Duran, ¿árbitro o muleta del PP?
Recuperado el Gobierno de la Generalitat, conquistada por fin la alcaldía de Barcelona, Convergència i Unió (CiU) sueña ahora en alcanzar el siguiente objetivo: convertirse en árbitro de la política española. La condición para serlo es, según no cesa de proclamar Josep Antoni Duran Lleida, que el PP no alcance la mayoría absoluta en las elecciones legislativas, de forma que el próximo Gobierno de España dependa de los escaños del centro derecha nacionalista catalán en las Cortes.
Es un viejo argumento, repetido con escasas variaciones por los candidatos de CiU en todos los periodos previos a las elecciones legislativas. Pero, aunque parezca de una lógica aplastante, solo es cierto en parte. Baste recordar que las Cortes españolas llevan siete años sin mayoría absoluta y sin que el grupo parlamentario de CiU haya disfrutado de la condición de árbitro. CiU lleva dos legislaturas de rotunda oposición a los Gobiernos de minoría presididos por José Luis Rodríguez Zapatero, aflojada solamente en algunos momentos de especial gravedad en los vaivenes de la crisis económica.
Las Cortes llevan siete años sin mayoría absoluta y sin que Duran haya gozado de la condición de árbitro
Los árbitros han sido otros, los diputados del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y de Coalición Canaria (CC). Es decir, la condición de bisagra en el Congreso de los Diputados tiene otros aspirantes, además de CiU, y tienen que darse otras circunstancias, además de la ausencia de mayoría absoluta, para que Duran Lleida se convierta en el árbitro de la política española que sueña ser.
Algunas de estas circunstancias son simplemente una cuestión de matemáticas: el número de escaños de cada partido, no solo el propio, convierte a uno de ellos en imprescindible, o no. Pero luego están también las circunstancias políticas. Bajo el liderazgo de Duran Lleida, los diputados de CiU se han alineado casi siempre en la presente legislatura con la oposición de derechas por la pura y simple coincidencia de sus propuestas.
La izquierda catalana ha tendido a interpretar este alineamiento de CiU con el PP en las Cortes como la preparación y el anticipo de una futura colaboración más estrecha en un eventual próximo Gobierno de las derechas en España. Como la que ya se está dando en el escenario catalán desde la derrota de la mayoría de izquierdas en las últimas elecciones autonómicas. Una simple cuestión de coherencia político-ideológica. El argumento de fondo para la coincidencia entre CiU y el PP es su común aceptación de las recetas del neoliberalismo en materia económica. Esto es lo que en realidad les ha hecho coincidir una y otra vez en las Cortes mientras el presidente Rodríguez Zapatero se resistía a aplicar el recetario neoliberal que, finalmente, tuvo que asumir en mayo de 2010 ante la imperiosa exigencia de los Gobiernos conservadores que dirigen la Unión Europea.
Duran Lleida ha esperado al momento en que CiU le ha designado (el pasado fin de semana) como candidato para las próximas elecciones legislativas para mostrar una nueva coincidencia con el PP: la exigencia del adelanto electoral, incluso mediante una moción de censura para derribar al Gobierno del PSOE. Finalmente, Duran aparece en este momento compartiendo el principal argumento esgrimido desde 2008 por el líder del PP, Mariano Rajoy, contra Rodríguez Zapatero: la crisis económica solo tiene una solución, la política neoliberal, y nadie mejor que un neoliberal para aplicar con éxito desde el Gobierno el recetario neoliberal, valga la redundancia.
Pero si este es el fondo que une a CiU y el PP frente al Gobierno de Rodríguez Zapatero, no se acaba de comprender muy bien por qué razón Duran habla de CiU y de sí mismo para ejercer como árbitro de la política española. Sería más ajustado a la realidad que se postulara abiertamente como complemento, muleta, para una mayoría de centro derecha que articular en torno al PP en las Cortes. La réplica de la mayoría de idéntico signo formada por los mismos partidos en Cataluña, aunque en posición inversa, con CiU como eje y el PP como complemento. ¿Para qué disimular, si esta es la apuesta real?
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