¿Qué hay de nuevo, viejo mundo?

El inminente récord se lee como un problema matemático: si en 2010 hubo 939 millones de turistas, y esa cifra subió un 4,4% hasta los 980, ¿cuánto tiene que crecer el porcentaje de turistas este año para llegar a la cifra mágica de los mil millones? Gracias a tímidas subidas en los desplazamientos a Europa (8%), Asia y Pacífico (6%) o las Américas (4%), 2012 tiene todas las de romper esa barrera imaginaria. La pregunta: ¿qué pueden ver? ¿Se cumplirán los pronósticos y propuestas que se defienden esta semana en Fitur?

Suben las bicis

La ciudad de Vitoria (www.vitoria-gasteiz.org) llega a Fitur con un puesto de unos mil metros cuadrados y el flamante fulgor aceitunado de quien se planta en Ifema ejerciendo de European Green Capital del año (capital verde europea). De hecho, para llegar hasta allí y probar inventos como el pintxo green, elaborado por la Escuela de Hostelería de Gamarra, no hay más que seguir los 400 metros de alfombra verde. Que no tiene el glamour de la ídem roja, pero como la cuestión es emular un carril bici, resulta que está mucho más de moda: en todo el mundo este año al turista aficionado a pedalear se le multiplicarán las opciones.

La novedad más famosa es el sistema de préstamo de bicicletas de Nueva York (www.nycgo.com), donde, solo en una fase inicial, el Ayuntamiento piensa habilitar docenas de miles de ellas en unas 600 estaciones entre Manhattan y el norte de Brooklyn. Es decir, que se podrá ir de lo más posh (pijo) de las primeras avenidas a lo más hipster (a la moda) de Williamsburg en cuestión de 20 minutos y un par de cientos de pedaleos. Todo con el aplauso de los cientos de conductores neoyorquinos recién reconvertidos en ciclistas.

Otra ciudad que estrena carril bici es Glasgow, en Escocia (www.visitscotland.com), que acaba de renovar toda la ribera del río Clyde (otrora corazón industrial de la ciudad y posterior cementerio urbanístico), haciendo de ella un camino que recorrer a dos ruedas entre limeros, adoquines victorianos y mobiliario de acero. Todo para llegar al nuevo Riverside Museum, un museo proyectado por Zaha Hadid que ha costado unos 90 millones de euros y que se inauguró en junio pasado. Alberga una colección de 3.000 piezas centrada en la historia urbana y naval de Glasgow.

Pero si esto fuera una competición, habría que darle el premio a Taipei, la capital de Taiwán (http://spanish.taiwan.net.tw). Para ser una ciudad gobernada mayormente por motoristas, cuenta con uno de los sistemas de carril bici más agradecidos de Asia: se puede usar para atravesar riberas, cruzar de un barrio a otro (la única asignatura pendiente, el frenético downtown, se está conectando en estos momentos) e incluso para recorrer los 14 kilómetros al norte que llevan al parque nacional de Yangmingshan (preferiblemente entre mayo y agosto, para ver 168 especies de mariposas). Con la ayuda de un autobús, se puede ir 85 kilómetros más al sur para recorrer el carril bici que cruza la ciudad de Hsinchu. Si bien sus 17 empinados kilómetros suponen un desafío a los músculos del ciclista, se considera uno de los paisajes más bellos que ver sobre un sillín.

Bajan los precios

Los tiempos, ya se sabe, no están para grandes dispendios. Por eso, este Fitur es el primero que cuenta con la presencia de las tres grandes empresas del outlet electrónico en España: Groupon, Groupalia y LetsBonus. Tres webs que granjean descuentos para el consumidor si consigue que varios amigos compren el mismo producto. Su presencia es principalmente comercial: en sus agendas hay reuniones con socios y con agentes hoteleros. Pero eso no quita para que tengan sus puestos (pequeños, eso sí: entre 20 y 50 metros cuadrados) abiertos para que el público conozca la forma de viajar más amable con su bolsillo y se informe de los paquetes que ellos mismos, cuales turoperadores, hayan organizado.

Bien conectados

Puede que las palabras "cultura" y "maya" sean de las más repetidas en los expositores de México (www.visitmexico.com) este año, pero, de puertas para adentro, lo que les quita el sueño a los presentes son los vuelos que les permitan arañar más turistas europeos: el objetivo de la Secretaría Estatal de Turismo mexicana será pedirle a operadores como Iberia que aumenten los vuelos a Quintana Roo mientras dure la fiebre maya.

