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Crítica:CLÁSICA | SAN FRANCISCO SYMPHONY
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobrecogedor Mahler

Se clausuró la temporada de conciertos de Ibermúsica con los mismos parámetros de la apertura: con música de Mah-ler, entonces con Abbado y la orquesta del Festival de Lucerna, y ahora con Tilson Thomas y la Sinfónica de San Francisco, y con el público entregado en clima de apoteosis. Justamente sucede en una de las escasas manifestaciones musicales sin subvención pública. Para meditar.

La Sinfónica de San Francisco se ha erigido en la portavoz americana de Mahler en este año del centenario de la muerte del compositor y del nacimiento de la orquesta californiana. En su gira europea han demostrado que se encuentran en un estado de forma admirable y que se sienten totalmente identificados con los criterios musicales de Tilson Thomas, su director desde 1995.

SAN FRANCISCO SYMPHONY

Director: Michael Tilson Thomas. Orfeón Donostiarra, Laura Claycomb y Katarina Karnéus. Mahler: Sinfonías 2 y 6. Ibermúsica. Auditorio Nacional, 4 y 5 de junio.

Pulcra energía

No sé si la orquesta tiene una manera de tocar más europea o americana. Lo que sí tiene es una personalidad arrolladora, que se manifiesta en la pulcritud y energía del sonido, en la potencia del viento-metal, en la transparencia del viento-madera y en la redondez y cálido melodismo de la cuerda. Tilson Thomas busca por encima de todo la nitidez, pero no renuncia al espectáculo sonoro. De ahí las dinámicas extremas o la falta absoluta de retórica en los desarrollos. Las sinfonías de Mahler admiten este planteamiento, como también son proclives a las interpretaciones de corte filosófico-literario. Lo que importa, en uno y otro caso, es que la orquesta responda con coherencia a los enfoques que asume. En ese sentido la Sinfónica de San Francisco realiza unas lecturas sencillamente impresionantes. El Mahler americano, llamémosle así, aporta un baño de frescura al Mahler más pretendidamente europeo. El espectador puede escoger pero lo más aconsejable es quedarse con los dos. Y, en general -fundamentalismos o condicionantes discográficos aparte-, así lo hace. Escalofriante Sexta, apabullante Segunda.

En esa atmósfera el Orfeón Donostiarra brindó una de sus mejores actuaciones en Madrid de la última década, arrancando esos bravos habituales a su presencia. Estuvo disciplinado a la par que sensible. Mahler puede respirar tranquilo. En Madrid se ha hecho justicia a su música.

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