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Cataluña cuenta con una docena de bandas violentas con 3.500 jóvenes

Ocho personas han muerto entre 2008 y 2010 a manos de pandilleros

Rebeca Carranco

La pelea se inició en el metro y acabó con el apuñalamiento mortal de un joven de 17 años miembro de los Latin Kings. Su agresor fue presuntamente un crío de 14 años de una banda rival, la Mara Salvatrucha. Es la última muerte de la que se tiene conocimiento en Barcelona fruto de las rivalidades entre las bandas juveniles. En Cataluña existen más de 3.500 pandilleros repartidos en una docena de bandas, según las cifras facilitadas ayer por los Mossos d'Esquadra. Son personas de 12 a 25 años, de 40 nacionalidades distintas. El top tres lo forman latinos, seguidos de españoles y magrebíes.

En tres años (de 2008 a 2010), ocho personas han muerto a manos de un pandillero. Interior ha decidido trabajar el problema de una forma organizada. Para ello ha creado una nueva unidad específica. "Hemos estructurado cosas que hasta ahora se hacían de forma segregada", matizó ayer el comisario Ferran López, que será el responsable último de esta unidad, formada por unos 30 agentes.

Los Mossos crean una unidad para luchar contra estos grupos de chavales

Estos grupos de chavales violentos, con una estética hiphopera, collares, colores, emblemas y gestos propios, llegaron en 2003 a Cataluña. "Entonces eran unos 60 o 70, y los detectaron sobre todo los policías locales", contó ayer el inspector Lluís Paradell, que dirigirá la unidad. Entre 2008 y 2009, la cifra se estabilizó en esos 3.500 pandilleros.

Latin Kings, Ñetas, Trinitarios y Mara Salvatrucha están más arraigados. Aunque existen otros grupos: Black Panthers, Bloods, 42, 48, Barrio 18, Base 6, Vatos Locos... Incluso algunas mujeres que saltan de una pandilla a otra, aunque no tienen consideración de banda (Ladies, Sicarias o Lobas). En poco más de ocho años se han asentado en toda Cataluña. Están en Tarragona, Lleida, Girona y sobre todo, Barcelona. "La excepción sería la zona del Pirineo, que está algo menos poblada", contó ayer el inspector Paradell.

Los delitos cometidos por los miembros de las bandas no dejan de crecer. El año pasado los Mossos d'Esquadra les imputaron 1.550 infracciones penales y delictivas, casi el 20% más que en el año anterior. Eso es: amenazas, lesiones, robos, conducción bajo el efecto del alcohol, etcétera. Con todo, el número de detenidos (903) no es muy superior al del año anterior (861).

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Según Paradell, la existencia de las bandas es grave. "Pero no alarmante", dijo, y lo argumentó con datos: los delitos y faltas de estos jóvenes violentos suponen el 0,18% del total de infracciones en Cataluña. "Su fin como grupo no es delinquir", añadió, aunque existe el riesgo de que se conviertan en grupos de criminales organizados o que alguien los utilice para ello.

El principal problema ahora son las lógicas violentas de estas bandas, donde suelen repetirse los rituales de aceptación, que pueden conllevar golpes o robos, los castigos dentro del grupo, la violencia por disputas internas o por rivalidad con otras pandillas. "La mirada es muy importante. Solo con eso puede empezar una pelea en una discoteca", contó como ejemplo ayer el inspector.

Los jóvenes suelen llevar navajas -"siempre tienen que estar preparados, no sea que me vengan a atrapar"-, pero solo en dos ocasiones han usado armas de fuego (2008 y 2009). Muchas veces roban para poder pagar las cuotas semanales que impone el grupo (2 o 3 euros semanales).

Paradell intentó también derribar tópicos. No es tan difícil abandonar una banda, aseguró. Algunos lo hacen incluso en bloque. Tampoco hay un intento exagerado de control del espacio público (aunque se han dado casos en pistas de baloncesto y parques públicos). Muchos trabajan o van a la escuela. ¿Por qué acuden a las bandas, pues? "Buscan una familia como alternativa a la suya propia", resumió.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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