Si de lo que se trata es de presumir de conectividad deseable, tendrán que vérselas con Suiza (www.misuiza.com). Los Alpes suizos estarán a partir de este año conectados con París gracias a una nueva línea de trenes de alta velocidad. Un atractivo más para el pluscuamperfecto país que ya tiene estabilidad política, crecimiento económico, nieve sostenible, montañas de quitar el hipo y pueblos que parecen postales desde cualquier ángulo.

Pero si de lo que se trata es de atraer turistas con nuevas instalaciones, donde hay que mirar es en la región portuguesa del Algarve (www.visitportugal.com): en los últimos años le han ido brotando hoteles de lujo como el Bela Vista, de Portimão, en una villa de 1918 renovada hace poco por Graça Viterbo. Se nota en rincones poco trillados como la localidad de Sagres, donde abrirá en noviembre un hotel de la línea Conrad al que le tocará competir con el resort Martinhal. También en el Algarve, Olhão es un pueblo pescador que no podría patentizar esta conversión mejor si lo intentara: el que antes fuera un humilde pueblo de pescadores es ahora un resort de lujo, parque natural (Ría Formosa) incluido.

Pura aventura

Viene siendo tradición en Fitur que en la primera semana se monte un teatrillo en el estand de Chile (www.turismochile.cl). Hasta aquí se trae a dos bailarines de la isla de Pascua para que representen, a golpe de bailes regionales, el mito de Rapa Nui y los hanau epe (los orejas largas, llamados así por los trozos de madera que llevaban colgados del lóbulo; según la leyenda, desaparecieron tras una guerra por el control de la isla), y se trae a un artista local para que decore el cuerpo de los visitantes presto con pinturas típicas âkiareâ. Esta tradición es una pequeña muestra de cómo algunos expositores se apoyan en el afán explorador de los posibles turistas para tentarles con destinos exóticos.

Hace falta más instinto de explorador que de turista, por ejemplo, para pasar a engrosar el creciente número de visitantes que se pasa por Malaca, en Malasia (www.tourism.gov.my). Claro que ese pueblo, a menos de 150 kilómetros al sureste de Kuala Lumpur, siempre ha estado vinculado con la exploración: primero fue una colonia portuguesa; luego, otra holandesa, y pasó a ser británica antes de independizarse. Solo allí se puede uno hospedar en un hotel como el Casa del Río, de clara influencia portuguesa; visitar el muy holandés ayuntamiento, y luego comer en Nyonya Laksa, en un sitio llamado Donald & Lily's, un curri que allí bordan los locales.

Algo parecido sucede en India (www.incredibleindia.org), que reivindica este año el sur del país como lugar a descubrir. Vale que no tienen ni Taj Majal ni ciudades como Nueva Delhi o Bombay, pero no por ello pierden atractivo estados como Kerala. En Fitur se presenta como un destino muy saludable a través de las virtudes de la cultura ayurveda (una serie de tratamientos basados en dietas, masajes e infusiones que en Occidente consideraríamos medicina alternativa, pero que no deja de acumular unos 500 años de vigencia). Kerala es, sin embargo, también el Estado donde tendrá lugar la primera bienal india, la Kochi-Muziris. El nombre es importante. Kochi es una ciudad eminentemente artística (véase el David Hall, un museo en una mansión colonial holandesa de 1695) donde se despachará la parte cultural de la cita, con cine, pintura, escultura, instalaciones y demás. Pero es en Muziris donde se esconde el eje de su atractivo para exploradores: esta ciudad, pieza fundamental en la Ruta de la Seda y de las Especias hace dos milenios, desapareció misteriosamente al poco de caer el Imperio Romano. Hasta ahora, que acaba de ser redescubierta, excavada y presentada al mundo.

Parati, en Brasil (www.braziltour.com), es otro enclave cuya descripción roza lo literario. Localidad de unos 36.000 habitantes, una muesca en los 523 kilómetros que conforman la Costa Verde que separa Río de Janeiro de São Paulo, es uno de los destinos culturales más cautivadores del país a golpe de festivales: el de jazz -al que acuden religiosamente músicos como el trompetista Roy Hargrove o el trombonista brasileño Raul de Souza-, el de fotografía -llamado Paraty em Foco- y el literario -Flip-, durante el cual uno se puede topar con Isabel Allende, Ian McEwan o Salman Rushdie leyendo extractos de sus nuevos títulos o brindando con caipiriñas.