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Reportaje:Vida & Artes

Trabajo sí, premios no

El veto a los menores de 16 en los premios Goya pretende quitarles presión - El reconocimiento no es lo peligroso, según los expertos

Rocío García

Fue una sorpresa para todos. Sin conocerse polémicas ni problemas, la Academia de Cine decidió, sin saber muy bien por qué, cortar la posibilidad de que los menores de 16 años puedan optar a los Premios Goya en cualquiera de sus categorías y, por consiguiente, alzarse con el galardón. Cualquier categoría se refiere, claro, a la interpretación, que es únicamente donde los menores de 16 años han podido medirse frente a frente con los actores profesionales.

La decisión se toma en contra de lo que ha sido la historia de la Academia, que este año cumple su 25 aniversario, pero también en contra de lo que se vive en el resto de los países de nuestro entorno. Ni en Francia, Reino Unido o Estados Unidos, por ejemplo, tienen implantada una medida de estas características, y por consiguiente a los menores no se les impide recibir galardones.

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Han sido pocos tanto en el mundo del cine como en los sectores judiciales y de protección de menores los que han entendido esta medida, tomada por unanimidad de la junta directiva de la institución cinematográfica, a finales del pasado mes de junio.

La imagen de dos niños, Francesc Colomer y Marina Comas, recogiendo el Premio Goya como mejor actor y actriz revelación por Pa negre, de Agustí Villaronga, será a partir de ahora historia. El escenario del Teatro Real de Madrid, el pasado mes de enero, fue testigo de la emoción y los nervios de Colomer, con 13 años, y Comas, con 14, que competían con potentes intérpretes adultos más o menos profesionales -Juan Carlos Aduviri (También la lluvia) y Oriol Vila (Todas las canciones hablan de mí), en el caso del actor masculino, y Carolina Bang (Balada triste de trompeta) y Natasha Yarovenko (Habitación en Roma), como actriz-.

¿Trabajo sí y premios no? Jesús Palacio, catedrático de Psicología Evolutiva en la Universidad de Sevilla, se medio escandaliza del hecho de que se instale la filosofía de que los menores de 16 años son suficientemente mayores para las obligaciones y demasiado jóvenes para los derechos. "Es el puro reflejo de las contradicciones que tenemos los adultos con respecto a las edades de los adolescentes y jóvenes en cuanto a derechos y responsabilidades. La responsabilidad penal empieza a los 16 años y el derecho al voto, a los 18. No nos parece mal que trabajen como actores y que sirvan incluso de reclamo para las películas, pero pensamos que puede perjudicarles un premio", asegura Palacio, a quien le hubiera parecido más lógico crear una categoría de Goya Joven. "Si una de las razones aducidas es que se le puedan subir los humos, lo más lógico sería crear ese incentivo que indica que es un trabajo en proceso".

"Icíar Bollaín o Ana Torrent trabajaron en el cine siendo muy niñas; entonces no existían los Premios Goya y ahí están, no se les ha acabado la carrera", dice el nuevo presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho, para defender una decisión que, asegura, no se ha tomado a la ligera, ya que se venía discutiendo desde hace tiempo, incluso antes de que él accediera a la presidencia.

"Ha sido una discusión heredada, pero yo la asumo como mía. No se trata de coartar ninguna carrera. Queremos que sigan trabajando los niños en el cine pero creemos que en torno a los Goya hay mucha presión y que las consecuencias psicológicas sobre los menores pueden no ser muy positivas. Creo que los menores no tienen la madurez suficiente para afrontar un hecho tan mediático y tan expuesto a la opinión pública. Es una medida preventiva", añade el presidente de la Academia, que resalta la unanimidad de todos los miembros de la junta directiva -28, dos por cada una de las especialidades más los tres de la presidencia- a la hora de votar la nueva e insólita medida.

Niega González Macho que tras ello exista presión por parte del potente sector de los actores, el más numeroso de la Academia (325 miembros de un total de 1.200) para impedir que los niños y menores pudieran arrebatarles un galardón tan preciado, y que año tras año adquiere mayor importancia.

