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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Culebrón suizo

La dimisión del presidente del banco central perjudica la credibilidad del sistema financiero

El mundo financiero, ya de por sí alborotado, se ha visto sacudido en una de sus plazas más serias. El presidente del Banco Nacional Suizo, Philipp Hildebrand, dimitió el pasado lunes a consecuencia de un escándalo sobre el supuesto uso de información privilegiada por parte de su mujer. Esta habría adquirido alrededor de medio millón de dólares en vísperas de la reciente devaluación del franco suizo, una operación que le habría reportado beneficios personales por valor de 50.000 euros. Tras un intento inicial de permanecer en el cargo, y pese al apoyo explícito del Consejo Federal y las autoridades del banco central, Hildebrand presentó su renuncia. Es un desenlace provisional para un asunto que tiene aspectos políticos y no solo estrictamente económicos.

La buena gestión de Hildebrand vendría avalada por los resultados del último año, avanzados pocos días después de su dimisión. El banco habría obtenido unos beneficios de más de 13.000 millones de francos, invirtiendo el signo de los últimos balances. Estos resultados desmienten las reiteradas acusaciones del líder del partido de derecha nacionalista SVP-UDC, Christoph Blocher, contra Hildebrand, a quien ha venido fustigando por no haber tomado las medidas a su juicio convenientes para proteger el franco. Blocher ha conseguido cobrarse una importante pieza política; pero lo ha conseguido gracias a un escándalo sobre el que faltan por conocer muchos detalles, y no al acierto ni a la pertinencia de sus críticas a la gestión técnica de Hildebrand.

Si la justicia llegara a demostrar que la mujer del presidente del banco central suizo se valió de información privilegiada en su operación de compra de dólares, la dimisión de Hildebrand sería una prueba de que los sistemas de control para impedir comportamientos irregulares han funcionado. Pero si las acusaciones no son fehacientemente probadas, el caso podría dar un giro completo, puesto que quedaría de manifiesto que los ataques contra Hildebrand y el Banco Nacional Suizo obedecían a razones políticas. Aunque por distintas razones, ambas hipótesis perjudican la credibilidad del sistema financiero suizo, una pieza importante del engranaje europeo y global. La primera porque, en efecto, su principal responsable habría incurrido en un comportamiento irregular; la segunda, porque revelaría su vulnerabilidad frente a fuerzas políticas que se sirven de cualquier medio para imponer sus criterios.

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