Subvenciones sorprendentes
Ya nos hemos enterado de que el billete de metro para los que acudan a la Jornada Mundial de la Juventud, costará 50 céntimos, y para los demás, los que no acudiremos, pero que pagamos ese transporte y lo sostenemos, nos va a costar 1,50 euros.
Desde que voy a la universidad, he estado pagando más de 50 euros mensuales por desplazarme para poder asistir a clase. Dentro de unos días, se va a celebrar un acto religioso en un Estado aconfesional, que ha sido pagado con dinero público. Vivimos en un Estado de bienestar, con sanidad, y educación, y mientras estos dos pilares se nos recortan, quitando camas de hospitales y personal, y subiendo la tasa de matriculación en las universidades públicas, se rebaja el billete de metro (esencial en el día a día de cada estudiante) para los asistentes a este acto cuya entidad y razón de celebración, la religión, tiene menos apoyo social y protección constitucional que los pilares de nuestro Estado de derecho, tan importantes, necesarios y demandados como los antes mencionados.
Los estudiantes llevamos mucho tiempo pagando los abonos transporte y nunca se han preocupado en ayudarnos, cuando además, vamos a dedicar nuestro futuro a este país. Es más, cada vez nos ayudan menos. Mientras, subvencionan a aquellos que acudirán a esta jornada cuando para muchos de ellos la diferencia en el precio del billete no significaría nada. Pero los estudiantes estuvimos, estamos y estaremos pagando nuestro transporte.