Ni siquiera el defensor del menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, entiende la decisión. "La justificación de la medida preventiva tendrán que explicarla un poco mejor porque no parece muy clara", asegura Canalda, que se muestra en contra de coartar la creatividad de los jóvenes, a no ser que se haga con una justificación de peso. "No podemos volvernos locos. Todo lo que va en contra del desarrollo del menor está regulado ya por ley. Es más, los chicos motoristas y los que realizan otros deportes están sometidos a mayor tensión y presiones que los que pueden recibir los actores. Estos galardones pueden ser un acicate importante para la carrera de los jóvenes", defiende Canalda, y explica que desde su oficina se ha trabajado con el sindicato de actores para discutir el convenio colectivo al que se deben de someter los jóvenes, en el que se exigen requisitos más radicales.

En el razonamiento de la junta directiva de la Academia se explicaba que la obtención de un Goya "implica una serie de circunstancias legales y civiles que la institución considera no recomendables para los menores de esa edad". Estas circunstancias de las que habla la institución cinematográfica es la asunción automática de los derechos como miembros de la Academia pero también las obligaciones como es el voto y el pago de las correspondientes cuotas.

Montxo Armendáriz y José Luis Cuerda saben bien lo que es trabajar con niños. Lo han hecho con asiduidad a lo largo de su carrera como realizadores y, aseguran, lo seguirán haciendo. Armendáriz, director de Secretos del corazón, película con la que Andoni Erburu se convirtió, en 1998, en el actor más joven hasta entonces en recibir un Goya, dice que si uno de los problemas al ganar el premio era el acceder a la Academia, lo justo hubiera sido crear una norma por la que solo se pudiera ser miembro a los 18 años, pero nunca excluirles de la posibilidad de obtener un galardón. "Cuando preparo una película con niños lo primero que hago es hacer el casting de los niños y también el de los padres", explica el director de No tengas miedo.

Andoni Erburu tenía entonces nueve años, salió al escenario de la gala de los Goya y dedicó el premio a su hermano y a los amigos, que "me estarán viendo". Secretos del corazón fue su única experiencia cinematográfica. Hoy es ingeniero agrícola porque, ha confesado en alguna ocasión, no le gustaba que le reconocieran por la calle y decidió desconectarse de ese mundo. "El problema muchas veces son los padres, y la utilización que luego quieran hacer del trabajo de sus hijos y el caso de los padres de Erburu es un ejemplo perfecto del buen hacer", añade Armendáriz, que no oculta su enfado por la medida de la Academia. "El argumento de que es una medida para protegerlos me parece hipócrita: por un lado no nos escandalizamos de que trabajen, y por otro los excluimos de los premios".

Es verdad que el abandono de Erburu no es la moneda corriente entre los jóvenes actores. Les pica el gusanillo de la interpretación y luchan por abrirse un hueco en el complicado panorama actoral. Ahí están los ejemplos de Juan José Ballesta, Goya con El Bola en 2011 con 13 años, o Nerea Camacho, galardonada en 2009 por Camino, también con 13 años, o Manuel Lozano (10 años con La lengua de las mariposas), o Ivana Baquero (13 años, El laberinto del fauno). Que se sepa, no ha habido ningún caso público de denuncia de manipulación, utilización de los menores o de denuncia.

Tanto es así que para este reportaje no ha sido posible hablar con ninguno de ellos por la negativa de sus padres a que opinen sobre el tema. "Esto demuestra de manera tangible la labor de educadores y padres en la mayoría de los casos", apunta un representante de algunos de los actores citados. Es esa posible utilización de los menores la que guía la argumentación de Félix Pantoja, ex fiscal de menores en Madrid, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y actual fiscal del Tribunal Supremo, que advierte de algo que parece evidente. "El mal no es el premio, sino la posible utilización y manipulación posterior de la imagen de ese menor".

La ley, apunta Pantoja, es absolutamente clara: la imagen, el honor y la intimidad son unos derechos personalísimos de todos. "Para los menores, que por supuesto están incluidos en este derecho, la ley pone más cautelas. Si se cumple esta ley, no hay nada más que decir", añade el fiscal, que opina que la confusión puede venir de la creencia de que la fama le viene del premio y no de su trabajo como actor. "El que hace bien algo, ya sea un trabajo como actor, o como pianista o como estudiante se merece un reconocimiento; también los niños. No tenemos por qué negar ese reconocimiento a un niño que ha hecho bien su trabajo. El daño no está en el premio sino en la utilización posterior; ahí está el papel de los educadores y los padres. Son seres humanos, y si destacan en algo por qué no se les va a premiar".

