_
_
_
_
ÍDOLOS DE LA CUEVA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuidado con el libro

Manuel Rodríguez Rivero

El 15 de junio de 1966, L'Osservatore Romano publicó un comunicado de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe -sucesora de la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición- en el que se daba por abolido, más de cuatro siglos después de su institución, el Index Librorum Prohibitorum. En el texto se advertía de que, aunque el Índice ya no tenía la fuerza de una ley eclesiástica positiva con sus penas asociadas, todavía mantenía su autoridad moral en lo referente a los libros que podían dañar la fe y las costumbres.

He recordado el Índice a propósito de la cada vez más nutrida lista de libros "cuestionados" (challenged) en las bibliotecas escolares estadounidenses por personas o grupos que consideran que su lectura puede dañar la fe y envenenar el alma de los jóvenes. La lista norteamericana sale a relucir cada año por estas fechas, porque es cuando se hacen públicas las obras de lectura obligada en los currículos escolares. Y, por tanto, cuando los espontáneos censores elevan a las autoridades sus escritos "cuestionándolas", un trámite que puede conducir a su prohibición o retirada.

Entre las obras cuestionadas por espontáneos censores de EE UU están 'Matar a un ruiseñor', 'Un mundo feliz' o 'Crepúsculo'

Afortunadamente, la censura solo se hace efectiva en pocas ocasiones, generalmente en un ámbito local (un condado) o en un colegio o instituto determinado. Entre otras cosas, porque la democracia norteamericana ha generado instituciones y organismos que, a su vez, cuestionan los motivos de los censores y defienden con fuerza los principios y valores protegidos por la Primera Enmienda. Una de esas instituciones (patrocinada por la influyente Asociación Americana de Bibliotecarios) es la Banned Books Week, un encuentro anual -el próximo se celebrará a finales de septiembre- en el que participan libreros, bibliotecarios, profesores, asociaciones de padres y otros colectivos, y en el que, además de celebrar y promover la libertad de lectura, se defiende el derecho de los centros de enseñanza y de los maestros a proponer a sus alumnos los libros que les parezcan convenientes para su formación. El lema de los adversarios de la censura podría perfectamente ser la célebre frase que hace siglo y medio John Stuart Mill escribió en Sobre la libertad: "Si toda la humanidad menos una persona fuera de una opinión, y solo esa persona fuera de la opinión contraria, la humanidad no tendría más justificación para acallar a esa persona que la que esta tendría para callar a la humanidad". La censura, opinaba el filósofo y economista británico, constituye una especie de robo que se le hace a la raza humana.

La lista de los libros "cuestionados" -y en algunos sitios retirados- no hace excepción de géneros o de épocas. En ella figuran clásicos antiguos o modernos como Las aventuras de Huckleberry Finn (Mark Twain), Matar a un ruiseñor (Harper Lee), o Un mundo feliz (Aldous Huxley), además de best sellers juveniles como Crepúsculo (Stephenie Meyer) o álbumes infantiles como Tres con tango (Justin Richardson y Peter Parnell). Los pretextos aducidos por los censores van desde "uso de lenguaje inapropiado" hasta "violencia", pasando por "anticapitalismo", "sexo explícito", "homosexualidad" e "irreligiosidad". Pero lo que más les irrita es, sin duda, el que los profesores y bibliotecarios puedan ejercer la libertad que, como educadores, precisan. Este curso -en el que Estados Unidos sigue en guerra- una de las obras "cuestionadas" ha sido la estupenda sátira antibelicista Matadero cinco (Kurt Vonnegut).

Resulta irónico hasta lo grotesco que en un país como Estados Unidos, en el que adolescentes y "jóvenes adultos" disponen de acceso ilimitado a toda una panoplia de medios de comunicación y redes sociales, todavía haya censores dispuestos a limitar el acceso a esa forma privilegiada de conocimiento que proporciona el libro. Gentes que gustosamente plantarían ante la puerta de los centros educativos y de las bibliotecas un cartel que, como el clásico de ¡Cuidado con el perro!, advirtiera de los peligros de leer.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_