Krugman cree que "el corazón de la crisis es España" pero exculpa al Gobierno
El Nobel argumenta que aunque Grecia acapara los focos, la economía española ejemplifica mejor los problemas del euro y la burbuja inmobiliaria
El Nobel de Economía, Paul Krugman, afirma en su blog que, pese a que "la prensa ha puesto el foco de los problemas de la Eurozona en Grecia (...), el corazón de la crisis es España". El economista estadounidense explica que es comprensible que el país heleno esté en el primer plano, "dado que está más contra la pared que nadie" en cuanto a déficit y solvencia, pero el hecho de que su economía represente una parte muy pequeña del conjunto de la Unión Monetaria deja el verdadero protagonismo de la crisis en términos económicos a España.
"Sus problemas no son fruto de la irresponsabilidad fiscal, sino que reflejan los golpes asimétricos -que ha causado la crisis- en la Eurozona, un problema bien conocido pero que se ha tornado aún peor de lo que los euroescépticos temían", afirma. "La historia es de una simplicidad clásica, casi de libro de texto", añade.
Y recuerda: "Comienza con la burbuja inmobiliaria. Como en otros muchos países, incluido EE UU, los precios se dispararon a partir del año 2000, lo que trajo mareas de capital. Esto provocó una inflación notablemente más alta respecto a la de Alemania y otros países. Cuando la burbuja estalló, dejó a España con una demanda doméstica mucho más limitada (y muy poco competitiva en la zona euro por el alza de precios y costes laborales)".
Además, tras reconocer que "si España hubiera tenido su propia moneda, ésta podría haberse apreciado durante el boom y luego haberse depreciado", Krugman advierte de que "no sucedió ni lo uno ni lo otro". Por tanto, asegura que "España parece ahora condenada a sufrir años de deflación y mucho paro".
Para el premio Nobel, "la situación presupuestaria parecía estupenda durante el boom. Ahora hay un fuerte déficilt, pero esto es una consecuencia y no una causa de la crisis: los ingresos se han hundido, y el Gobierno ha gastado parte del dinero intentando aliviar el desempleo". Sin embargo, "¿De quién es la culpa?", se pregunta para dar él mismo una respuesta: "En cierto modo, de nadie. Aunque, por otro lado, la responsabilidad es de la élite política europea, que presionó mucho para tener una moneda única, obviando los avisos de que podría pasar algo como esto".
No obstante, Krugman defiende que no quiere acabar con el euro porque "los costes serían inmensos y resultaría muy desestabilizador", justifica. En oposición, opina que "Europa está ahora condenada a mantener su creación" y advierte de que "necesita moverse lo más rápidamente posible hacia una integración del mercado fiscal y laboral que la convierta en más funcional". "Pero vaya, que lío", concluye.
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