La rehabilitación del eje francoalemán blinda el euro
La cumbre para el rescate de Grecia potencia las defensas de la moneda única y acelera el Gobierno económico
"Tendremos una catástrofe si no lo resolvemos antes del verano". Este era el temor dominante antes de la cumbre que mantuvieron el pasado jueves los líderes de los 17 países del euro, según una alta fuente europea. Una cumbre cuyas decisiones de potenciar las armas de defensa del euro y acelerar el Gobierno económico inauguran una nueva época en la historia del euro. Después de 20 meses de indecisiones y de soluciones de medias tintas, solo la inminencia del desastre forzó a los máximos dirigentes europeos a tomar las decisiones necesarias para evitar la ruptura de la moneda única, provocada por una mala gestión de la crisis de la deuda griega. A la vista de los trascendentales acuerdos alcanzados, muchos políticos y analistas coinciden en que por una vez los resultados han superado las expectativas en una reunión de la Unión. Otros siguen estando pendientes de los mercados.
Merkel y Sarkozy recompusieron en 15 horas el acuerdo, roto hace un mes
París cedió en la participación de la banca; Berlín aceptó potenciar el fondo
El primer hecho relevante que ocurrió el pasado día 21 es que el acuerdo se apoya en la rehabilitación del eje francoalemán. Ha sido preciso olisquear el peligro para forzar un pacto. Han sido necesarias 15 horas de intensas conversaciones entre la canciller alemana Ángela Merkel, y el presidente francés Nicolas Sarkozy para recomponer las relaciones entre París y Berlín. Este acuerdo previo era fundamental. "Partíamos de una confrontación cultural entre Francia y Alemania, que representan el 50% de la zona euro. Hace un mes no había acuerdo", señala una alta fuente europea. Con este primer consenso se pudo llegar después a un acuerdo con Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), sobre la contribución de los bancos en el pago de la factura de la crisis.
La sensación de vértigo se había acrecentado por las llamadas telefónicas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a Merkel expresándole su preocupación por el descontrol del mercado de deuda y su posible contagio a Estados Unidos, que se enfrenta a una hipotética suspensión de pagos si no logra un acuerdo con la oposición en las próximas dos semanas.
La reunión adquirió una mayor solemnidad por la participación en la misma de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Hasta ahora, los representantes del FMI solo habían asistido a reuniones del Eurogrupo a nivel de ministros. "Creo que ahora Lagarde podrá defender mejor los intereses de Europa en el seno del FMI", señala un participante en la reunión. La realidad es que la crisis ha convertido a Europa en el principal receptor de ayudas del Fondo. Grecia recibe del FMI 32 veces su cuota de participación. "Es clara la intención del FMI de ser un partícipe activo en este programa en el futuro", señaló Lagarde, que está a la espera de la petición de Grecia se concrete.
"Por primera vez hubo una discusión sustancial sobre las cuestiones de fondo tales como un instrumento para proteger el euro y el Gobierno económico", señala uno de los asistentes al Consejo. "Sarkozy fue quien sostuvo las posiciones más ambiciosas", precisa la misma fuente. "El presidente francés", apostilla, "defendió con entusiasmo una visión federalista de Europa". Una idea con que ha coincidido también el copresidente de los Verdes en la Eurocámara, Daniel Cohn-Bendit, al señalar que "las decisiones tomadas se orientan hacia un federalismo financiero".
Al margen del "excepcional y único" acuerdo con la banca, los compromisos más importantes implican un importante refuerzo del sistema de defensa del euro. Por una parte, se acuerdan nuevos poderes a los fondos de rescate, el temporal, el Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (FEEF) y el permanente a partir de 2013, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para proteger la moneda única. Por otra parte, los líderes se comprometen a acordar en septiembre el paquete de seis leyes sobre gobernanza económica y endurecimiento del Pacto de Estabilidad, con sanciones automáticas en caso de incumplimiento.
Ambas decisiones son trascendentales porque reparan en parte los fallos originales de la moneda única que nació sin Tesoro y sin política fiscal. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que se estableció para compensar estas deficiencias originales de diseño, tampoco funcionó.
El acuerdo trata pues de reparar estas deficiencias. Los fondos de rescate (FEEF y MEDE) se convierten en instrumentos de solidaridad efectiva con sus tres nuevas competencias: primero, podrán financiar la recapitalización de los bancos mediante préstamos a Gobiernos, incluso en países que no estén sujetos a rescate; segundo, podrán intervenir en los mercados secundarios para comprar deuda pública a los inversores, lo que según el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, es un primer paso hacia la emisión de eurobonos.
En este segundo punto, Lagarde avisó de la estricta condicionalidad para comprar deuda en el mercado secundario, lo que hará muy difícil su aplicación: deberán contar con el análisis previo del BCE que reconozca que "existen circunstancias excepcionales" y el "mutuo acuerdo" de los Estados, equivalente a la unanimidad. Pero si esas condiciones se cumplen, estas operaciones serían equivalentes a las transferencias internas entre países de la Unión tan aborrecidas por Berlín. Acabe o no en la emisión de eurobonos, lo innegable es que nunca se habían planteado estos instrumentos con tanta claridad.
Las nuevas competencias se completan con una tercera disposición, que permite utilizar los fondos para actuar de forma preventiva, una herramienta útil para desanimar la especulación. En esta misma línea hay que situar también el propósito de "reducir la dependencia de las agencias de calificación externas en el marco regulador de la UE".
Este paquete de nuevos instrumentos hizo exclamar a Sarkozy: "¡Hemos creado los principios de un Fondo Monetario Europeo!". Merkel fue más cautelosa y dijo que era partidaria de un Fondo Monetario Europeo, pero que, para ello era necesario salir primero de la crisis. "Y solo estamos a medio camino", apostilló.
Es un acuerdo de múltiples logros y renuncias. Berlín logra la contribución de los bancos y acepta la potenciación del fondo de rescate, embrión ahora del Fondo Monetario Europeo, que promueve París.
El otro gran acuerdo que ha pasado más desapercibido es el compromiso sobre el Gobierno económico, que implica un nuevo Pacto de Estabilidad, combinación de objetivos fiscales y macroeconómicos, y sanciones "más automáticas". El acuerdo está bloqueado en el Parlamento Europeo por la resistencia de Francia a aceptar que las sanciones en la parte preventiva del pacto se puedan aplicar por decisión de la Comisión y solo detener por el voto mayoritario en contra del Consejo. Es decir, se reforzaría la autoridad de la Comisión que quedó muy deteriorada tras la negativa de Francia y Alemania a aceptar una propuesta de sanciones en 2003. Aquí es París quien ha cedido. Guy Verhofstadt, líder de los liberales en el Parlamento, advirtió que "esperaba que la llamada para alcanzar un compromiso sobre el pacto suponga apoyar esa posición en el Parlamento".
Finalmente, algunos analistas se muestran muy críticos con la "estrategia global a favor del crecimiento y la inversión en Grecia". Sony Kapoor, presidente de Re-Define señala que "la ausencia de cualquier referencia a un relajo a los requisitos de cofinanciación de los fondos estructurales es muy decepcionante".
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