_
_
_
_
Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

José Tomás triunfa en Nimes

El diestro logra tres orejas y sale a hombros de la plaza francesa

Hubo un olé para la eternidad; un olé que sale del alma, pero del alma colectiva, de miles de personas a la vez que de repente, han pasado de la modorra al éxtasis. Por qué ese pase y no otro; porque 12.000 personas se han puesto de acuerdo para saber que ese instante es extraordinario, que ese trapo paseado por delante del animal, ese pase nada tiene que ver con los cientos anteriores, que ha ocurrido algo extraordinario.

A los miles de espectadores que abarrotaban el coliseo de Nimes a las 11.30 de ayer, les salió un olé perfecto como perfecto fue el natural de José Tomás, porque era él, quién si no, el autor, el artista, el dueño de ese copyright, incopiable, porque aunque haya un vídeo pirata de su faena, le faltará el alma. En la imagen siempre falta el misterio, la emoción, el riesgo. José Tomás salió a hombros, por primera vez desde su reaparición en Valencia, y nada menos que por la puerta de los cónsules del coliseo romano de Nimes.

Para darle más valor a ese muletazo largo, pausado, como desganado habría que añadir que llovía, que era la hora del desayuno más que de la merienda, que era en Francia y no en la celtibérica España, donde andamos siempre a garrotazos. En Francia se disfruta del arte de los toros, porque el toreo no debe ser oficio de gimnastas, aunque haya unos cuantos que se emperren en ello, sino oficio de artistas. Y ahí es donde José Tomás se descuelga; cuando hace lo que los demás, pero distinto. Aun sin una faena completa, sin ligar una tanda seguida de pases, fue suficiente un natural, un trincherazo, un cambio de manos de la muleta sin moverse del sitio para que el público sacara las manos de sus impermeables para aplaudir.

Para que entiendan los profanos, José Tomás es al toreo lo que Iniesta al pelotón, seres volátiles, pálidos, artistas que parece que leviten más que anden, y que de esas figuras blancas, aparentemente frágiles y temerosas brotan imágenes inéditas, efímeras, únicas. Y por eso, ayer, aunque José Tomás no redondeara ningún faenón, el público francés premió con dos orejas en su primer bravo toro y con una oreja del otro, el haber asistido a unos segundos que ningún otro verá.

Es cierto que también torearon Javier Conde y el francés Thomas Duffau, que tomaba la alternativa y se llevó dos justas orejas. Pero como Duffau, como Conde, hay más. Como un segundo de reloj de José Tomás, no. Aunque ese segundo ocurra a las 13.45, llueva y el redondel tenga forma de melón. Por eso Francia sacó a hombros al artista.

José Tomás sale a hombros de la plaza de toros de Nimes.
José Tomás sale a hombros de la plaza de toros de Nimes.AFP

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_