Patética herencia
El paso de Ángel Gabilondo por el Ministerio de Educación, que tantas expectativas llegó a suscitar, ha resultado muy decepcionante. Y el último decreto aprobado, casi a hurtadillas, en el último momento, es buena prueba de ello. En el decreto se establecen cosas de tanta sustancia como, por ejemplo, que al alumno que no obtenga el título de ESO se le entregará un "certificado de adquisición de competencias básicas", lo que resulta bochornoso si tenemos en cuenta el nivel de los que sí lo obtienen. ¿Qué les voy a contar de los que no? Se ignora para qué servirá dicho certificado.
Otro asunto de enjundia es que ya no se necesitará el título de Secundaria para pasar a Formación Profesional. No es difícil imaginar en qué condiciones van a llegar a estos módulos un buen número de alumnos, y hará factible, entre otras lindezas y debido a los vericuetos y atajos del sistema, que se matriculen en Bachillerato alumnos que no hayan superado el currículo de la ESO. En fin, más de lo mismo: reducir todavía más la exigencia y, con el pretexto de la flexibilización, maquillar las cifras del fracaso, que es en el fondo de lo que se trata.
Patética herencia la del ministro. A ver si el nuevo que salga de los vencedores en las urnas, sean quienes sean, se atreve por fin a denunciar que el emperador está desnudo y es capaz de proponer un verdadero ropaje para vestirlo, no andrajos como se viene haciendo año tras año. Una reforma en profundidad de ese engendro normativo que tanto daño ha hecho y que necesariamente habrá de implicar desandar parte del camino andado, elevando el nivel de exigencia que es indigno en la actualidad y devolviendo la disciplina y el respeto a las aulas.
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