El Gobierno intenta evitar que las disputas políticas paralicen las reformas económicas
Berlusconi lo dijo varias veces durante estos días de maratón parlamentario: "Dejar el país sin guía en esta coyuntura económica tendría consecuencias fatales". Así que el Gobierno, una vez recibida la confianza del Congreso, volvió enseguida al trabajo. Para mandar una señal de unidad y eficacia, los ministros empezaron con las tareas de economía. Tras semanas de peleas internas, el Gabinete aprobó en la tarde del jueves la Ley de Presupuestos. "Prevé recortes dolorosos para el bolsillo de los ministerios", comentó Berlusconi. "Son reformas que nos pide el Banco Central Europeo (BCE)". El organismo también exigió a Roma recortes en las jubilaciones. Umberto Bossi, el único y todopoderoso aliado de Berlusconi, no quiere que se toque ni una coma en el sistema actual. Amenazó con irse y la reforma de la jubilación desapareció del ajuste aprobado en septiembre.
Otro tema que desestabiliza a la coalición gubernamental es la designación del director del Banco de Italia: Mario Draghi se marcha para tomar las riendas del BCE el 1 de noviembre y aún no se sabe quién va a sustituirle. Berlusconi y Draghi optan por Fabrizio Saccomanni (1942), director de Bankitalia; mientras Giulio Tremonti, ministro de Economía, y Bossi prefieren a Vittorio Grilli (1957), director general del Ministerio de Economía.
Standard & Poor's y Moody's rebajaron la nota de Italia por la inexistente perspectiva de crecimiento. Los ajustes realizados hasta ahora solo son apretones de cinturón. El Gobierno está estudiando un decreto para impulsar el crecimiento, pero no hay acuerdo sobre cómo obtener el dinero necesario. El debate es, otra vez, una pelea política: Berlusconi y su ministro de Fomento, Paolo Romani, presionan para aplicar una doble amnistía fiscal, para particulares y Ayuntamientos. Tremonti y la Liga están en contra.
Pero es otro el problema que más debe de angustiar al primer ministro. Y es personal: entre finales de noviembre y principios de diciembre, un tribunal de Milán deberá pronunciarse en un proceso por corrupción contra Berlusconi. La fiscalía le acusa de regalar 600.000 dólares a su abogado inglés, David Mills, que con su testimonio le liberó de dos juicios precedentes. Mills ha sido condenado por mentir a los jueces a favor de Berlusconi. Condenado el corrupto, solo falta el corruptor. Berlusconi tiene prisa. Quiere aprobar una ley, ya lista para ser votada, que acorta los tiempos de prescripción: de esta forma el juicio de Milán quedaría fuera de plazo y nunca llegaría el veredicto. ¿Pero cómo van a justificar los diputados de la Liga Norte el apoyo a una ley semejante frente a su electorado? Giovanni Reguzzoni, portavoz en el Congreso de ese partido, bloqueó el martes el trámite parlamentario de la ley mordaza sobre las escuchas telefónicas, propuesta por Berlusconi. "Hay cuestiones más urgentes", comentó.
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