Contra el canon digital
El balance es agridulce. Aún no les puedo decir a mis clientes que pueden comprar productos libremente, sin canon digital", dice Ana María Méndez. Esta mujer es la responsable del fallo europeo que tachó de indiscriminada y abusiva la compensación por copia privada que se cobra en España. En marzo fue absuelta de pagar a la SGAE los 48.000 euros que reclamaba a su empresa, Padawan. Nueve meses después, siente "impotencia y frustración". Ganó la batalla, pero "las cosas no han cambiado".
El fallo no fue firme hasta noviembre, cuando finalizó el plazo para presentar el recurso de casación ante el Supremo que había anunciado la entidad de gestión de los productores audiovisuales, Egeda. Un tiempo muerto durante el cual el Gobierno no movió un dedo; así que cuando ella adquiere material informático para su tienda, Traxtore, sigue viendo el canon incluido: "Dios mío, cobran lo indebido en beneficio de unas entidades privadas que se siguen alimentando del dinero ajeno, y todo el mundo permanece callado". Méndez ni lo cobra ni se calla. En cada una de sus compras asume "la responsabilidad por escrito ante posibles reclamaciones" exigida por sus proveedores ante la incertidumbre legal. Eso sí, cuando va a locales que ya se han adaptado a música libre de derechos de autor, se quita "un pedazo de la espina clavada".
Laia Reventós es periodista de EL PAÍS.
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