Una ciudad apuntalada por psicólogos
Los lorquinos buscan consuelo para superar las secuelas del terremoto
Ha pasado un mes del terremoto y muchos no consiguen olvidar la tarde del 11 de mayo. Juan Carlos, lorquino del barrio de La Viña, vio su edificio -con 79 viviendas y solo ocho años de antigüedad- derrumbarse entero, "como si fuera de papel", con el segundo temblor. "Me cayeron los ladrillos y mucho polvo encima. Salimos corriendo hacia un descampado y no confirmé que todos mis familiares estaban bien hasta 10 minutos después", recuerda. "Vuelvo todos los días al barrio y cada día han tirado algún edificio más. Estoy muy triste", añade. "Estamos muy nerviosos, con depresiones todos, en casa de nuestra suegra".
Las consultas a psicólogos han aumentado un 300% en el último mes en Lorca: los pacientes son comerciantes que han perdido sus locales, personas desplazadas de sus hogares, heridos leves que tiemblan al notar nuevas réplicas y familias que han perdido a alguien querido. Dicen los profesionales que "es difícil superar la situación con una ciudad tan dañada". La previsión de los técnicos indica que 500 edificios tendrán que ser derribados. Ya van casi 40, ante la impotencia de sus habitantes. "Dentro estaban todos mis recuerdos, es como si hubiera perdido la vida", confiesa entristecida una vecina de La Viña.
Un centenar de psicólogos atiende gratuitamente a los desplazados y a las familias de los fallecidos. "Cada uno tiene un punto débil: el duelo por la pérdida de los familiares, el impacto de la situación de peligro vivida, la crisis económica que sufren por perder sus pertenencias... Sin embargo, todos necesitan lo mismo: hablar". Lo cuenta, con voz ronca "de tanto hablar", Ángela Ruiz Argüello, coordinadora de emergencias del Colegio de Psicólogos de Murcia.
Los niños también necesitan atención. Al colegio de primaria del barrio de San Cristóbal, uno de los más dañados por los seísmos, llegarán la próxima semana 40 profesionales, 26 de ellos psicólogos, con material educativo. La "mochila de los valientes" incluye el cuento Érase una vez unos valientes, un cuaderno, plastilina y figuras que representan una familia, para que puedan reflexionar sobre lo vivido.
El campamento de La Torrecilla es otro frente de trabajo para los psicólogos. Allí quedan menos de 1.000 personas que no tienen a dónde ir. La mayoría, inmigrantes sin ayuda familiar en la zona.
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