frente el 98% un par de años antes. Sin embargo, el incremento de los ingresos por esta vía se está ralentizando. De un 154% en 2009 pasó a un 69% en 2011. Y lo que es más llamativo, está por debajo del 92% de Google, el rival a batir.
La compañía
Es una progresión que hará pensar si Facebook se merece una valoración cercana a los 100.000 millones de dólares. Para justificarla, necesitaría que su negocio de pago continuara creciendo y encontrar vías para sacar tajada a su gigantesca base de usuarios, como está haciendo con los juegos de Zynga, que aportan el 12% de los ingresos.
Aquí, de nuevo, se puede trazar una comparativa con Google. El buscador tuvo unos ingresos de 37.900 millones el pasado ejercicio, mientras que su capitalización bursátil asciende a 188.000 millones. Otra referencia: AOL facturó 2.200 millones el año pasado, mientras que su valor bursátil es de 1.800 millones. Y tomando como ejemplo un grupo de medios, los ingresos y el valor en Bolsa de CBS son 14.000 millones y 19.000 millones, respectivamente.
Nada es privado en la era digital. Hay unos 850 millones de usuarios que abren literalmente sus vidas en Facebook, una masa muy valiosa de información. Por eso la red social es una mina para los anunciantes, una especie de tierra prometida como en su día lo fueron AOL y Yahoo! o ahora Google, el actor dominante y el primero en desmontar las reglas de privacidad.
La misión de Zuckerberg es hacer de Facebook una compañía relevante como Coca-Cola, capaz de cambiar el mundo. “No construimos servicios para ganar dinero, sino para ofrecer mejores servicios”, dice el fundador. El salto al parqué, sin embargo, hace mucho más difícil esa llamada revolución social, porque los inversores miran hasta el último detalle de las cuentas y exigen resultados, como pasa con LinkedIn, Groupon y Zynga.
Su principal fuente
LinkedIn, una red social especializada en profesionales, fue la primera en probar fortuna, con un exitoso estreno que volvió a alimentar los miedos de una segunda burbuja tecnológica. La cautela no tardó en imponerse entre los inversores, que recibieron con algo de frialdad al portal de cupones de descuento Groupon. De los más de 31 dólares que alcanzaron el día del estreno, en un mes cayeron a la mitad.
En el caso del creador de juegos para redes sociales Zynga, ni siquiera fue capaz de cerrar su primera jornada por encima del precio de salida. Eso pone las cosas un poco más difíciles a Facebook a la hora de ganarse el apoyo de los grandes inversores institucionales y de fijar los términos de la colocación. El momento, por tanto, es interesante. Pero en estos casos, el que vende acciones suele ir por delante del que las compran.
Por mucho que intente enmascararse, Facebook es al fin y al cabo una empresa, no una fundación con la misión de crear o de juntar amigos. La compañía da empleo a 3.000 personas, encargadas de que el portal esté siempre funcionando. Pero Zuckerberg va a necesitar más que eso en la arena pública. Como cualquier joven, debe mostrar que mantendrá el brío.
Lo admite la propia Facebook. Conforme el crecimiento de usuarios se desacelere, el rendimiento del negocio será cada vez más dependiente de la implicación del usuario y de los nuevos mercados. “Si la gente percibe que nuestros productos no son útiles ni fiables y que no merecen la pena”, señala, Facebook será menos atractiva para los que desarrollan aplicaciones y los anunciantes.
Eso, en la práctica, se traduce en la necesidad de añadir nuevos servicios. Y ahí no se trata solo de agradar a los futuros accionistas, sino de llegar a los usuarios. El último ejemplo es el de la nueva presentación de contenidos, Timeline, que rechaza el 83% de los usuarios. Esta especie de diario plantea dudas en materia de seguridad y privacidad. Demasiada información, de nuevo, disponible en la red. Solo un 8% está contento con el sistema, y otro 8% admite que se acabará acostumbrando. Facebook responde a su propia encuesta señalando que no hay que tomarlo como un resultado científico.
Es precisamente la cuestión de la privacidad uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Facebook real, la que va a cotizar en el mercado. Cualquier paso en falso en ese sentido puede crear distracciones y espantar a los inversores. Y si Google sirve de nuevo de referencia, Zuckerberg tendrá que estar atento a dos cosas: el ritmo de crecimiento y la motivación de sus empleados.
Facebook es el líder indiscutible del negocio de las redes sociales. Pero como se está viendo con Google, llegará un momento en que la progresión no convencerá. Con cerca de mil millones de usuarios, se acerca a un punto de saturación en mercados como Estados Unidos. De hecho, está sumando nuevos miembros a escala global a un ritmo de cinco usuarios al segundo, frente a más de ocho hace un año.
Es el riesgo de la madurez. Facebook es una compañía que representa a una generación, como lo hicieron en su día AOL o Yahoo! Las salidas a Bolsa convierten además a muchos empleados en millonarios, por lo que no hay que descartar que algunos de sus ingenieros y gestores dejen la compañía para lanzar sus propios proyectos para dar rienda suelta a su ingenio.
Y con Facebook ultimando su estreno bursátil, la atención se dirige inevitablemente hacia Twitter. La bitácora electrónica es también muy popular y se ha convertido en la segunda compañía no cotizada más importante en Silicon Valley. Dick Costolo, su consejero delegado, decía esta semana en una conferencia que no tenía planes de saltar al parqué financiero. La cuestión es cuánto tardará Twitter en rebasar ese techo de los 500 accionistas. En ese momento, como Google en su día y Facebook ahora, tendrá que decidir si se limita a ser más transparente sobre sus finanzas o si se atreve a dar el salto. Tanto Facebook como Twitter son empresas jóvenes que operan en un nuevo mercado y eso hace difícil demostrar que pueden ser tan rentables como populares.
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