José Luis Cuerda, realizador de Le lengua de las mariposas, comienza el próximo 29 de agosto su próxima película, Todo es silencio, basada en la obra del mismo título de Manuel Rivas, en la que se narra la transformación del contrabando de tabaco en las redes de la droga en la Galicia de las últimas décadas.

De nuevo Cuerda trabajará con menores para esta historia. En concreto, una chica y dos chicos. Para Cuerda, toda esta polémica en torno a premios, sí, premios, no, para los jóvenes la relativiza y la ve con bastante escepticismo. "A mí en general los premios me parecen casi injustificables. Un actor puede ser bueno o malo, igual que una película. También los niños. Un niño no es actor, es pura verdad, pero lo puede hacer bien o mal", asegura el director, para quien todo su empeño al trabajar con menores es procurarles el rodaje lo más placentero posible.

Así, les intenta explicar bien las cosas de manera muy simple sin entrar en los grandes detalles, algunos escabrosos, de la historia. "Yo me centro en decirles si tienen que estar tristes o alegres. La verdad que es emocionante y maravilloso ver a muchos de esos niños delante de la cámara".

El niño Francesc Colomer, con el Goya al mejor actor revelación por la película <i>Pa Negre</i>.
El niño Francesc Colomer, con el Goya al mejor actor revelación por la película Pa Negre.CRISTÓBAL MANUEL

Sin límite de edad

- ESTADOS UNIDOS

Dado el culto a la juventud que domina en Hollywood, no es de extrañar que para la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas que anualmente entrega el codiciado Oscar no exista límite de edad a la hora de reconocer su trabajo. De hecho, son numerosos los candidatos e incluso los ganadores que son invitados a esta gala, aunque su edad legal esté lejos de permitirles celebrar sus logros con una cerveza. Existió un premio honorífico juvenil, Oscar que inauguró Shirley Temple en 1934 cuando solo tenía 6 años y que duró hasta 1960, cuando Haley Mills recibió con 14 años el último de estos galardones especiales por su trabajo en Pollyana. Pero desde entonces la edad no ha sido barrera para competir con los mayores.

Entre los menores de edad que han hecho historia están Tatum O'Neal, la ganadora más joven de un Oscar, en su caso en la edición de 1973 en la categoría de mejor actriz secundaria por su trabajo en Luna de papel cuando tenía 10 años. Anna Paquin recibiría años más tarde la misma estatuilla por su trabajo en El piano, a los 11 años. El candidato más joven de la historia de los Oscar es todavía Justin Henry, aspirante a la estatuilla como mejor actor secundario en 1979 con Kramer contra Kramer cuando apenas tenía 8 años. Para hacerse una idea del reconocimiento que los Oscar hacen de sus menores, el mejor ejemplo es el de Jodie Foster, candidata a los 14 años como mejor actriz secundaria por Taxi driver. Su trabajo hizo historia pero no su edad: tan solo la décima actriz más joven que aspiró a este galardón.- ROCÍO AYUSO

- FRANCIA

Los prestigiosos premios César, los galardones cinematográficos impartidos por la Académie des Arts et Techniques du Cinéma en Francia, que se celebran desde 1974, no tienen ninguna regla que impida a ningún actor menor de edad recibir el premio al mejor actor en el papel de protagonista, al mejor actor de reparto o al mejor actor revelación. Uno de los casos más sonados se vivió en 1985 cuando, con 14 años, Charlotte Gainsbourg, hija del famoso cantante Serge Gainsbourg, ganó un César por la película L'effrontée, de Claude Miller.- A. J. B.

- REINO UNIDO

Los Bafta, el equivalente británico de los Goya, no ha impuesto ningún límite de edad a sus premiados, no tiene planteado instaurar ninguna semejante y no se recuerda que haya habido polémica por haber premiado a un menor de edad. En 2008, Eliot Otis Brown Walters, que tenía entonces 15 años, ganó el premio a mejor actor revelación de los Bafta, que premian los trabajos destinados al público infantil. Y, el año pasado, la norteamericana Hailee Steinfeld fue nominada tanto a los Bafta como a los Oscar estadounidenses como mejor actriz secundaria, a pesar de que tenía entonces 14 años, por la película de los hermanos Coen Valor de ley. Los Bafta no solo no tienen problemas para premiar a la gente joven sino que desde 2007 incluso tienen un galardón, en colaboración con la cadena BBC, destinado a los niños de entre 6 y 14 años capaces de hacer su propio filme. Se llama Yo y mi Película.- W. O.

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