El aroma del pacto del Majestic
Rajoy lanza guiños de complicidad a CiU en su conferencia en el hotel Ritz
CiU y PP son socios en varias instituciones en Cataluña, aunque cada día estén a la greña, ya sea por sus diferencias por la reforma de la Constitución o por la inmersión lingüística. Pero ayer no hubo ni rastro de esos roces. El Palace Hotel de Barcelona reunió a la flor y nata de los empresarios catalanes, muchos próximos a CiU, conscientes de que se encontraban ante el futuro presidente del Gobierno. En el almuerzo-conferencia Barcelona Tribuna, organizada por La Vanguardia, el líder del PP fue con sumo cuidado para no pisar terreno resbaladizo y lanzó al auditorio guiños de complicidad. La jornada la cerró con una cena con el foro de empresarios Puente Aéreo en el domicilio del Conde de Godó.
El líder del PP no cierra la puerta al pacto fiscal que reclama Mas
Roca avisa de que lo que puede dividir es poner en peligro la inmersión
Deseoso de agradar al auditorio, Rajoy ni siquiera dio un portazo al pacto fiscal, reivindicado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y todas las patronales catalanas, incluida Fomento del Trabajo que dirigió Juan Rosell, actual presidente de la CEOE. "Escucharé a todo el mundo con mucha atención. Luego ya veremos si es posible llegar a un entendimiento, pero pondré la mejor de mis voluntades", aseguró. Rajoy se esmeró en reconstruir puentes, rotos con estrépito por el Estatuto, y la cita desprendió el aroma del pacto del hotel Majestic de 1996, cuando CiU selló la alianza con el Gobierno en minoría de Aznar.
Sentado entre Miquel Roca, exlíder de CiU y padre de la Constitución, y el conde de Godó -en la mesa presidencial también estaba sentado el senador de CiU Jordi Vilajoana, íntimo amigo del presidente Artur Mas- Rajoy contestó media docena de preguntas de los invitados, que sintetizó Roca en el escenario. El micrófono no pasó de mano en mano. ¿Hará el PP una campaña anticatalana para sacar rédito en el resto de España?, se le preguntó. "Sería absolutamente disparatado y de una gran irresponsabilidad que apostásemos por dividir, generar o agravar problemas. Hay que poner el acento en lo que nos une, en lugar de ponerlo en lo que nos provoca disputas", replicó Rajoy en un mensaje tranquilizador.
La conferencia de Rajoy fue eminentemente económica y la cerró expresamente sin hacer ninguna alusión al conflicto de la inmersión lingüística. "Ya sé que hay elementos de discordia que se han sobredimensionado por las fechas en las que estamos", dijo en alusión a que el auto judicial que obliga a introducir el castellano como lengua vehicular estalló en vísperas de la Diada: "No será la primera vez ni la última. La solución a los problemas se da desde la moderación y las ganas de entenderse. Hay que incidir en lo que nos une y no en lo que nos separa", reiteró. Esa frase la repitió un par de veces justo cuando tenía que abordar los asuntos espinosos. Y esa coletilla fue uno de los lemas de Alicia Sánchez-Camacho, la presidenta del PP catalán, en la precampaña de las autonómicas de 2010. En las vallas publicitarias, se veía su rostro con la frase: "Es mucho lo que nos une".
Fuera de Cataluña, sin embargo, Rajoy se comporta como un firme defensor del bilingüismo en las aulas con comentarios de este estilo: "No quiero adoctrinar a nadie; quiero libertad". Pero el líder del PP omite siempre en Cataluña los temas más delicados; no hace tanto también se negaba a abordar el asunto del Estatuto amparándose en que estaba pendiente de sentencia. Ayer, no hizo la menor mención a la transición nacional catalana anunciada por Mas (o al menos nadie le preguntó) y pidió a CiU, sin citarla, que, aunque tenga mayoría absoluta, le ayude a sacar España adelante.
"Nadie te ha preguntado por la lengua y no sé si eso es bueno o malo", le dijo Roca en el escenario antes de cerrar el acto. Y, en tono amistoso, le avisó de que si hay algo que pueda desunir es el asunto del idioma y le depositó su confianza en que ayude a solucionar el conflicto.
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