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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Trichet se despide

Acierta al garantizar la liquidez financiera, pero arguye un motivo dudoso para no bajar los tipos

El último acto de Jean-Claude Trichet como presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha sintetizado su trayectoria al frente de la institución. Por un lado, ofreció un mensaje de tranquilidad y buen sentido a los ciudadanos europeos al advertir que mantendrá la liquidez del sistema financiero, uno de los grandes estrangulamientos de esta crisis, a través de todos los instrumentos monetarios al alcance del banco, como, por ejemplo, la compra de bonos o la reinstauración de las subastas de liquidez. El anuncio es importante porque no es posible superar el estancamiento de la economía sin disponer, entre otras cosas, de suficiente liquidez. Pero Trichet frustró a la opinión económica europea y al FMI al mantener los tipos de interés en el 1,5%. La causa aducida es que la tasa general de inflación de la eurozona se ha disparado hasta el 3%.

El motivo es discutible. A medio plazo no hay riesgo de inflación en la zona euro (la inflación subyacente sigue en niveles bajos) y, en cambio, proliferan los signos de una recesión a corto plazo. Pero, incluso aunque no se confirmara, la fase de estancamiento de las economías europeas recomienda un relajamiento de todas las condiciones monetarias. No hay política económica viable frente a un estancamiento o recesión si se imponen programas de ajuste a todos los países del área y, además de esa contracción presupuestaria, se aplica una política monetaria rigurosa. Con ambos instrumentos cegados, cualquier reactivación es puro milagro.

Trichet se ha dejado llevar probablemente por el prurito político de no reconocer el error de reiniciar una senda de encarecimiento de los tipos. Contagiado de la ortodoxia monetaria militante, una vez más se ha negado a ver más allá de las previsiones de inflación. Tampoco ha sido muy elegante con su sucesor, Mario Draghi, al que ha dejado la tarea de anunciar una rebaja de tipos en la zona euro.

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La economía de la eurozona ha ido empeorando progresivamente y no se puede decir que la gestión de Trichet haya contribuido a mejorarla. La amenaza de una nueva crisis bancaria, detonada ahora por las dificultades del banco Dexia, confirma que ni siquiera algo tan básico como la recapitalización bancaria es asunto resuelto. Debido a las eternas dudas de Alemania y a la falta de iniciativa de las instituciones europeas, el euro vive la pesadilla de hacer frente una y otra vez a los mismos problemas, sin que se resuelva ninguno.

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