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PERSONAJE

Cómo hacerse un saco de dormir con un camello muerto

Si es cierto -como asegura su productora, Discovery Channel- que el programa de Bear Grylls llega a través de sus múltiples canales de emisión a una audiencia global de más de mil millones de espectadores, una sexta parte de la población mundial habrá visto a este singular personaje hacerse un enema con excrementos de pájaro, abrir en canal un camello muerto en medio de un desierto para usarlo de saco de dormir o beber su propia orina. Y pese a ello, es muy probable que buena parte de esa gente no solo le respete y admire, sino que también anime a sus hijos a sentarse a su alrededor para ver en familia su programa de televisión, El último superviviente (que en España emiten Discovery Channel y Cuatro). Porque este británico de 37 años, que se ha hecho famoso enfrentándose prácticamente a solas a las situaciones más arriesgadas a las que se ha expuesto el ser humano (al menos, voluntariamente), es lo más parecido a un superhéroe Marvel en el impúdico universo de la telerrealidad. Un MacGyver con una valentía, una voluntad, un afán de superación y un amor por la naturaleza que a casi todos resultan encomiables. Hasta su cara de tipo pícaro pero sensible y su físico de actor de películas de catástrofes ochenteras acompañan.

"Las relaciones que estableces en la naturaleza son más honestas. Dependes de los que te acompañan"
"Escalar el Everest ha sido mi mayor logro. Fue especial, costó mucho, perdimos a cuatro escaladores, pero era mi gran sueño"
"Me han acusado de todo estos años. La mejor respuesta fue mostrar cómo rodamos las escenas para que la gente lo sepa"

En su espectáculo se le ha visto practicando lucha libre con un aligátor, ascendiendo acrobáticamente por acantilados imposibles, atravesando incendios forestales, escalando cascadas sin herramienta alguna, empapando su camiseta con su orina para no congelarse o alimentándose de testículos de macho cabrío, ojos de yak, intestinos de camello, excrementos de vaca y escorpiones -"crudos son terribles, pero si los quemas bastante, son como gambas"-. Todo ello en las localizaciones más inhóspitas, del Sáhara a la selva de Borneo, la tundra islandesa o las Montañas Rocosas. Lugares en los que, incluso aquejado de una hipotermia o seriamente magullado, el hombre ha encontrado la suficiente energía para encajar en la emisión su habitual registro didáctico. Pues "ante todo" el suyo es un programa para divulgar trucos de supervivencia límite. Por algo en 2009 le nombraron jefe de los boy scouts en Reino Unido. Una petición expresa de sus jóvenes miembros.

Bear está hoy en un contexto algo más seguro, un hotel chirriantemente moderno del centro de Londres, promocionando la sexta temporada de su serie y atendiendo, uno tras otro, a 29 periodistas invitados de todo el mundo.

Asegura que la vida urbana y las multitudes no son lo suyo: "Lo que me gusta de la vida salvaje es que es más rural, la urbana puede ser muy encantadora, sedosa, ya sabe..., todo el mundo está siempre sonriendo".

"No la acabo de entender", reflexiona. "Me gustan las relaciones que estableces en lo alto de una gran montaña porque son mucho más honestas, y dependes mutuamente de los que te acompañan". Con todo, su leve bronceado, su sonrisa perenne y sus maneras hollywoodienses parecen delatarle: cualquiera diría que está en su salsa. Arranca las cronometradas entrevistas con preguntas a los periodistas, calculadamente cautivador, rodeado constantemente de una corte que pregunta a los reporteros si quieren hacerse una foto con él o prefieren que les firme su último libro. Una estrella en toda regla.

Con toda seguridad, Grylls es el padre más guay del colegio de sus tres hijos. "No solía dejar que mis hijos vieran el programa", confiesa, "pero sus compañeros de clase les hacían preguntas sobre mí, y me sentí mal porque no sabían de lo que les estaban hablando. Así que se lo permití. El colegio ya es de por sí un lugar bastante complicado sin que los otros chicos les inquieran sobre mi trabajo...".

Edward Grylls (apodado al nacer Bear -oso en inglés- "porque parecía un peluche") fue un mocoso revoltoso que se tiró la adolescencia encaramado a un árbol, navegando a vela, practicando kárate (es cinturón negro segundo dan de kárate shotokan), tomando clases de paracaidismo y haciendo hogueras con los scouts (lo es desde los ocho años). Al tiempo, perfeccionó sus talentos en el Ejército británico y en el Servicio Aéreo Especial (SAS). Allí fue soldado de caballería, instructor en técnicas de supervivencia y médico de patrulla. "Serví en dos ocasiones en el norte de África. Pero no en conflictos totales. Son misiones de las que no puedo hablar, pero no eran malas comparadas con las que mis amigos hacen todos los días. Tengo muchos que todavía están en Afganistán, y lo que hacen da muchísimo más miedo que cualquier cosa que yo haya hecho", explica. "¡Y me chinchan sin piedad! Susurrándome cosas al oído como: '¿Me firmarías una camiseta para mi hijo?".

Un accidente en paracaídas en Kenia que le destrozó la espalda y con el que no perdió la vida "por un pelo" le obligó a estar de baja 18 de los 36 meses que sirvió en el cuerpo. No estaba seguro de si podría volver a caminar, pero Grylls, un tipo profundamente espiritual, encontró la motivación en su próximo gran reto: escalar el Everest. En su kit de supervivencia siempre lleva una copia del Nuevo Testamento que perteneció a su abuelo. Se sabe un único versículo de memoria: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). La religión, dice, le ayuda en las situaciones más críticas. Además es muy conocido en el mundo anglosajón por promover el Alpha, un curso intensivo de 10 semanas sobre los fundamentos de la fe cristiana que nació en una parroquia anglicana y que se ha extendido por toda la cristiandad. "Trato de rezar todos los días, lo necesito especialmente en mi trabajo", concede. "Rezo la plegaria del soldado, una que le pide a Dios que no nos olvide cuando nosotros nos olvidemos de él".

