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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN | Iglesia de San Jerónimo El Real

El último arquitecto

El templo, de cinco siglos, reabre sus puertas tras un año de reforma

Patricia Gosálvez

El primer arquitecto de Los Jerónimos llevaría calzones y jubón. El último va en vaqueros y camiseta. Desde que Enrique Egas -a quien se atribuye la traza de esta iglesia- dibujó la planta, hasta que Francisco Jurado -que acaba de restaurarla- colocó el nuevo suelo radiante, han pasado por aquí un ejército de arquitectos y más de 500 años.

Los Jerónimos empezó como monasterio en 1505 y fue el embrión del desaparecido Palacio del Buen Retiro al que sirvió como capilla. Ampliada con distintos claustros y aposentos, demolida por partes, reconstruida, expoliada en la guerra de Independencia, desamortizada, adornada y restaurada generación tras generación, la iglesia volvió a abrir sus puertas el pasado 17 de junio tras un año cerrada por obras. Junto a la portada aún está el barracón de chapa que ha alojado provisionalmente las misas. "A mí no me disgustaba", dice el párroco, "tenía a los feligreses más cerquita".

Francisco Jurado reivindica el verbo "conservar" frente a "intervenir"

Don Julián es el tercer cura con el que trata Francisco Jurado ("con los párrocos se tiene una relación amor-odio; ellos consideran esto su casa y tú, tu obra"). La historia del arquitecto con esta iglesia se remonta a 1985, cuando se encontró "con un lío importante": la portada estaba apeada, la cubierta, hecha polvo. Desde que las arregló es el conservador del edificio. Ha llevado a cabo cinco obras en las que han intervenido el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid, el Arzobispado y, más recientemente, el Museo del Prado, cuando el claustro pasó a formar parte del museo gracias a un convenio que financió la restauración de la iglesia. De ese pacto salió el "cubo de Moneo". Francisco Jurado votó el proyecto de Rafael Moneo en el concurso de la ampliación del Prado "porque era el mejor". Niega la "falsa polémica" que habló de un enfrentamiento entre ambos, aunque sí admite cierto ensombrecimiento de su trabajo paralelo en la iglesia.

El mediático cubo ayudó a financiar otro tipo de obra, mucho más discreta. "La conservación pasa desapercibida, pero lo tienes que asumir", dice Jurado. "Te exige una dosis de humildad; cuando un edificio lleva en pie 300 años lo primero que tienes que plantearte es que es una maravilla solo por ello". Jurado reivindica el verbo "conservar" frente a "intervenir", "que suena a que eres la Paulova".

En 25 años ha consolidado la estructura de la iglesia, limpiado y ventilado las criptas, sacado el color original de la bóveda, cambiado el sistema de calefacción... También construyó un edificio de nueva planta para residencia de los religiosos y restauró las fachadas, no sin polémica. "Yo quería recuperar el aspecto de máximo esplendor del edificio", dice Jurado refiriéndose al siglo XIX, cuando fue revocado y adornado con dos torres, cresterías, pináculos y chapiteles neogóticos. Sin embargo, Patrimonio quería devolverle la piel de ladrillo y mampostería original. Al final, la Academia de Bellas Artes arbitró tirando por la vía de en medio. Hay revoco y ladrillo, mampostería pelada y filigranas neogóticas. "Quedó mejor de lo que esperaba", dice Jurado, "pero es algo raro, como un cuerpo desnudo y enjoyado".

Antes de despedirse, Jurado invita a visitar "lo que nunca se ve de los edificios". "Un lugar mágico": la bajocubierta. El espacio entre las bóvedas y el tejado al que se accede por una maltrecha escalera del XIX, atravesando agujeros y cruzando tablones hasta uno de esos espacios arquitectónicos que sin lujos ni grandeza sorprenden por la simpleza del "¿Cómo demonios lo hicieron?". Sobre los torpes montículos que son las bóvedas vistas desde arriba hay un mecano de vigas que sujetan la cubierta de la iglesia. La madera se había podrido y Jurado creó nuevas cabezas metálicas que consiguen que el asunto no se desmorone. "Esto es tan patrimonio arquitectónico como todo lo demás", dice medio a oscuras en un lugar que nadie ve nunca.

El arquitecto Francisco Jurado, delante de la iglesia de San Jerónimo El Real.
El arquitecto Francisco Jurado, delante de la iglesia de San Jerónimo El Real.CLAUDIO ÁLVAREZ
Planta de la iglesia de Los Jerónimos.
Planta de la iglesia de Los Jerónimos.

Los Jerónimos

- Autores: Enrique Egás y otros.

- Construcción: 1503 - 1505, ampliada y reformada desde entonces en una docena de ocasiones.

- Ubicación: Moreto, 4 (Banco de España).

- Estilo: Gótico tardío y neogótico.

- Función original: iglesia del monasterio.

- Función acutal: iglesia parroquial. Su claustro, la ampliación del Prado

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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