El 'primo' de riesgo
Todos los países tienen una prima de riesgo, salvo Italia, que tiene dos. Además de la tradicional, que ayer rozaba los 400 puntos básicos en una escalada angustiosa, Italia carga con el peso muerto de un primo de riesgo llamado Silvio Berlusconi. Cada vez que el primer ministro abre la boca, funde las bombillas y avergüenza a todo italiano honrado. En plena investigación sobre el albañal de sus fiestas privadas y la red de camellos sexuales que supuestamente le extorsionaban, ha saltado una conversación interceptada por la Fiscalía de Nápoles en la que Il Cavaliere (¿por qué le apodarán así?) exprime un poco más su zafiedad habitual. Sobre la canciller alemana Angela Merkel dice (según el diario Il Fatto Quotidiano) que es "una culona mantecosa infollable". No es que el escupitajo soez, lanzado contra una doctora en Físicas y, por tanto, muy por encima de los horizontes mentales del ofensor, arruine la imagen de Berlusconi; pero sí corroe la credibilidad que le
quede a una República degradada por la figura pública y privada de su primer ministro.
Nadie puede creer ya a este hombre cuando, acorralado por las interminables acusaciones de corrupción, lloriquea en Il Foglio que "nunca ha hecho nada de lo que deba avergonzarse"; nadie puede creer ya la nota oficial de su Gobierno, que culpa a la prensa (?) de la rebaja de la deuda italiana por Standard & Poor's; nadie puede creer que un país gobernado por este hombre pueda cumplir con un plan de ajuste, reducir la deuda y preparar una fase de crecimiento. La inepcia oficial durante las legislaturas de Berlusconi es en gran parte responsable de las angustias que sufre el país. Muchas velinas, mucha corrupción, muchas humillaciones a la legalidad democrática y poco crecimiento real.
Como Italia tiene dos primas de riesgo (una prima y un primo), lo adecuado es que prepare dos planes de salvación. El primero,
el del ajuste económico; el segundo, y más importante, para recuperar la credibilidad social, un proceso público, a modo
de causa general de la sociedad italiana, contra Berlusconi. Sin esa tarea de fumigación, Italia no tiene futuro. Desde los tiempos de los Borgia nadie había envilecido tanto la política italiana como don Silvio; y conste que la envilecieron mucho.
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