Realidad real y realidad virtual
La fotografía se obtuvo en noviembre de 2000, cuatro meses después de que Zapatero fuera elegido secretario general del PSOE. Pese al tiempo transcurrido, el Zapatero real, que se encuentra a la derecha de la imagen, podría pasar por el de hoy. No así su reflejo, que siendo más joven parece avejentado. La cuestión es que en medio de un acto público el futuro presidente tropezó con un espejo y no pudo reprimir la tentación de echarse una ojeada valorativa. Hay un diálogo entre las dos imágenes, siempre lo hay, sobre todo cuando el espejo no es de casa (los de casa están todos domesticados, de forma que dicen siempre lo que esperas escuchar).
¿Cómo me ves?, parece que pregunta el individuo real al virtual. Ignoramos qué le responde, pues la foto sólo ha captado el instante en el que el reflejo ejerce la auditoría. En todo caso, sin dar la impresión de parecer insatisfecho, se aprecia en su gesto un matiz interrogativo. ¿Y ahora qué? Nosotros ya sabemos el ahora qué. Cuatro años más tarde ganaría las elecciones generales y siete años después, tras salvarle el culo a los poderosos, se batiría en retirada. ¿Pero cuál de los dos huye de la quema? Si el Zapatero de la derecha fuera el de hoy (y ya hemos señalado que lo parece), podría presumir ante el de ayer de tener mejor aspecto. A ver a qué te dedicas, le diría, porque estoy bastante más joven que tú. Me dedico a mirarte, podría responderle el otro, y eso envejece un huevo, muchacho. Es evidente, en fin, que la realidad real posee una capacidad de recuperación de la que carece la realidad virtual.
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