Atrapados en el 'corralito' de L'Aldea
Los vecinos recurren a Cáritas ante la imposibilidad de sacar dinero - La cooperativa asegura que los socios recuperarán sus ahorros dentro de "unas semanas"
La inversión que realizó la cooperativa agrícola de L'Aldea (Baix Ebre) en un solar y un nuevo sistema de regadío ha resultado fatal para todo el municipio. De sus 4.376 habitantes, 3.000 viven hoy alarmados porque deberán sobrevivir con lo que el viernes llevaban en su cartera, a raíz de que la sección de crédito de la cooperativa local que guardaba sus ahorros llegara al colapso y les aplicara desde el viernes un corralito en toda regla. Esa situación durará todavía "unas semanas", que es el plazo que ayer dieron los administradores de la cooperativa para que los socios recuperen su dinero. De momento, los responsables de la entidad salieron del Departamento de Economía y Conocimiento de la Generalitat con una hoja de ruta: el miércoles presentarán el concurso anticipado de acreedores para alcanzar un acuerdo con las entidades a las que deben dinero.
La mayoría de los vecinos del municipio son agricultores o pensionistas que contemplaron atónitos cómo el dinero que habían ahorrado pasaba a pender de un hilo en una tarde. Algunos ayer tuvieron que acudir a Cáritas para pedir alimentos, puesto que el monedero ya estaba vacío. Lo tuvo que hacer Dolors Cherta. Su madre, de 82 años, este mes todavía no ha cobrado la pensión y se ha quedado al amparo de las ONG. "Cáritas le lleva la comida, nosotros no podemos ayudarla, no pasamos por un buen momento económico, solo espero que no se ponga enferma porque no podríamos costearle ni un hospital en condiciones", afirmaba afligida a su lado Dolors.
El pueblo lleva ya días colapsado. La cooperativa dejó de trabajar la semana pasada, cuando vio la que le venía encima, pero los comerciantes también decidieron parar. En parte, por la angustia, pero también porque, a fin de cuentas, nadie tiene dinero para comprar. Ester Cugat tiene 60 años, es viuda y dice que no ha podido pegar ojo de los nervios. "Mi marido murió cuando yo tenía 21 años, me quedé sola con un hijo de cinco meses", cuenta. Tras tres años de pleitos, accedió a una pensión de viudedad, y con los pagos retrasados que le abonaron se compró un pequeño terreno de olivos. "Era mi herencia, hace tres años lo vendí y el dinero que me dieron, 180.000 euros, lo ingresé en la cooperativa", afirma. Trabaja limpiando cinco horas al día en un centro sanitario y teme perder para siempre los ahorros por los que tanto luchó.
Según fuentes conocedoras de la situación de la cooperativa, el colapso de su entidad de crédito se debe a que esta hipotecó 1,5 millones de euros de ahorros de los socios para una inversión en un solar para ubicar invernaderos, un vivero y un nuevo sistema de regadíos. Un problema de liquidez que, sin esa operación, podría haber superado la llevó al desastre al no poder afrontar el pago de sus deudas. Los gestores de la cooperativa, asustados, interrumpieron la actividad agraria, que les permitía que la sección de crédito ingresara, y al final se vieron obligados a aplicar un corralito a sus 3.000 socios.Al tratarse de una sección de crédito, sin personalidad jurídica independiente de la cooperativa, no está supervisada por el Banco de España y sus activos no están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos. Por ello, la quiebra de la entidad, que ahora se descarta completamente, hubiera supuesto la pérdida de la mayor parte de los ahorros de los socios.
La cooperativa tiene unos activos financieros de seis millones de euros. De estos, 1,8 millones corresponden a depósitos a la vista, cuyos titulares podrán recuperarlos dentro de "unas semanas", en principio antes de Navidad. El resto, hasta seis millones, correspondientes a otros productos financieros, requerirá más tiempo. Así lo aseguraron el abogado de la cooperativa, Jordi Fernández, y el director general de Política Financiera de la Generalitat, Jordi Òliba. El consejo rector de la cooperativa al completo se reunió en Barcelona con Òliba y la directora del Instituto Catalán de Crédito Agrario (ICCA), Divina Alsinet, para desencallar la situación.
Tras la reunión, Òliba insistió en que la base de la cooperativa es sólida "si no la estropean" los habitantes de L'Aldea. "Si mañana tienen que ir a recoger una lechuga, que lo hagan, porque si no se hubiera interrumpido la actividad habitual, la dinámica habitual de ingresos" habría evitado la actual situación, razonó. A pesar de que en un comienzo se apuntó la posibilidad de inyectar liquidez a la cooperativa con un crédito del ICCA, la Generalitat ayer consideró que el preconcurso de acreedores y un plan de negocio bastarán para desbloquear el colapso de la entidad.
Òliba afirmó que la cooperativa posee "activos suficientes" para recuperar todos los depósitos de los clientes en un plazo razonable. "El problema se resolverá haciendo una buena inversión y asegurando la liquidez, no hará falta ni el aval de la Generalitat", agregó Òliba. El Ejecutivo catalán quiso tranquilizar, además, sobre la situación del resto de las cooperativas. "Un agricultor no es un especulador", remachó.
El Ayuntamiento anoche organizó una reunión con los vecinos para tranquilizarlos. Sin embargo, el encuentro, que fue multitudinario, solo los encendió más, puesto que no acudió ningún representante de la cooperativa. De momento, el Consistorio ha abierto una cuenta bancaria para donativos solidarios. "Mi hija fue la semana pasada a domiciliar su nómina y no le dijeron nada. Podrían haberle puesto una excusa, que el ordenador estaba estropeado, por ejemplo. Es muy feo, aquí todos nos conocemos y éramos como una gran familia", explica una afectada que no quiere desvelar su identidad.
A pesar de los mensajes para que el pueblo recupere la normalidad, a Ramon Albesa, de 41 años, le parece complicado. "Tengo una granja y estoy bloqueado, no puedo ni limpiarla porque mis ahorros y el dinero necesario para invertir en el campo están en la cooperativa", explica. El agricultor cuenta que está en el inicio de la campaña y que necesita 6.000 euros para pagar a los proveedores. "Aquí en el campo todos trabajamos con créditos de campaña. Es insostenible", dice.
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