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PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Columna
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Cine, cine, cine

Sin nostalgia y con una vitalidad tremenda en el montaje, y en la concepción de la obra desde el principio, nos está llegando, a través de La 2 -de lunes a viernes, a las ocho y media de la tarde/noche-, una serie que tiene el don de alegrarnos el cuerpo a las personas que amamos el cine: Una historia de Zinemaldia. Que no es sino la historia del Festival de Cine de San Sebastián, desde que empezó en 1956 hasta nuestros días.

Creada y dirigida por Diego Galán -cuyo libro sobre el mismo tema, Jack Lemmon nunca cenó aquí, estaba pidiendo a gritos imágenes; pero esta serie da más-, Una historia... evidencia el sello inconfundible de su autor, a quien ustedes conocen no sólo por lo que escribe -siempre con tino-, sino mucho más -supongo, porque así es la tele- por sus apariciones en canales diversos, la TCM últimamente, pero llenaría el suplemento si les anotara todas las colaboraciones que ha realizado este hombre desde que -cuando yo le conocí, con el Paco aún muy vivo- se trajinaba, a medias con Fernando Lara, la sección de cine de Triunfo (quepa aquí un recuerdo para la fina inteligencia de Haro Tecglen: ambos se querían mucho).

"Fuimos afortunados quienes compartimos este Festival con generaciones de cineastas"

A pesar de mi disfrute con las recomendaciones de Diego en pantalla, y con su defensa del cine español en las páginas culturales de este mismo diario, siempre he echado en falta al hombre que nos aportó aquellas deliciosas e instructivas series: Memorias del cine español y Queridos cómicos. Diego posee algo que pocos autores de documentales tienen, sobre todo cuando se enfrentan a un material tan ingente. Ese algo se llama garbo narrativo. No crean que es un don fácil de encontrar.

Según el Diccionario de la RAE (DRAE), las cualidades contenidas en la palabra "garbo" son, en primer lugar, "gallardía, gentileza, buen aire y disposición de cuerpo". Aplicadas a una narración -sea literaria o en imágenes-, estas cualidades (bastante en desuso: han sido sustituidas por la brocha gorda) hacen que siempre te diviertas con la obra sin tener que avergonzarte por ello. Sigue el DRAE: "Gracia y perfección que se da a las cosas". Esta frase sintetiza lo que podríamos llamar el toque Galán. Su trabajo es redondo, brillante, y carece de pedantería. Para terminar, dice el diccionario: "Bizarría, desinterés y generosidad". Eso es lo que caracteriza las entregas de Diego: la gentileza con que nos ofrece sus conocimientos, su memoria, sus juicios, su humor.

Si tanto la palabra garbo como los términos que la explican pueden parecer hoy día un tanto anticuados, ello no es porque hayan perdido su valor, sino porque, por desgracia, la esencia y la belleza de las cosas -entre ellas, el cine- han sido encubiertas y falseadas por una espesa capa de cinismo y de oportunismo, de chanza fácil y de cotilleo infecto, cuando no de vaciedad pomposa que sólo oculta más vacío. Pero admirando esta serie, viendo y escuchando a personas que hicieron grande nuestra cinematografía en tiempos más difíciles que estos -nunca lo olvidéis-, recuperando a gente como Juan Luis Borau o Basilio Martín Patino o Elías Querejeta o Manuel Gutiérrez Aragón -entre tantísimos como poblaron las noches y los días de los festivales de Donostia-, se ve claramente que fuimos afortunados quienes tuvimos la dicha de conocerles, de compartir sus hallazgos y de gozar de su sentido del humor y generosidad. Productores, directores, intérpretes, directores de fotografía, músicos... por nombrar sólo a los que más se ven... Generaciones de cineastas que también garbeaban por los circuitos del Festival, que con los años se fueron haciendo más ricos e insustituibles a nivel popular.

Que el recuerdo de este Festival -en el que tanto disfruté, tanto aprendí, tanto recibí en mis años de reportera- nos llegue ahora, y además, en la televisión pública, es una de esas escasas oportunidades para el deleite que nos depara la pequeña pantalla. Una joya.

Personalmente, disfruto además reconociendo los rincones -la cancha de frontón en el casco antiguo, el bar del María Cristina-, los salones, la alfombra, en donde durante tantas ediciones hice de todo y me ocurrió de todo, cruzándome siempre con mi querido amigo el periodista gallego Albino Mallo, ahora retirado y convertido en amiguito Facebook.

En fin, una gran serie sobre un festival estupendo. ¡Y este año viene Glenn Close!

www.marujatorres.com

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