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Muere de sobredosis uno de los asesinos de un joven de Berga

El fallecido seguía un programa de desintoxicación en la cárcel

Santiago Sánchez Pachón, uno de los condenados en 2007 por el asesinato a navajazos de Josep Maria Isanta, de 22 años, en las fiestas de la Patum de Berga de mayo de 2005, murió el pasado domingo día 28 de una sobredosis, presuntamente de heroína. La autopsia será la que, en última instancia, determine las causas de la muerte.

Sánchez Pachón cumplía una condena de 25 años de cárcel por el asesinato de Isanta en la prisión de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Bages), en una de cuyas celdas fue hallado muerto. Se da la paradójica circunstancia que el preso formaba parte en la actualidad de un programa de desintoxicación de drogas que se llevaba a cabo en la cárcel. El fallecido estaba interno en el módulo 6 de Lledoners, donde los internos tienen un cierto nivel de autogestión a cambio de hacer un seguimiento terapéutico para mejorar su comportamiento y acabar con su adicción a las drogas.

Josep Maria Isanta murió de varias puñaladas la noche del 27 de mayo de 2005 en el transcurso de una agresión múltiple protagonizada por un grupo violento de nueve adultos, entre los que se hallaba Sánchez Pachón, y varios menores.

Sentencia ratificada

Según la sentencia de la Audiencia de Barcelona de noviembre de 2007 -ratificada en 2009 por el Tribunal Supremo en todos sus términos-, la muerte de Isanta no fue un homicidio, sino que se trató de un asesinato en toda regla. La sentencia relata que los incidentes los inició un grupo formado por nueve adultos y diversos menores que se dirigieron en "actitud chulesca y provocadora" hacia un paraje de Berga en el que se estaba celebrando un concierto. Allí agredieron, increparon y empujaron a los asistentes y les golpearon.

Cuando una de las víctimas les recriminó su comportamiento, uno de los agresores, Pablo Enrique Méndez, condenado también por asesinato, esgrimió una navaja.

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La sentencia precisa que no fue una "pelea multitudinaria ni confusa ni tumultuaria, como pretendieron las defensas", sino que los acusados actuaron con "unidad de acción y propósito". Así, golpeaban a las víctimas para que cayeran al suelo y después formaban dos círculos alrededor de ellas. El interno pateaba a los agredidos y el externo evitaba que les ayudaran.

Una de esas víctimas fue Jordi Isanta, quien pudo escapar ayudado por tres personas. Una de ellas fue su hermano Josep Maria, que quedó atrapado en el círculo mortal. Recibió tres puñaladas con tres armas distintas. Una fue mortal y falleció al cabo de dos horas. El tribunal solo identifica a Pablo Enrique Méndez como uno de los agresores de Isanta, pero condena por el mismo delito de asesinato a los otros ocho acusados: seis como coautores y dos como cooperadores necesarios.

Posteriormente, los acusados prosiguieron con sus agresiones "indiscriminadas" y, según el tribunal, intentaron matar a otras dos personas. Por ello, también se les condenó por homicidio en tentativa y lesiones y amenazas.

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