Contundente mensaje nacionalista en el Premi d'Honor a Manent
Con un generoso gesto circular de su temblorosa mano derecha destinada a las 1.500 personas que le aplaudían en pie, Albert Manent recibió ayer en el Palau de la Música Catalana el 43 Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, en lo que se convirtió en un merecidísimo homenaje al personaje - "por lo que ha hecho y por lo que ha hecho hacer", resumía lúcido un anónimo asistente- tanto como un acto de contundente discurso nacionalista.
"Es más importante consolidar los núcleos existentes que ir creando nuevas tribunas culturales o de catalanización", expuso Manent a través de la voz de su hijo Jordi, que leyó su discurso, típico mensaje noucentista del homenajeado: construir Cataluña de manera ordenada, paso a paso, aposentado la labor hecha. "La lucha contra el olvido, que invocaba Pla, ha sido para mí una constante", dijo quien se autodefinió como "una hormiguita cultural". Lo recordó bien la performance del acto: la huelga de tranvías de 1951, la campaña Volem bisbes catalans, la creación de la revista Serra d'Or; el primer Departamento de Cultura de la Generalitat democrática... sí, ahí estaba siempre Manent.
Frase suprimida
Consciente del peso del premiado, del medio siglo que cumplirá en julio la entidad que preside y del calibre del auditorio (desde el presidente Artur Mas y la del Parlament, Núria de Gisbert, a cuatro consejeros), Muriel Casals, al hilo de la crisis, denunció la "nefasta relación económica con el Estado" y afirmó: "hoy, en el catalanismo están, de forma conciliada, los intereses económicos y el sentimiento de identidad". Recordando la fuerza de actos surgidos de la unión de entidades como la suya y grupos políticos (manifestación del 10 de julio de 2010 y las consultas independentistas), Casals avanzó: "ahora sabemos que para construir nuestro país seguramente deberá cortarse ataduras que no son un lazo (llaç), sino un lastre (llast)". Y dejó caer que el apoyo ciudadano a los políticos "depende de su actuación".
Jordi Pujol, al hablar de su "amigo francotirador", recordó su labor como hombre de diálogo y constructor de unos puentes con Madrid "que ahora se han roto", y que "a pesar de los pactos del hambre a los que quieren someternos desde allí, podemos tirar adelante solos porque no necesitamos sus limosnas".
Intuyendo quizá ese contexto, Manent decidió a última hora suprimir de su discurso una frase, la que mediaba entre la que lamentaba la obsesión por la hipercrítica y la que concluía: "No creemos frustación". Iba a decir: "Y aún hay ilusos que quieren la lluna en un cove", en clara referencia al independentismo. Tiempos difíciles para otro noucentisme.
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