Grylls fue, con 23 años, la persona más joven en coronar la montaña más alta del mundo. "Ese ha sido mi mayor logro en mis experiencias en la naturaleza", asegura. "Fue especial, costó mucho, perdimos a cuatro escaladores, necesitamos mucho sacrificio y años de preparación, pero era mi gran sueño".

-¿Podría decirse entonces que para usted un día en Disneylandia con la familia es la expresión perfecta de una pesadilla?

-Sí. He estado allí, y fue horrible. Prefiero la jungla.

¿Por qué? ¿Acaso se pasó toda la visita al parque divisando las salidas de emergencia por si las moscas?

Exacto.

¿Pero usted se relaja en algún momento?

No. Siempre soy así. Y encima últimamente escucho a mis hijos decir cosas como: "Papá, deberías dar marcha atrás y asegurarte de que conoces una ruta alternativa por si hay que escapar". Y mi mujer, Shara, se lamenta: "Oh, no, ¡se están convirtiendo en ti!".

Cada nueva hazaña de Grylls se propaga por Internet con gran profusión de detalles, comentarios y vídeos analíticos en YouTube. Y como cabía esperar, no todo son flores. En su entrada en la Inciclopedia (un trasunto paródico de la Wikipedia), por ejemplo, enumeran cada una de sus "lasañas más importantes y heroicas": "Bajar el Everest hasta el nivel del mar", "cruzar el Atlántico norte a pie", "llevarle la montaña a Mahoma", "destruir la última nave del [videojuego] Space invaders"... Pero mucho más molesto le resultó a su productora otro tipo de runrún.

Tras su estreno en 2006, el programa fue acusado de fabricar, dramatizar o directamente falsear algunas de las situaciones extremas en las que se encuentra su protagonista. Se ha escrito, entre otras cosas más o menos cómicas, que duerme en resorts de lujo demasiado cercanos a sus "agujeros infernales" -así llama él a los parajes más inhóspitos-, que monta sus guaridas nocturnas ocultando la ayuda de sus compañeros de rodaje o que un miembro del equipo se disfrazó en una ocasión de oso para simular un ataque a la estrella ante la imposibilidad de encontrar uno domesticado. Aunque para muchos lo más concluyente fue un vídeo viral que trataba de probar cómo exagera y manipula sus dotes de supervivencia. En él, Grylls sortea una peligrosa grieta del volcán Kilauea, en Hawai, atravesándola a pie sobre un sendero estrecho e inestable. A continuación, un aficionado recrea la escena en la misma localización, para, acto seguido, mostrar que apenas a unos metros de allí la grieta se cierra, revelando un camino alternativo mucho más seguro -pero mucho menos espectacular-, y a otros tantos metros, una carretera por la que transitan coches que otorgan cualquier cosa menos exotismo y peligrosidad a su gesta.

Discovery Channel y Channel 4, productora y canal que estrenaron la serie en Reino Unido, reeditaron en 2007 algunos capítulos, e incluso eliminaron algunos de los más controvertidos de las futuras ediciones en DVD. En las últimas temporadas incluyen, además, un descargo de responsabilidad en el que especifican que Grylls puede recibir ocasionalmente ayuda del equipo de rodaje para minimizar riesgos y que es posible que el exsoldado se ponga deliberadamente en situación de peligro para así poder mostrar distintas técnicas de supervivencia al espectador. "Deberíamos haber hecho esto desde el principio", declaró entonces Grylls.

Además, un comunicado aclaraba que "el programa no afirma explícitamente que la experiencia de supervivencia del presentador sea individual y sin ayuda". "Por ejemplo", continúa, "a menudo se dirige al equipo de producción, incluido al cámara, dejando claro que está recibiendo un elemento de ayuda". En aras de una mayor credibilidad, se subrayó su cargo de "presentador", especificando que lo que hace es precisamente presentar a la audiencia dichas técnicas. En diciembre de ese mismo año, Grylls aclaró a la revista People: "Los episodios tardan alrededor de 10 días en grabarse. Las escenas nocturnas [que se enseñan en cámara] son totalmente reales. Pero cuando no estoy rodando, acampo con el resto del equipo".

Cuatro años después, Grylls se muestra con la conciencia tranquila. "Cuando un programa despega, es inevitable recibir artículos negativos. Me han acusado de todo estos años. Pero lo que hicimos, lo que Discovery hizo, fue grabar el making of de muchas escenas mostrando cómo las rodamos, y eso se hizo en gran parte porque la gente quería saber más. No sabían lo suficiente, sacaban conclusiones y escribían cosas. Esas escenas de making of fueron la mejor respuesta". Preguntado sobre si ha desarrollado dotes interpretativas, Grylls responde: "Quizá algunas. No creo que fuera bueno interpretando a otro, pero definitivamente hay veces en que me dicen: 'No he oído eso, ¿podrías repetirlo?' o 'El plano estaba desenfocado'. Así que ocasionalmente hago una segunda toma. Siempre digo que una toma es aceptable; dos, una extravagancia, y tres, algo inaceptable".

La sexta temporada de 'El último superviviente' se emite a partir del 28 de noviembre en Discovery Channel.

FOTOGRAFÍA DE DISCOVERY CHANNEL
Bear Grylls tras deslizarse hasta el fondo de un barranco.
Bear Grylls tras deslizarse hasta el fondo de un barranco.FOTOGRAFÍA DE DISCOVERY CHANNEL

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