"Si me voy a Ecuador, ¿a quién le vais a cobrar, eh?"
La semana pasada le llegó a Kleber Valverde una citación de un juzgado de Parla
Sabía que el día llegaría pronto, pero no por eso ha sido menos duro el golpe. La semana pasada le llegó a Kleber Valverde una citación de un juzgado de Parla (Madrid) para que acuda el próximo día 24. Ya sabe que se trata de la denuncia por no pagar un gigantesco préstamo de 216.000 euros, a pagar en 28 años, adquirido en plena burbuja inmobiliaria española, en 2006. El final de ese proceso también lo sabe: lo echarán de su casa, porque no hay forma humana de que Valverde, en paro desde hace dos años, pueda llegar a pagar esa cantidad en toda su vida.
Valverde, de 51 años, echa hoy la vista atrás y se da cuenta de que no era muy normal que sin tener ningún tipo de ahorros ("no podía ahorrar nada con el dinero que mandaba a los hijos en Ecuador") una inmobiliaria le ofreciera comprarse un piso de tres habitaciones en la mejor zona de Parla, una próspera ciudad dormitorio de la capital de España. Trabajaba en la construcción como peón especialista. Nunca tuvo un contrato fijo.
Le dijeron: "O pagas, o pagas"
A pesar de la inestabilidad de sus ingresos, la financiera Credifimo le ofreció cubrir el importe íntegro de la casa. Para lograr cumplir los estándares de riesgo, se recurrió a todo tipo de apaños. Tuvo que buscar a una amiga para aportar dos nóminas. Le dijeron que figuraría como propietaria del 20%. También le avalaron su primo y la esposa de él, a su vez hipotecados en otro piso vecino.
Se quedó en paro en noviembre de 2008 y un ciclón le pasó por encima en cuanto dejó de pagar. Hoy vive de pequeñas ayudas. Solicitó una renegociación del crédito. "Me dijeron que era imposible porque la hipoteca la habían titulizado. La habían metido en un paquete y la habían vendido". "Me dijeron: 'o pagas, o pagas". Le aseguraron que le embargarían el sueldo en cuanto volviera a trabajar.
Vivió toda su vida en Santo Domingo de Tsachias, Ecuador. Llegó a España en 1996. Ahora piensa que huir a su país puede ser la única solución. "En una de las discusiones con los de la financiera, al final me alteré y les dije: 'Si me voy a Ecuador, ¿a quién le vais a cobrar, eh? Ahí se callaron". Pero no es fácil: "La tierra de uno está donde están el trabajo y la forma de vivir".
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